32. Tiempo.

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«Amarte podría hacer llorar a Jesús»

Había olvidado lo que era verlo dormir. No había querido dormir después de que los ojos se cerraban suavemente hasta que estaba dormido, mirando al techo, lejos de él, quizás arrepentido de lo que habían hecho.

Pero durmió. Y Harry sintió tanta emoción cuando lo hizo. No quiso dormir también, no quería perderse por nada del mundo verlo dormir, notarlo tan tranquilo como hacía tiempo no lo notaba. Le miró mejor el cuerpo, el color morado que no se iban, los huesos que sobresalían. Lo contempló intentando buscarle otra salida que no sea la que lo atormentaba, pero no hallaba nada.

Todo parecía estar tomando un rumbo que no tenía retorno, ni desvíos, ni paradas. Un viaje largo con un destino final incierto. Harry entendió cosas que no quería entender mientras miraba las heridas en sus brazos, las nuevas que adornaban sus muslos y las viejas que cicatrizaban sobre su vientre. Se está preparando pensó con un nudo en la garganta mientras lo acariciaba, aún sabiendo que Louis no se preparaba para morir, sino que esperaba hacerlo, que todos esos cortes que tenía en la piel eran pequeños lo intentaré otro día, hasta que sea inevitable. Porque iba a llegar el trágico día que Louis conseguiría hacerlo.

Pero no quería. Aún si Louis lo veía como una necesidad no le dejaría. Le resultaba macabro imaginarse un futuro sin él, una vida sin él ¿Podria la vida ser vida sin Louis planeando esa muerte inexorable?


Aceptó cosas que no quería aceptar mientras terminaba de amanecer. Harry tenía los ojos rojos por reflexionar, por llegar a esa solución que sería beneficiosa para todos los implicados en ese infinito drama.

Entendió que las palabras no servirían, que las acciones morirían con el olvido, que era más fácil que Louis muriera que convencerlo de no hacerlo. Lloró con los dedos recorriendo sus costillas suavemente, con cuidado.

Deberías comer más susurró bajito para no despertarlo. Se limpiaba constantemente los ojos que se le nublaban por las lágrimas que se detenían.

Era lo difícil de dejar ir a una persona. Sabes que es lo correcto pero eso no quiere decir que se sienta del mismo modo.

¿Cómo seguir pretendiendo que todo entre ellos estaba bien cuando Harry le había demostrado de la manera más cruel que estaba equivocado? Ya no lo culpaba. Ya no se podía vivir de ese modo. Eso ya ni siquiera era vida.

Y Louis ya no vivía.

Se acomodó sobre su cuerpo y besó sus labios lentamente, probó en ellos ese dulce sabor que todavía conservaban y lloró aún más porque aún teniéndolo bajo su cuerpo, lo extrañaba, porque esa persona no era de la que se había enamorado. Entendió que no solo las sogas y un corte en las venas matan; los recuerdos y las palabras también lo hacen. Había borrado ese “nosotros” con lágrimas y sangre y era momento de aceptarlo. De soltar, de seguir.

Louis se despertó por la humedad en sus mejillas. Le costó un par de segundos asimilar a Harry besando sus labios. Le costó otro par de segundos asimilar que las lágrimas que tenía en las mejillas no eran suyas.

Quiso alejarlo. No lo hizo.

— Perdón… -dijo y Louis tembló. Harry sollozaba sobre sus labios y sostenía su rostro con ambas manos. Tenía los ojos cerrados y su voz temblaba — Lo dije millones de veces y te lo diría un millón de veces más para que me perdones. Por favor, lamento lo que hice, lamento haberte hecho esto. Te amo como no tienes idea mí amor… pero ya no puedo seguir sosteniendo tus manos. Ya no puedo… -sollozó con más ganas y escondió su rostro en su cuello. Louis también lloraba mientras con cuidado le rodeaba los hombros y trataba de respirar. Harry arriba suyo no era exactamente un peso liviano — Ya no puedo seguir tomando decisiones por ti. Merezco que me odies, que no me quieras ver… pero ya no puedo. Me duele mucho verte así, estás tan delgado, tan frágil que tengo miedo de romperte más -Harry temblaba y empañaba su cuello con lágrimas y susurros bajos — ¿Me amas aún? Dilo, aunque sea, miénteme. Solo dilo. Si te voy a dejar ir… por favor, di qué amas.


Save me from The Dark » Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora