8. El pasado de Louis.

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«Mi corazón es suave, mi pasado es áspero»

A Louis siempre le parecieron tontas las personas que hablaban de la felicidad, como si fuera algo que se consigue a la vuelta de la esquina. Pensaba que esas personas, las que eran felices auténticamente no sabían nada acerca de ganarse esa preciada sensación.

La felicidad no era gratis. A Louis le había costado vomitar postrado frente a una diosa que no existía para comprobarlo; sangrar, llorar, hasta incluso un intento de suicidio.

Pero la felicidad estaba cada vez más lejos de su alcance. La mirada aterrada de Elizabeth mientras sujetaba su brazo de lo terminó por confirmar. Cuando creía estar a pasos de ser feliz, se encontraba caminando en reversa.


Por otro lado, Beth todavía lo estudiaba con la mirada mientras soltaba suavemente su brazo, y a la vez, cuidaba de que no lo quisiera hacer de nuevo.

Varias preguntas se amontonaban en la cabeza de Beth; ¿Por qué Louis utilizaba dañarse como un mecánico de defensa? ¿Tenía eso que ver con ese pasado que vaciaba sus ojos y lo dejaba como un muñeco de trapo?


No debía urgar en heridas del pasado tan rápido, pero Beth estaba obsesionada con ser la mejor.

— Cuándo… -preguntó, tan aturdida como lo estaba Louis. — ¿Cuándo fue la primera vez que intentaste dañarte?

Louis tragó saliva mirándose el brazo; sus uñas estaban ahí, marcadas.

Ignoró la pregunta de Beth, miró hacia el frente. William estaba sentado sobre sus piernas, sujetando todavía su muñeca y su sonrisa seguía ahí, marchita, escalofriantemente pacífica.

¿Es que Beth no lo veía? ¿No lo sentía? Estaba ahí, en vivo y directo con esa sonrisa que era como la del gato sonriente solo que más perversa, más macabra. Louis se perdió entre los cortes de su piel, que era de un color azulado y violáceo, simplemente perfecto y simplemente horripilante. Louis lo miraba, se perdía en él ¿Y nadie era capaz de notarlo? Si Louis podía jurar que podía tocar su rostro con solo estirar la mano.

— Louis -llamó Beth, mirando hacia donde Louis parecía estar hipnotizado; solo aire, solo Louis mirando hacia la nada pretendiendo que ahí, ahí lo estaba todo.

Louis la miró, algo reacio a hacerlo. Se preguntó mentalmente que podría distraerlo tanto.

Beth pareció entenderlo todo al cabo de segundos. Entendió las marcas en sus brazos y las cicatrices en sus muñecas. Louis estaba viendo eso que, según sus palabras, lo hacían sentir un loco.

— No es real -murmuró ella y Louis la miró confundido ¿Qué no era real? Entonces ¿Cómo explicaba las uñas que tenía marcadas en su piel? ¿Acaso no había visto a William hacérselas en frente de ella? Louis comenzaba a dudar de su competencia laborar.

— ¿De qué hablas? -preguntó Louis fingiendo desentendimiento.

Pero Beth, parecía demasiado curiosa en saberlo todo acerca de él en una sola sesión. Era ambiciosa; quería ser la mejor, la número uno.

— Háblame de tus cortes -pidió, mirando las cicatrices profundas que adornaban su piel. La marca de ese pasado que parecía nunca querer irse.

Entonces Louis se miró las muñecas, tomándose el tiempo del mundo mientras recordaba cada corte que había trazado sobre su piel; desde el más pequeño hasta el más profundo. Todos en ocasiones distintas pero por un mismo motivo. El sujeto que nunca dejaba de perturbar sus sueños.

Save me from The Dark » Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora