«Finjo que no sé, que no he sabido, finjo que no me gusta estar contigo»
Louis reflexionaba muchas veces al día cuando la voz de William no lo aturdia, cuando por un momento, su cuerpo se encontraba anestesiado y nada dolía. Pensaba. Intentaba entender una razón si es que la había.
Era en ese momento cuando lograba conciliar el sueño y despertaba por algún motivo. Cuando todavía tenía el cerebro dormido y no estaba al tanto de lo que pasaba alrededor. Cuando creía que todavía bajaría y tendría a sus hijos en la mesa, recibiría un beso por parte de Harry y no tendría que ver a una mujer esquelética dándole una mirada despectiva. Era cuando despertaba, y todo colapsaba. Cuando sentís en los huesos el dolor de no solo un corazón roto, sino también de los recuerdos. De Austin cada vez más presentes, de todos los hombres que lo habían tomado sin tener en cuenta que no estaba de acuerdo. De Harry NO estando ahí para impedir todo eso. De Harry doliendo. Harry destruyendo todo con un simple soplido.
Regresar era nostálgico; como escuchar una canción melancólica, con silencio alrededor, mirando por la ventanilla un pequeño flashback de su vida hasta ese momento; de la sensación de seguridad que había encontrado al mirarse en el espejo y no querer morir, de la confianza que sentía por Harry hasta ese momento, el que lo cambia todo, el que borraba todo su esfuerzo. Amy adueñándose de todo. William sangrando a su lado.
En ese momento, Louis llegaba a una conclusión. Las personas habían sido creadas para vivir un destino, una vida. La Louis siempre había estado llena de espinas y nubes grises. Vómito y sangre. Personas que no existían realmente y constante pesadillas. Una tras otra.
Louis no había querido llorar cuando sintió los fuertes deseos de hacerlo; cuando el pecho le oprimían mil y un recuerdos y las cicatrices se abrían todas, una por una. Pero sus ojos mostraban la tristeza inminente en ellos; la soledad pero sobre todo, el miedo que tenía de bajar de ese auto y volver a esa casa, donde todavía más recuerdos lo atacaban.
No hubo despedidas, y si, Louis no la escuchó. Todo lo que hizo, fue mirar hipnotizado su casa, pensando brevemente en su cumpleaños número veintitrés, cuando Harry había mencionado que quería un lugar para los dos. Louis contempló la casa, aún después de que sus padres se hubieran ido. La miró, y se preguntó si Harry también sentía que hacía tiempo, su hogar había dejado de serlo.
Tragó saliva. Por algún motivo que no terminaba de entender, comenzó a sentir pánico. Así que entró rápidamente a la casa y cerró la puerta fuertemente tras de sí. Y ahí todo fue peor. Fue como quitarle la costra a una herida que recién terminaba de cicatrizar. Dicen que el tiempo lo cura todo, pero Louis en ese momento lo sintió completamente distinto. Había pasado un mes desde la última que había estado ahí, y se convencía cada vez más, con el corazón hecho trizas, de que no pertenecía ahí.
Que ahí, no tenía de que hacer. No ahí. Ni en ningún lado. Se tapó la boca cuando comenzó a sollozar, cuando su cuerpo se rindió y dejó de fingir indiferencia. Louis no podía dejar de llorar cuando todo se aclaraba. No había nadie en casa, y nadie parecía haber notado su ausencia o haber sufrido por esta. Todo estaba silencioso. Todo estaba igual que como se había ido y nadie parecía importarle.
William estuvo a su lado mientras caminaba hacia la habitación. Y sonrió cuando algo hizo clic en Louis y comenzó a romper todo, gritando a todo pulmón, como si con eso, pudiera sacar toda la rabia que tenía adentro.
Odiaba la cama, las paredes, las fotos. Odiaba su alianza descansando en la cómoda porque Harry siempre sabía que volvería. Odio que eso fuera verdad, pero no le daría la razón está vez. No lo haría. No le dejaría salirse con la suya.
Las sábanas quedaron por un lado. Había vidrios regados por el piso, fotos hechas trizas, sollozos bajos, otros demasiados altos. Y Louis en medio de la habitación, haciéndole casi omiso a los vidrios que pinchaban sus rodillas.
Pudo verse en años atrás, en la misma situación, con los mismos pensamientos. Sintiéndose insuficiente. Voces atacandolo. Sus lágrimas perdiéndose en el piso. La única diferencia, era que estaba decidido a no dejar que Harry se saliera con la suya.
Se secó las lágrimas y caminó hacia la puerta, y le puso llave. Al volver, William lo esperaba sentando al lado de vidrios con una expresión seria pero también, ansioso.
— Haces lo correcto -fue todo lo que dijo William y luego beso su mejilla dulcemente.
Louis le sonrió, tomando un pedazo de vidrio y luego, levantando las mangas de su camiseta. Tragó saliva al ver sus antiguas cicatrices, pero sacudió la cabeza desechando el miedo que le provocaba lo que iba a hacer.
Tuvo que intentar dos veces hasta dar con sus venas. Chilló de dolor al repetir la misma acción con su otro brazo. Entonces, William lo miraba casi enamorado; con los ojos idiotas y la boca ligeramente abierta.
Luego se recostó a esperar pacientemente su muerte. William tomó lugar a su lado, sujetando suavemente su mano y mirando al techo de igual modo que lo hacía Louis.
— ¿Papá?
Esa era Darcy, intentando abrir la puerta. Para ese entonces, Louis miraba todo borroso y sus párpados pesaban más y más.
— ¡Tiene llave la puerta! -exclamó despreocupada, completamente ignorante al gran charco de sangre que rodeaba a un Louis casi inconsciente.
— Déjame intentar —escuchó la voz de Harry, sabiéndose de memoria que siempre sonreía para no preocupar a los demás. El picaporte volvió a moverse intentado abrir la puerta sin éxito. Se detuvo un segundo e intento una vez más, esta vez siendo más bruto, más desesperado.
Louis sonrió mirando hacia la puerta, y luego volviendo la vista al techo cada vez más borroso.
No está vez pensó Louis mientras sus ojos se cerraban y la puerta se abría finalmente.
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Save me from The Dark » Larry Stylinson
Fanfiction[...] El problema quizás comenzó cuando los vió tan delgados, tan devotos y entregados a la que alguna vez, también fue su Diosa [...] [🥀] Segunda temporada de "In the dark" Disponible en mi perfil.