23. El inevitable fin.

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«Mis anclajes no pararon tus instintos, ni lo tuyos mis quejidos. Dejo correr mis tuercas y que hormigas me retuerzan»

Harry desde pequeño, había sido criado de un modo. Recordaba cada mañana en el garaje de su casa, con los diez años escuchando a su papá decirle que cuando más alto llegara, mejor iba a estar, y luego, se limpiaba las manos manchadas con aceite. Y oía lo mismo de su madre por las mañanas, cuando su papá no estaba.

Llega alto hijo, toca el cielo. Disfruta de la vista y aprovecha cada oportunidad. Cariño, te esperan cosas buenas.

Pero nunca habían hablado de la caída, ni del impacto, ni lo contradictorio que era estar tan algo, llegar tan lejos. No hablaron de las despedidas, pero si los encuentros y obviaron olímpicamente esas palabras, que sin decirlo directamente lo condenaban a esa soledad que siempre le había temido.

Harry no podía solo aceptar que quedaría solo.

— Debes estar bromeando -dijo, al cabo de unos segundos que más bien se sintieron eternidades. Louis en ningún momento dejó de mirarlo, lo que le convenció y también le aterró —. Tienes que estar malditamente bromeando -insistió pero veía en los ojos de Louis que no quería retractarse. Se acercó a él, casi invadiendo su espacio personal —. Déjame ver si entiendo… estuvimos ¿Cuánto tiempo Louis? ¡Hemos pasado por cosas peores! ¡Por millones de discusiones! ¿Y ahora quieres divorciarte? ¿Justo ahora? ¡Eso no va a pasar!

— ¡Pero no te quiero a mí lado! -exclamó Louis. La máquina que marcaba el latido de su corazón, pitó escandalosamente — Y no espero que tu lo entiendas. Quiero el puto divorcio.

— Vamos Louis… -dijo Harry y nunca notó la forma en la que voz tembló. Lo desesperado que lo tenía la idea de solo perderlo. Hasta ese momento, terminó de comprender la magnitud del daño que había causado — Tiene que haber otra forma. Louis, no puedes hacerme esto, te amo… debe haber otra solución, está no puede serlo. Por favor… cariño… no me hagas esto.

Pero Louis solo guardó silencio y dejó de mirarlo. No pensaba seguir hablando cuando Harry tendía a ser así de egoísta la mayoría del tiempo. Él no escuchaba, y si lo hacía, oía lo que quería.

— ¡Mírame, joder!

Y Louis no esperó el siguiente movimiento. De un momento a otro, Harry sostenía su mentón duramente entre sus dedos y lo miraba con los ojos turbios, completamente húmedos. Algo roto en ellos.

— No vamos a volver hablar de este tema ¿De acuerdo? No vamos a divorciarnos. Encontraremos la maldita solución a esto.

— Suel… sueltame. Estás lastimándome.

— ¡No vas a alejarme de ti! -gritó fuertemente y Louis cerró los ojos pero también sollozo, aterrado — ¿¡Me oíste Louis!? ¡No vas a alejarme de ti!

En ese momento, producto del escándalo, muchos enfermeros entraron, pero también entró Mark quien no se había ido realmente. Y fue él quien sujeto a Harry y lo sacó a empujones de la sala. A sus espaldas, Louis sollozaba y algunas enfermeras intentaron calmarlo, pero según lo que había oído Mark, producto del forcejeo, sus heridas se habían reabierto.

Nunca había visto a Harry en ese estado, completamente ido. Cómo si solo hubiera hecho explosión. Mark intentaba entenderlo, pero no lo hacía y comenzaba a temer que se había equivocado completamente con Harry.

— ¡Quédate quieto! -gruñó Mark, estando afuera del hospital. Harry todavía quería entrar, volver a la habitación de Louis completamente sacado de sus casillas — ¡Ya basta Harry!

— ¡Quiere el divorcio! -exclamó Harry y Mark entendió porque sus ojos estaban húmedos — ¡Ese malnacido…! ¡Juro que…!

— ¡Tú nada! -gritó Mark otra vez, y lo empujó. Harry finalmente dejó de insistir y se sentó en la acera del hospital, dándole poca importancia al hecho de que obstaculizaba la entrada y salida de ambulancias.

Mark suspiró, sintiendo pena por el momentáneamente. Apreciaba a Harry. Le quería, y estaría agradecido de por vida con él, aún cuando había sido un gran patán y no sabía cómo cuidar las cosas sin romperlas.

Se sentó a su lado. Harry miraba hacia abajo, con las muñecas descansando en sus rodillas. Harry lloraba, pero era demasiado orgulloso para admitirlo.

— ¿Divorcio? -preguntó Mark y todo lo que Harry hizo fue asentir. No había que hacer más preguntas para saber que aquella idea, enloquecía a Harry — Harry a veces… las cosas no salen como queremos.

Era inútil que Mark intentara consolar, callar la angustia que sentía Harry con aquel tonto discurso. Harry no quería oírlo, no necesitaba hacerlo. Intentaba hacerse a la idea de no tener que ver con Louis, pero la sola idea le dolía, le hacía sentir como si toda su vida hubiera sido un completo desperdicio. Se supone que las parejas se separaban porque no se aman ¿Aquello quería decir algo? Harry lo pensaba, o intentaba hacerlo. Pensar en Louis no amandolo, Louis haciendo su vida con alguien más. No podía siquiera pensarlo, ni hipotéticamente.

Aceptaba que él era el culpable de todo lo que estaba pasando, pero esa no podía ser la solución.

Estuvo con Mark sentados ahí, en silencio o si Mark en algún momento habló, no lo supo.

Y en algún momento se fue, hasta que él quedó solo, sentado mirando el suelo como si allí, pudiera encontrar la solución a algo que no le tenía.

***

Louis no había vuelto a ver a Harry en el resto de la mañana. De todos modos, había pedido que no lo dejaran pasar a menos, que lo niños vinieran con él. Louis no tenía ánimos de discutir. Quería estar tranquilo, terminando de leer ese libro que le había pertenecido a un paciente anterior, sin William, sin voces. Solo paz, y más calmantes que lo dejaban como un zombie.

Pero por la tarde, casi al anochecer, la puerta de su habitación se abrió y la cabellera rubia de Nathan se asomó. El venía riendo, completamente ignorante a la situación que lo había traído hasta. Suponía que Harry había sido lo bastante creativo para inventar una historia que dejara intacta la sonrisa de Nathan.


Pero en el caso de Darcy, no era tan fácil decirlo. Ella en cambio, había sido testigo de los cristales sangrientos. Así que Louis la miró, aunque ella no lo hacía. Asumía que no sería fácil para ella mirarlo, luego de prácticamente verlo sujetando las manos de la muerte. Le daría tiempo. Que sanara a su manera.

— Los niños querían verte -dijo Harry, sin mirarlo. Sujetaba celosamente la mano de Darcy.

Entonces Stan apareció, con un ramo de rojas y la barba completamente descuidada. Harry no lo reconoció al principio, pero fueron solo segundos, cuando se molestó de lo que veía.

— Joder… hasta que te veo la cara -murmuró Stan, sin ser consciente de que Harry estaba en la habitación. Miraba solamente a Louis y a Nathan que estaba recostado a su lado —. Louis… Dios ¿Cómo te sientes? ¿Estás bien?

Louis se conmovió tanto que olvidó de preguntar si el había sido uno de esos hombres que lo habían violado, y sobre todo, preguntar porque lo había dejado solo esa noche. Pero Louis lo veía arrepentido, con el corazón roto. Y era exactamente lo que más le gustaba de Stan: mostrar que realmente le importaba.

— Nos vamos -dijo Harry y solo entonces, Stan notó su presencia. Y no hizo más que mirarlo, entre desafiante y enojado.

Louis no opuso resistencia cuando Nathan fue llevado, junto con Darcy que no había dicho absolutamente nada desde que había llegado.

Pero se quedó con Stan, mirando sus rosas rojas y apoyando su cabeza contra su hombro cuando Louis lo invitó a recostarse a su lado.

Comenzó a deshojar una rosa, mientras Stan dormía con la nariz apenas escondida en su cuello.

Y contó, mientras arrancaba un pétalo, el principio del inevitable fin.

Save me from The Dark » Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora