«Lo que no te mata, te hace desear estar muerto»
Cuando Louis despertó, no lo hizo en su habitación, ni en la casa de Stan, ni siquiera en una cama. Lo hizo en un cubículo del baño, con los pantalones abajo y manchas moradas sobre el pecho. Miró largos minutos los azulejos del baño, intentando recordar que había pasado, pero era inútil. De cualquier forma, como lucía en esos momentos, era más que obvio. Pero le gustaría recordarlo; saber cuantos esa noche se habían aprovechado de él.
Intentó ponerse de pie, pero sintió un dolor tirante en su parte baja. Tomó una profunda respiración antes de mirar hacia abajo, y mirar lo que no estaba preparado para ver.
No solo había semen seco sobre su barriga, había manchas rojas sobre sus muslos, que se encontraban incómodamente flexionados. Comenzó a respirar agitadamente, antes de solo colapsar.
Evitó gritar, pero lanzó patadas contra la pared, comenzó a odiarse como hacía tiempo no lo hacía. Se sentía sucio, un puto pedazo de carne sentado ahí, completamente usado, completamente roto.
Comenzó a sollozar cuando dejó de patear la pared. El llanto brotó desesperado de sus labios. Su cuerpo se sacudió con cada sollozo que se escapaba. Sin darse cuenta, también arañaba su piel, como si con eso, pudiera aminonar lo mal que sentía; frenar las ganas incontrolables que tenía de morir. A cada segundo, se veía cada vez más seducido por la idea.
Todavía no amanecía. Lo supo por la oscuridad que se filtraba por la pequeña ventana que había en el baño y por la música que todavía sonaba alta allá afuera. Tragó saliva y se puso de pie, gimiendo de dolor. Se ayudó con las paredes y tan pronto estuvo de pie, las nauseas le ganaron. Cayó arrodillado en frente de retrete y comenzó a vomitar todo el alcohol que todavía tenía en el cuerpo.
Nunca le ardió tanto la garganta como en ese momento. Se puso de pie otra vez, con vómito en su rostro y parte de sus ropas y salió.
Mirarse en el espejo era más fuerte de lo que hubiera pensado. No sé reconocía mientras se abotonaba la camisa e inspeccionaba sus ojos; rojos y cansados. Ese Louis que tenía en frente no le gustaba, pero seguirse negando a él, era tan inútil como querer nadar en contra de la corriente.
Cuando salió del baño, había un número considerable de personas todavía bailando una contras otras. No se molestó en buscar a Stan mientras se encaminaba hacia afuera. El cielo comenzaba a aclararse mientras caminaba por el costado de la carretera hasta que un taxi se detuvo a su lado y ofreció llevarlo.
El viaje fue silencioso. Un anciano de casi cincuenta años venía manejando, mirándolo a través del espejo retrovisor, como su buscara el momento perfecto para hablar, para preguntar. Louis casi podía imaginar sus preguntas, y saber lo que significaba esa estúpida mirada de compasión. Louis no sabía que iba a responder, ni cómo decir que odiaba que lo miraran de esa forma, pero no tenía voz. No cuando tenía arraigadas las ganas de llorar en la garganta y como la vergüenza que sentía en esos momentos, lo llevaba a mantener la cabeza gacha, apoyada contra el cristal.
Cuando llegaron, lo primero que notó fue que el auto de Harry no estaba en la entrada. Eran cerca de la ocho de la mañana cuando llegaron. Louis suspiró, intentando pagar con lo último que le quedaba en los bolsillos pero amablemente, el señor le dijo que no hacía falta. Louis solo lo miró, y asintió lentamente antes de bajar.
Caminar nunca se sintió tan incómodamente doloroso como esa mañana. Louis trataba de bloquear cualquier recuerdo que se asomaba, pero el dolor tirante que sentía en su espalda baja lo hacía casi imposible. Y comenzó a llorar, como si fuera todo lo que sabía hacer.
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Save me from The Dark » Larry Stylinson
Fanfiction[...] El problema quizás comenzó cuando los vió tan delgados, tan devotos y entregados a la que alguna vez, también fue su Diosa [...] [🥀] Segunda temporada de "In the dark" Disponible en mi perfil.