4. Señales.

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«Tengo que decirte en que estado me encuentro, tengo que decirte en mí tono más fuerte que empecé a buscar una señal de advertencia»

Desde ese entonces, el tiempo pareció volar porque cada día, había una excusa nueva y al final, había pasado un mes. Un mes sin saber porque Louis tenía dedos marcados en la muñeca.


Harry había notado cada pequeño cambio en Louis, desde el más insignificante. Su falta de sueño había sido la primera señal de alarma, la primera cosa que llamó su atención y sobre todo, la primera vez que Louis no le decía lo que le pasaba. Más hiriente era preguntar, y que Louis pusiera era sonrisa ensayada y los ojos llenos de una felicidad y calma falsa para responder lo mismo.

Estoy bien

Pero Harry sabía que no era así.

Unos días atrás, en la noche precisamente fue cuando pasó lo que a él le gustó llamar la segunda advertencia. Él mismo Harry reconocía que el día había sido cansador y que Louis hubiera optado por una ducha para dormir, lo había calmado de no ser que Louis salió extraño y ni siquiera trató de ocultar las uñas marcadas en su brazo.

Harry estaba horrorizado.

“¿Qué pasó?” Había preguntado Harry y lo miró por segundos, quizá minutos, porque Louis se quedó mudo hasta que reaccionó y miró su brazo. “Yo no fui” había contestado con simpleza mientras miraba su brazo y ponía esa sonrisa mecánica que sabía, no era real.

La tercera señal fue una noche, no muy distinta a las otras, en las que Harry se dormía preguntándose quién dañaba así a Louis. Se despertó por un fuerte gritó de Louis. No recordaba a la última vez que lo había visto así; con las manos en las orejas y los ojos cerrados. Darcy estaba al lado de la cama y Nathan lloraba desde su habitación. Nadie entendía lo que pasaba. Darcy se ocupó de Nathan mientras Harry intentaba calmar a Louis.

Esa noche discutieron. Louis decía que no le pasaba nada pero Harry seguía insistiendo en una respuesta. Se sentía con el derecho de hacerlo, después de todo, Harry se preocupaba por él pero Louis seguía insistiendo en que estaba bien.


Los días siguientes fueron normales, Louis por una semana volvió a ser lo que era.

Pero Harry lo seguía observando de cerca.

***

Louis reconocía que había sido un mes difícil. Las pesadillas habían vuelto, no con frecuencia pero cuando aparecían, sacaban ese miedo que Louis creyó haber enterrado.

No dormía más de dos horas seguidas sin despertar por algún motivo. Tampoco fingía dormir cuando Harry se despertaba. Las ojeras que tenía lo delataban de cualquier forma.

Louis necesitaba convencer a Harry de que estaba bien.


Había sido su idea. Proponer un día de pesca aunque a Louis no le gustaban en lo más mínimo. Harry aceptó tan pronto como terminó de hablar y ese domingo, la familia iría al lago más cercano y la pasaría bien luego de un mes de peleas nocturnas y silencio incómodo en la mesa.

Mientras buscaba repelente para mosquitos, sintió suaves pasos tras de él. Los reconocía de memoria porque cada noche los oía hasta que se detenían al lado de su cama.

Louis había decidido llamarle William luego de aceptar rendido que William no sé iría.

Al darse vuelta, él estaba ahí. Louis seguía sin acostumbrarse a verse así mismo y no reconocerse. William siempre llevaba heridas en el cuerpo y los ojos negros. La sonrisa torcida de sus labios no se iba nunca como el tono azulado de su piel.

— No tú -dijo Louis en un susurro tembloroso. Retrocedió un paso a la vez que William avanzaba uno.

— Creí que te pondría feliz verme -dijo acercándose más a él hasta tenerlo acorralado contra el armario.

— Desaparece. No eres real -dijo como si fuera un mantra de seguridad. Cerró los ojos con fuerza cuando sintió los dedos fríos de William sobre sus mejillas. Abrió los ojos para verlo a centímetros de su rostro.

— Estoy aquí. Me sientes -murmuró bajando su mano por el brazo derecho de Louis. —. Me sientes -repitió mientras clavaba sus dientes en el antebrazo de Louis.

Louis gimió mordiéndose los labios.

Cuando la puerta de su habitación se abrió, y Nathan apareció, William se esfumó y Louis se encontró con el brazo a penas elevado y dientes marcados en este.

— ¿Vamos papi? -preguntó Nathan no entiendo nada. Louis lo cargó.

— Claro campeón, vamos.


Harry puso en marcha su auto ni bien todos estuvieron sentados. Cantó cuando Louis venía demasiado silencioso y pensativo como para charlar.

Al llegar, Harry y Louis se encargaron de las cañas mientras que Darcy llevaba la carnada y Nathan seguía los pasos de su hermana mayor.

Pasaron la mayor parte de la mañana ahí. Fue tranquilo, como si las peleas con Louis nunca hubieran existido. Harry disfrutó de ese momento con familia, con su esposo siendo tan encantador sus hijos siendo tan inocentes. Harry no podía pedir nada más.

Cuando el sol comenzó a ponerse, y las estrellas iluminaron el firmamento, Harry sintió cosquillas en el pecho cuando miraba a Louis y sus ojos brillaban tanto como lo hacía el cielo.

Al final no pescaron nada, pero todos estuvieron de acuerdo en pedir pizza esa noche cuando llegaron a casa.


Tras hacer dormir a los niños, Harry no le dió tiempo a Louis de decir una palabra cuando lo besó ni bien entraron a la habitación. Con las luces encendidas, le quitó la ropa y recorrió su cuerpo de memoria, cada lunar, cada rinconcito. Louis gemía mientras lo acariciaba sin parar.

Louis mordió sus labios fuertemente mientras Harry lo dilataba. Le encantaban sus manos y su forma de conocerlo; le hacía casi imposible mantenerse callado.

Le encantaba la forma que tenía de tratarlo; la forma tan firme y tan delicada de tomar su cuerpo; de llevarlo a lo alto y mantenerlo ahí.

A Louis siempre le había gustado cuando Harry escondía su cabeza en su cuello y gemía con los dientes apretados.

Solo que esa ocasión, cuando Harry sacó la cabeza para besarlo, Louis no veia a Harry.

Louis veía a William.


Save me from The Dark » Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora