33. La noticia inesperada.

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«Pero continuó regresando a ti»

Louis se había vuelto el innombrable de la casa, al cabo de un mes. La canción que había perdido sentido tras escucharla constantemente. El cuento que no tenía final feliz, el recuerdo que se atesoraba polvoriento arriba del estante más alto.


Sus cosas desaparecieron por arte de magia o eso les dijo Harry a los niños cuando preguntaron porque la habitación estaba tan vacía. No les quiso hablar de ese ataque de ira que le dió cuando se tentó por el alcohol y estuvo ebrio en su habitación, a las cuatro de la mañana porque eso de extrañar, al principio no era fácil.

¿Cómo se olvidaba a una persona si con intentar olvidar ya la estabas recordando? Harry  dejo de intentar olvidar a Louis al cabo de dos horas después de su partida. Era inútil. No lo olvidaría pero no lo pensaría con la misma frecuencia. Una semana más, justo después de ese arranque improvisado de ira, dejo de buscar su cuerpo al otro lado de la cama, de llamarlo con el pensamiento, de masturbarse pensando en esa última noche en la que estuvieron juntos. Parte de superar, es dejar de hacer costumbre todo aquello que te recuerda a esa persona.

Harry lo estaba haciendo bien. Era otra persona, una incompleta, pero medianamente feliz al fin y al cabo. Había vuelto la niñera que se había ido cuando Louis regresó. Había pedido un cambio de horario en Future For Me para pasar más tiempo con sus hijos, porque si algo le había enseñado la despedida de Louis, era que quería a su familia más que nunca.

Darcy y Nathan eran todo lo que importaba.

Suponía que ellos lo extraban, casi tanto como lo hacía él. Harry sabía porque Louis se iba, pero los niños todavía no terminaban de entender porque Louis los habia rechazado, y no quiso siquiera despedirse. Cada uno tenía su forma de afrontarlo. Darcy ya no lo pintaba, y Nathan había dejado de pedir por él. Hacían de cuenta de no había existido, que había sido un buen sueño del que ya habían despertado. Harry les envidiaba por momentos. Hacían lucir fácil lo que parecía imposible.

El día domingo, despertó con la risa de los niños. Sonrió un poco antes de comenzar su día libre. Les quería, a veces no los soportaba, pero por nada del mundo, los dejaría.

Le gustaban los días domingo, cuando la niñera tenía su día libre porque Harry había elegido ese día para pasar más tiempo con los niños.

La actividad de esa tarde consistió en armar galletas. Ahí estaban riendo a todo pulmón como si por dentro, la herida que se llevaba no sangrara. Darcy fue quien más le ayudó mientras Nathan se había entretenido amansando una y mil veces un pedazo de masa restante.

Hacía frío. Darcy creyó conveniente que la tarde de galletas fueran incluidas tazas de chocolate caliente y una película de Disney. Nadie opuso resistencia. Harry les ordenó ir a la sala mientras el ordenaba el pequeño desastre que habían creado.

Entonces el timbre sonó, justo después de que Harry sacara las galletas del horno. Se limpió las manos, luego se quitó el delantal y fue a la puerta que sonó una segunda y tercera vez.

— ¿Mark?

Mark le miró en silencio, con algo pesado en su mirada. No le veía desde el divorcio con Louis y no terminaba de entender que lo traía por aquí, si Louis no vivía allí.

— Buenas tardes, Harry.

Harry le miró confundido, con el ceño fruncido ligeramente — Pasa, por favor. Aún eres bienvenido aquí.

Lo dijo más acusador de lo que pretendía. La verdad era que había quedado algo resentido con su ausencia repentina ¿Qué culpa tenían Darcy y Nathan de lo que sucedía? ¿Acaso porque Louis y él se había divorciado, les daba la obligación de no ver a sus nietos? Caminaron hacia la cocina. Mark miró con una pequeña sonrisa a los niños que lo miraban entre sorprendidos y confundidos ¿Qué hacia ahí? Era exactamente lo mismo que se preguntaba Harry.

Save me from The Dark » Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora