16. El William sangrante.

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«Duele amarte, pero aún así lo hago. Esa es la forma en la que me siento»

El viaje a casa había silencioso. Louis nunca había sido fan de las charlas de todos modos. Y siento honesto, no le molestaba saber si el chófer se encontraba incómodo allá adelante. Louis tenía cosas que pensar, con la cabeza apoyada contra el vidrio, viendo la ciudad, intentando imaginar cómo sería su vida de ahora en más.

Que encontraría al llegar.

En ese momento era donde se sentía divido, donde no sabía qué hacer. Parte de él, quería perdonar, buscar ayuda, intentar seguir adelante y no tirar todo a la basura, pero entonces recordaba los labios de Harry sobre los de Amy, y las voces en su cabeza solo sabían gritar una y otra vez lo mismo.

Déjalo

¿Pero cómo lo haría si parecía estar encaprichado con él? Deseaba odiarlo, deseaba tener sus sentimientos claros y no tan confusos como los tenía. Lo amaba, pero le había roto el corazón y las voces no se callaban.

No había paz.

Cuando llegó, supo que Harry se encontraba en casa al ver su auto todavía en la entrada. Tragó saliva, mientras le daba más dinero del que pedía al chófer y bajaba del auto. Se quedó mirando esa casa, la que había sido un regalo para su cumpleaños número veintitrés. Solo la contempló, y recordó todo lo que hicieron ahí en cuestión de segundos y como ahora se sentía distinto. Cómo su familia, ya no se sentía como una.

Y como comenzaba a cuestionarse sobre querer tener una.

Cuando abrió la puerta, Harry lo esperaba recostado en el sofá, acabando un cigarro. No hacía falta ser un genio para saber que no había pegado un ojo en toda la noche y que lo había estado esperando hasta ese momento. No veía a Darcy o Nathan y suponía que ellos se debían encontrar en casa de sus padres.

— ¿Dónde mierda estuviste toda la noche? -preguntó Harry parándose de repente, con una actitud agresiva. Se acercó a él, intimidante, pero no consiguió efecto en Louis.

Louis lo miró, sin saber que decir, o mejor dicho, sin tener palabras. Sin poder creer realmente que el hombre que tenía en frente, era el mismo que le había salvado la vida una vez.


— ¡Contesta! ¡Dime dónde estabas!

Entonces, Louis no soportó la risa. Comenzó a reír a carcajadas exageradas sin quitarle la vista.

— ¿De qué te ríes? -preguntó Harry, confundido pero sin dejar su actitud agresiva.

— Es que eres bueno haciéndome creer que realmente te importo. Me dió gracia, no lo sé.

Entonces había lágrimas, pero Louis no las notaba o prefería ignorarlas. Harry le daba una mirada que no sabía cómo tomar. Quizás debía pensar en que había perdido completamente la cabeza.

Y quizás, no estaba tan equivocado.

— ¿Dónde estabas? -insistió Harry, más calmado, como si entendiera que gritar no conseguiría resultados.

— No follando, creo. No lo recuerdo -dijo y caminó hacia la cocina. Escuchó los pasos de Harry tras de sí — ¿Y ahora que quieres? -preguntó, enfrentandolo. De pronto, Louis se sentía molesto.

— Hablar. Hablar de lo que está pasando, de lo que va a suceder. Solo hablar. Yo… quiero intentar arreglar las cosas.

— No arreglas lo que rompes intencionalmente. Porque sabías lo que me estabas haciendo cuando decidiste entrar en su cama ¡Sabías lo que perdías! No me vengas con tu mierda de querer solucionar todo porque todo lo que teníamos lo destruiste -dijo, levantando la voz.

— Por favor, Louis, no grites, solo quiero hablar. Joder, sé que estuve mal, sé que no hay nada que justifique lo que hice, pero… por favor… tu… no me odies.

Había algo en el tono que había utilizado que lo conmovió. Y lo miró en silencio, con un nudo en la garganta. Harry parecía lucir realmente arrepentido con la mirada baja, con las manos temblorosas. Y Louis, quizás le hubiera creído si William no hubiera hablado, si su mente hubiera borrado aquella imagen de su cabeza, si su corazón no estuviera roto.

Si odiar fuera tan fácil, quizás no dolería tanto.

Y Louis no lo soporto. No quiso verlo, porque odiaba lo fácil que podía dañarlo con solo mostrarse débil. Y ese era el problema. Debía ser al revés, Harry debía sufrir por verlo con el corazón destrozado, pero la cosa era muy distinta a lo que William había dicho. En lugar de Harry sufrir, sufría él. Porque había algo de ver a Harry llorando que se sentía incómodo, doloroso. Y había algo llamativo en tener que él sufrir si con eso, Harry no sufría.


Harry no lo siguió, cosa que a Louis dejó de sorprenderle una vez que se acostumbró, que aceptó que ya ni significaba lo mismo para Harry. Le había agarrado el gusto a irse, sin Harry detenerlo, porque Harry sabía que sin importar que, él volvería.

Y Louis odiaba que fuera verdad. Si regresaba, no lo hacía solo por amor. Lo hacía porque había algo magnético en Harry que lo atraía despacito, hasta que de un momento a otro, se encuentra rodeados por su brazos. Y lo que mas jodía a Louis, y también el motivo porque el que William le insultaba mientras se dirigían a la habitación de Darcy.

Era débil. Demasiado débil.

¿Podían culparlo? Quizás si, pero Louis no se sentía del todo culpable cuando Harry se había vuelto esa rutina de la que no se cansaba. Porque el problema de querer tanto erradicaba ahí; en la costumbre de sentir, de necesitar, de tener. Louis hubiera vivido feliz si Harry no hubiera comenzando con sus preguntas, si lo hubiera dejado solo escuchando su voz, solo mirándolo porque eso, era más efectivo que hablarlo, que aceptar que estaba loco y que quizás, lo estaba desde hace un buen tiempo. En lugar de eso, en lugar de aquella silenciosa consolación que necesitaba, Louis de pronto se encontró solo, durmiendo solo, pasando hambre solo.

Y era cuando sus sentimientos entraban en conflicto. Amaba estar solo, pero odiaba no tener a Harry. Tenía que odiarlo, pero no podía dejar de amarlo. Debía dañarlo, pero siempre recibía la bala.


William se sentó a su lado. La habitación de Darcy nunca se sintió tan segura como lo estaba esa tarde. William no decía nada, mientras miraba hacia al frente.

Entonces supo lo que captaba tanto su atención. Cerca de la ventana, había una cuchilla que Darcy usualmente usaba para sacarle puntas a sus lápices. Louis entendió porque William parecía casi idiotizado mirando aquel objeto inanimado; porque parecía estar viendo un ángel.

William era la representación de sus deseos por auto-aniquilarse. Louis lo miró, más tiempo del que debía porque William se veía hechizante; demasiado seducido por el brillo de la cuchilla como para bajar la guardia y lucir distraído. Podía jurar que hasta los ojos le brillaban mientras se ponía de pie y caminaba hasta ella.

Luego regresó, y Louis se limitó a observarlo dañarse; decidido a aumentar más heridas sangrantes a las que ya tenía. Se encontró sin palabras solo observando, como si William estuviera pintando un lienzo en blanco con retazos rojos.

William tenía la cara de placer más similar a un orgasmo que hubiera visto. Louis notó gotas espesas de sangres en el piso pero le dió poca imposible a esto último ¿Cómo le podría importar siquiera cuando al lado, William lucía de esa forma? Tan mórbida, tan descabellado.

William se dejó caer sobre el colchón con una sonrisa satisfecho; cuando los cortes que tenía en su brazo derecho llegaban hasta el codo y todas sangraban.

Louis se recostó a su lado; sonriendo también satisfecho.

Y de pronto, solo dormía con un William sangrante al lado.


Save me from The Dark » Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora