17. Ana.

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«Lo que no te destruye, te deja roto en su lugar»


Se despertó de un sueño que no recordaba. Su silencio debió haber sido sospechoso, de otra forma, no se explicaba porqué Harry golpeaba de esa forma la puerta.

Tardó varios en segundos en responder. Se quedó contemplando lo rojo que se veía su brazo con sangre seca en todo lados, y la cuchilla todavía cubierta de sangre en su otra mano. Tragó saliva, intentando recordar cómo se había hecho eso, y porque William no estaba a su lado. Se preguntó si William lo había dañado de esa forma, y de ser así ¿Por qué tenía la cuchilla en su mano?

Decidió que lo mejor, era no recordar. De todos modos, le gustaba mucho el ardorcito que sentía en la piel.

Otra vez el golpeteó incesante de la puerta lo distrajo. No sé molestó en mirar a Harry cuando abrió la puerta. Lo que parecía haber sido una larga siesta de horas, había sido un pequeño sueño de menos de tres minutos.

— ¿Qué mierda hiciste? -lo escuchó preguntar y Louis no lo miró. Miró el techo, todavía con la cuchilla en su mano.

¿Sonaba loco decirle que él no recordaba haberse dañado? ¿Qué sospechaba que William lo había hecho para luego huir?

— No solo te quedes acostado ahí, joder. Los niños llegarán en cualquier momento… y tú… solo… joder.

Louis no se puso en pie. Se sentía demasiado ido para hacerlo. Demasiado débil intentando recordar cómo esos cortes habían llegado a su brazo cuando él estaba casi seguro de que no lo había hecho.

Y sonrió, porque quizás, William era más pícaro de lo que creía.

— ¡Levantate! -exigió Harry y Louis rodó los ojos, poniéndose de pie.

— No fui yo -murmuró Louis y luego empujó a Harry cuando notó que sus manos lo sostenían por la cintura — ¡No me toques!

Harry suspiró; parecía estar contando mentalmente para no perder la paciencia  — ¡Solo muevete! ¿Es que acaso eres un enfermo? ¡Mira lo que te hiciste! ¡Y en el cuarto de Darcy! ¿Qué mierda le pasa a tu cabeza?

— No te importo antes. No sé porque te preocupas ahora.

Dicho eso, salió de la habitación y Harry se quedó limpiando el desastre que había hecho, o mejor dicho, que William había provocado.  Louis no recordaba como se había lástimado, ni cómo William lo había herido pero le parecía mejor así. Casi anochecía, mientras Louis se encontraba quitando las manchas de sangre que todavía tenía. Harry apareció luego de cambiar las sábanas de Darcy y dar vuelta el colchón.

Harry lo miró, cada vez más convencido de que ese que tenía ahí, no era su esposo. Porque estaba casi seguro que ese Louis que se dañaba, estaba muerto.

Sin embargo, ahí estaba Louis con el brazo lleno de cortes.

Tragó saliva y buscó en las alacenas, el botiquín de primeros auxilios. Suspirando pesadamente, se acercó hacia Louis.

— Déjame ayudarte.

Louis lo miró sobre su hombro, mientras terminaba de limpiar sus heridas. No le dijo nada mientras le arrebataba de las manos el botiquín y se sentaba en la mesa.

— No pedí tu puta ayuda -gruñó mientras abría el botiquín.

— Cuida tu vocabulario -gruñó Harry de igual modo —. Vale, haz lo que te venga en gana, grandísimo idiota. La próxima, solo hazlo más profundo si tantos deseos tienes de morir.

— Lo haré Haz, no te preocupes -murmuró vendando su brazo.

En otra oportunidad, quizás eso le hubiera roto el corazón.

Pero no se puede romper lo que ya está roto.

— ¡Papás, estoy en casa!

Darcy apareció en la cocina minutos antes de que el reloj marcara las nueve de la noche, y diez minutos antes de que Louis volviera con un suéter de Harry, de aquellos que le quedaban grande y cubrían hasta la punta de sus dedos.

— Hola cariño ¿Cómo estás? -preguntó Louis agachándose para besar su frente.

— ¡Bien! Te eché de menos anoche. Papá no durmió esperándote -comentó Darcy encogiéndose de hombros.

En ese momento, apareció Mark con un Nathan dormido en brazos.

No intercambiaron palabras, más que mirada curiosas. Mark notó el silencio incómodo de la sala, porque hacia tiempo había notado el cambio; la distancia entre su hijo y Harry ¿Pero quién era él para comentar lo que no le importaba? La sonrisa que llevaba Louis lo calmó de alguna forma. Antes de irse, los miró una última vez.

Darcy le platicaba de algo que Harry no escuchaba mientras preparaba la cena de esa noche. Se encontraba mirando donde Louis estaba sentado, con Nathan que había despertado no mucho después de que Mark se fue.

Louis era prefecto actuando como si pasara nada; como si no tuvieran un charla pendiente, como si su brazo no estuviera herido. Se preguntó si era así, cuando despertaba y Harry no estaba en casa ¿Qué le decía sobre su ausencia a los niños? ¿Qué historia inventaba para mantener intacta la sonrisa de sus hijos? Louis estaba soportando todo por ellos, porque Harry lo miraba con atención; notando humedad en sus ojos. Lucía casando, quizás de fingir, quizás de seguir despierto, Harry no estaba seguro pero lo conocía, y de memoria. Eran de esos momentos en la que la tristeza ensombrecía a Louis y tomaba su cuerpo hasta dejarlo marchito.

Y esta vez, Harry no podía hacer nada al respecto.

Se sentaron en la mesa. Harry sintió que habían pasado años desde la última vez que había estado con su familia. Darcy no paraba de hablar sobre lo que habían visto en su visita al zoológico, y Nathan se encontraba demasiado concentrado en embarrar su rostro con puré de papas.

Louis estaba sonriendo, contestando ocasionalmente sin tocar su plato, y Harry lo miró, intentando averiguar porque no lo hacía, que lo atormentaba tanto.


Louis solo sonreía, como el actor principal de una tragedia; él que debía mantenerse de pie por los demás hasta último momento.

Hasta que llegase el punto en el que solo colapsaría y todo se caería abajo.


— ¿No tienes hambre papá? -preguntó Darcy limpiando su boca cubierta de puré.

Louis sonrió, negando levemente — No tengo hambre.

Esa era una razón. Si Louis sonreía, no lo hacía por gusto. Lo hacía por no espantar pero tal parecía, nadie notaba lo que estaba sucediendo.

Louis tragó saliva, acostumbrándose a los dedos que tapaban sus bocas; esos que eran delgados y fríos. Le quitaban el hambre.

Escuchó la voz combinada de William con la voz femenina de alguien repitiendo mil veces lo mismo, sin parar, sin pausas, sin tomar siquiera aliento.

No comas, no comas, no comas


Fue cuando notó que la mano que se envolvía alrededor de su boca, le pertenecía a una mujer de edad; de piel blanca, casi transparente. Se apoyaba contra su hombro, repitiendo una y otra vez lo mismo. William sonreía, a su lado, con los ojos negros y las heridas abiertas, sangrantes.

No comas, no comas, no comas  no comas, no comas

— ¿Por qué no comes? -preguntó esta vez Harry, empujando su plato hacia adelante, decidiendo que tampoco tenía hambre.

Y Louis solo rió, viendo tonto explicarle a alguien que no entendía, que Ana estaba a su lado, y que está vez, no le fallaría.

Prefería tener el corazón roto, antes de poner un poco de comida en su boca.








Save me from The Dark » Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora