3. Suéter largo.

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«Lo he dicho una vez, lo he dicho dos veces, lo he dicho unas mil jodidas veces, que estoy bien, que estaré mejor, que esto solo está pasando en mí mente.»


Louis no recordaba como se quedó dormido, pero cuando abrió sus ojos, el reloj marcaba las cuatro de la mañana. Tardó unos minutos en terminar de despertar. Quitó el brazo de Harry que atravesaba su vientre y se levantó hacia el baño.

Sus ojos inspeccionaron con detenimiento los dedos que tenía bien impresos en su piel; de color entre verde y morado. Lo miró más tiempo del que debía preguntándose si estaba soñando o si el dolor no era más que un espejismo de lo que veía. Se seguía negando a todo lo que sucedía.

Lavó su rostro tres veces seguidas y se miró la muñeca durante veintiún segundos como si así, las marcas fueran a desaparecer pero no lo hicieron. Y con cada segundo que pasaba Louis se convencía de que no era un sueño.

Volvió a la cama; Harry estaba de espaldas asi que esa mañana le tocó ser la cuchara grande. Lo abrazó y cerró los ojos, sin darse cuenta de que temblaba y no sabía si era el miedo o quizás el frío o ambas cosas. Le gustaba mucho sentir el cuerpo de Harry, y tener esa sensación de tranquilidad y paz que era casi tan efectiva como una píldora antidepresiva.

Le besó el cuello antes de dormir, con sus manos bien sujetas a Harry como si en cualquier momento, desapareciera.

En el fondo, temía de que así fuera.

****

Cuando el despertador sonó, a eso de las siete de la mañana, Harry fue el primero en despertar, y el primero en insistir una ducha juntos, sin embargo, Louis supo negarse sutilmente. Las marcas en sus muñecas fueron las que lo detuvieron cuando estaba a punto de decir sí.

Harry se fue al baño luego de besar sus labios, mucho más antes de que sus manos pudieran desvestirlo. Louis aprovechó para vestirse rápidamente con un suéter de Harry; de esos que le quedaban grande y que servían para ocultar hasta la punta de sus dedos.

— ¿Tienes frío? -preguntó Harry saliendo de la ducha solo en bóxer; con una toalla, a la vez, secaba sus rizos.

Louis asintió abrazando su cuerpo con sus manos. — Un poco -mintió, sentía que podría asarse ahí dentro.

Harry rió acercándose a la ventana. — Nunca hay sol en Inglaterra, y ahora que lo hay ¿Tienes frío amor?

Louis también rió acercándose a él. Harry lo tomó de la cinturilla de su pantalón para atraerlo a su cuerpo y besar sus labios. — Exagerado -le dijo sobre los labios, sonriendo. —, vas a sudar mucho.

Louis negó, poniendo sus manos pequeñas y frías en las mejillas de Harry; le dió un suave beso en los labios. — Sabes cómo soy, Haz.

Con otro beso, Harry dejó de hablar del tema.


En la mesa, el sonido de las tazas se mezclaba con la plática. Louis se enorgullecía de decir que su familia era casi tan unida como cualquier otra. Mientras los miraba desayunar -porque él extrañamente había amanecido sin apetito -, no dejaba de sonreír. Le gustaba como los ojos de Harry brillaban cuando miraban a sus hijos y la sonrisa dorada, casi deslumbrante que se plantaba en su rostro desde que despertaba, hasta que dormía. Louis amaba a su pequeña familia.

Ambos se despidieron de Darcy en su salón cuando le llevaron a su escuela e hicieron lo mismo cuando llegó el turno de despedirse de Nathan, haciendo la misma promesa de recogerlos ni bien el trabajo terminara, solo así, sus hijos se quedaban tranquilos.



Save me from The Dark » Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora