30. Solo sostener.

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«Una señal, un presagio, una falla ¿Por qué este mundo sospechoso me confundiría? Infinitamente, muchos problemas se quedan en mi cabeza. Me siento cada vez más confinado ¿Dónde estamos aquí? No soy yo. Me veo a mí mismo y sé que no lo soy»


La puerta estaba entreabierta, cuando llegó tambaleante otra vez a casa. Se convenció de que en todos lados corría riesgo, que era en vano intentar buscar un lugar seguro. William le recibió bañado en sangre que no era suya, justo cuando comenzaba a amanecer, entendió porque está vez, la sangre que William llevaba en el cuerpo, si manchaba el piso.

— Te esperaba.

Louis lo ignoró. No quiso escucharlo mientras caminaba con el cuerpo adolorido una vez más a la habitación.

Se sintió sin aire. El cuerpo de Stan todavía estaba ahí, manchando el piso, las sábanas, todo. Miró a William que estaba tras de sí, con una sonrisa más que satisfecha. Intentó enojarse, pero no lo hizo. No queria tener que lidiar con eso ahora, cuando se sentía tan cansado. Le dió una última mirada antes de caminar a la cama y tomar lugar al lado del inerte cuerpo de Stan.

Por supuesto, William se recostó en el lado contrario, con la diferencia de que abrazaba el costado de Stan con una sonrisa grande y los ojos cerrados.


— Me violaron de niño -dijo, aun sabiendo que Stan no lo oía. Pero se lo debía, le debía las explicaciones que ahora, nunca más entendería —. Me marcaron de formas que no imaginas. Y tú no ayudaste mucho. No lo hiciste -intentó no llorar, pero su labio inferior temblaba mientras agarraba la mano de Stan, que todavía estaba tibia —. Lo siento. Se que me querías, y yo quería intentarlo pero no podía. Ya no me rompieron demasiado el corazón como agregarle otra herida. Te quería, juro que lo hacía, pero no podía olvidar todo el daño que me hiciste —apoyó su frente contra el hombro de Stan y llorò —. Por favor, lo siento… te extraño, me siento solo. No quería hacerlo, joder… por favor… dime que todo estará bien. Follame si quieres… pero tocame. Por favor… hazlo.

No entendía de razones, no cuando se sentía tan sólo y completamente olvidado. Intentar sanar era equivalente a quitar una costra de una herida que no terminaba de curar. No tenía paz. No ahora que tenía la certeza de que no tenía control sobre lo que hacía/decía, que William no era tan cálido como pensaba, que Ana susurraba muy bajito que dejara de comer aún cuando hacía meses que no bebía mas que agua, y Mía, acariciando su cabello dulcemente mientras vomitaba porque se había llenado de más con agua.

¿Quién era él realmente? ¿Era un asesino, un loco, un ex esposo, un mal padre? ¿O lo era tal vez, un anoréxico, bulimico, depresivo?

Quizás sea todos ellos. Quizás esos pequeños títulos no lo definian pero decían mucho de lo que era; todo y a la vez, nada.


La puerta principal se abrió y reconoció sus pasos enseguida, como esas noches en las que no dormía por esperarlo. Se calló a la fuerza, espero que todo fuera producto de su imaginación y no se atrevió a abrir los ojos ni siquiera cuando su voz ronca retumbo en la habitación, erizándole la piel del miedo.


— Oh por dios... —escucha su voz en un susurró entre cortado. —Louis... ¿Qué has hecho? ¿Louis? ¡Louis!

— ¡Solo vete! —le gritó levantándose de la cama cuando Harry intentó tocarlo. A la luz del día, Harry pudo apreciar avergonzado los moretones que cubrían la blanquecina piel del más bajo. — ¡Solo dejame en paz! ¡Por favor ya no aparezcas más! Por favor... —sollozó empujándolo con las fuerzas casi inexistentes. Le miró como si no lo conociera ¿Cómo ese hombre le podía haber salvado la vida si hasta hace unas horas, le hubiera molido a golpes horas atrás? ¿Por qué parecía que a cada minuto, la existencia era cada vez menos inservible? — Vete, déjame en paz. ¿¡Qué más quieres!? ¡Largo!

— ¡Perdoname! -fue lo primero que gritó, ignorando el cuerpo sin vida de Stan y concentrándose sólo en sus ojos; hinchados por los golpes, llorosos por el dolor — Por favor… perdoname. La he jodido una y otra vez. Intenté dejarte en paz pero no puedo, no quiero y me niego a hacerlo. Le di tiempo al tiempo pero no funciona, no puedo y no quiero hacer como que no has existido nunca. Se que pedirte perdón no borra todo lo que has pasado -tragó saliva, Louis lo escuchaba en silencio, todavía con la mirada herida —, pero ya basta. Por favor… sólo detente.

Louis no contestó al instante. Analizó palabras por palabras en silencio, mirando sus ojos fijamente. Harry tragó saliva y se acercó lentamente a él.

— Por favor…

Entonces Louis reaccionó, como si hubieran apretado un botón en él. Harry cayó de espaldas al piso debido a la sorpresa. Louis estaba sobre él, con lágrimas en los ojos y las manos cerradas fuertemente en su cuello.

— Has tenido dos putas opciones desde el momento en que nos conocimos -dijo y Harry se quedó quieto, intentando en vano respirar —; amarme o dejarme aquí y tú has escogido la segunda, entonces ¿Qué mierda haces aquí?



Louis soltó su cuello y Harry no tuvo tiempo de respirar correctamente cuando la palma de Louis se estrelló contra su rostro una y otra vez.

— ¡Te odio! Hiciste todo más difícil, más complicado -le gritaba mientras le golpeaba; Harry apretó los ojos y los puños mientras todavía tosía sin parar y soportaba los golpes — ¡Quiero matarte, que sufras, que te ahogues en toda la mierda que me diste, te detesto, juro que te detesto!




— ¡Basta! -gritó Harry deteniéndolo. Se sentó de golpe, con Louis a horcajadas sobre él. — Basta... -susurró soltándolo pero Louis hizo ademán de querer golpearlo de nuevo, más Harry lo detuvo otra vez. — Basta —dijo antes de abrazarlo a la fuerza. Lo sostuvo entre sus brazos mientras se deshacía en llantos y trataba violentamente de liberarse, gritando mil incoherencias, repitiendo sin parar que lo odiaba. No se quedaba quieto; Harry no lo soltó. Lloró en voz alta al ver que ese que tenía, no sólo no era Louis, sino que era una versión demasiada dañada de la persona que se había enamorado; cicatrices desbordaban su cuerpo,  lágrimas que no dejaban de bajar, la tristeza y el pasado que nunca lo dejaban, que estaban arraigados a él como si fuera otra piel.


Harry intentó juntar todos los pedazos rotos en él, incluso si se cortaba las manos tocándolo, no le importaba. Se lo merecía por dejarlo y hacer de cuenta como que no existía por puro egoísmo. Lo abrazó hasta que Louis se rindió y lo abrazó de vuelta, fuertemente, clavándole las uñas en el cuero cabelludo. No dejó de llorar en ningún momento, tampoco dejó de susurrar ese te odio mientras le clavaba las uñas.

No le importó a Harry. Sólo lo sostuvo.


Lo sostuvo incluso cuando buscaba excusas para soltarlo, excusas que no encontraba, que desaparecían cuando sentía la violencia en su abrazo, el dolor en sus palabras, el odio en sus ojos.

Y lo sostuvo en el jardín, al lado de un montón de tierra removida donde el cuerpo sin vida de Stan yacía oculto.

Lo abrazó, sin importarle si se lastimaba, si Louis lo odiaba, si ya no había futuro.

Harry simplemente lo sostuvo como hacía tiempo no lo hacía.

Save me from The Dark » Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora