15. La nostalgia en los huesos.

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«Quiero que te ahogues en los corazones que rompas»


Cuando abrió sus ojos, poco le importó no saber dónde estaba, o porqué su cabeza dolía de una forma espantosa ni cómo había llegado ahí. Por primera vez, había silencio y había un techo que no era blanco sobre su cabeza. Louis parpadeó lentamente mientras terminaba de despertar y tenía un pequeño momento de reflexión.

¿Quién diría que terminaría acostado en un lugar que no conocía sin tener tener recuerdos claros de cómo llegó ahí?

Entonces recordó porque había despertado en otro lugar. Harry vino a su mente, la imagen de sus labios besando los de Amy. Era cuando se preguntaba cómo habían llegado a eso y recordaba toda su vida. Todo lo que había atravesado, para estar medianamente bien se sentía raro. Cómo si estuviera viendo la película de su vida protagonizada por un extraño.

Entonces notó que lloraba, nostálgico por recordar esos momentos que ahora se veían tan lejanos como si no hubieran existido. Recordaba su boda, pero también las peleas. Recordaba como Darcy había llegado a casa y como esto, le había dado un motivo más para seguir de pie. Y luego la llegada de Nathan, la sensación de que no necesitaba más; una familia completa.

Ana* haciendo lo suyo. Su voz casi inaudible y taciturna en su cabeza que regía sobre su cuerpo completamente.

El cuerpo que ahora veía, y que no quería. Había traicionado a Ana por una persona que hoy, no lo valía.

Había dejado sus huesos, por un corazón que hoy latía mal herido.

— Buenos días.

Louis automáticamente miró al dueño de su voz. No lucía como hacía años atrás, pero reconocía el color de sus ojos; su cabello rojo, la sonrisa de dientes manchados por tabaco. Stan había cambiado físicamente. Ya no lucía como ese muchacho de dieciocho que hacía de su vida un imposible en su adolescencia; ni cómo ese amigo que había aprendido a perdonar.

Stan lucia como todo un hombre, como si el tiempo no hubiera hecho estragos sobre su cuerpo. Llevaba solo un pantalón de algodón a cuadros y el torso al descubierto, trabajado como si todavía tuviera dieciocho.

— ¿Qué pasó? -atinó a preguntar cuando notó que se lo quedó mirando más tiempo del que debía.

Stan tomó aquello como una invitación; se acercó hacia él al mismo tiempo que Louis se sentaba sobre el sofá, con la cabeza todavía demasiado adolorida.

— Pues… te encontré en una banca no muy lejos de aquí. Estabas muy ebrio -murmuró Stan sentándose a su lado; sus ojos todavía grises y su piel blanca como una nube —. Te traje aquí. No has querido que llame a Harry… y no creí que fuera buena idea llevarte en ese estado a casa.

Louis lo escuchó atento, teniendo pequeñas lagunas mentales de lo que había pasado. Recordaba haber sido cargado hasta un auto y luego música suave haciendo compañía en el viaje, mientras el cielo terminaba de despertar y el frío se hacía todavía más presente.

Y luego todo era confuso, por no decir que no recordaba lo demás. Se preguntó si Stan lo había besado o si había pasado algo más. Stan pareció leer su mente, mientras se levantaba del sofá y volvía con una botella de whisky. Era entonces que notó el reloj. Eran pasadas las tres de la tarde.

— No hicimos nada si es lo que te preguntas -murmuró Stan sentándose otra vez a su lado. Louis asintió mientras tiraba una manta sobre sus hombros y la compartía con Stan —. Solo te traje aquí, y como agradecimiento vomitaste todo mí baño. Suerte para ti que soy compresivo.

Save me from The Dark » Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora