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Kenny se había quedado dos días en su casa, en el cual el niño curioso le preguntaba sobre algunas cosas de la iglesia, los libros que había leído y él le respondía todas sus dudas, incluso le prestó el libro de Romeo y Julieta para que lo terminará de leer.

Robby se esmeraba para que la comida quedara bien hecha y Miguel, no se quejaba para nada, con lo que sirvieran él era feliz, lo educaron para que no fuera melindroso a la hora de comer.

El Sacerdote viendo que la lluvia había cesado, fue a dar misa como de costumbre, después de terminar fue a dejar la carta en la mensajería y soltó un suspiro, camino hasta encontrar una tienda de dulces, se le antojo por el olor que estos y caso de entrar, compro unas bolsitas de gomitas y unas galletas cubiertas de chocolate

Siguió caminando hasta llegar a su casa y miro a Miguel arriba de una escalera arreglando el foco de la cocina, sentía que tenía el Jesús en la boca y camino rápido hasta el lugar

—¡Miguel! ¡¿Qué hace usted arriba?!, se puede lastimar! — Dijo alarmado acercándose, el Alfa le sonrió y bajo, total, ya había cambiado el foco.

—Pero Padre Robby, estaba aburrido, Lo siento—Exclamo como si lo hubieran regañado

—Tiene que cuidarse, si no, ¿Qué explicación le daré a su superior? —Dijo con una falsa voz de regaño un poco divertido por la cara de cachorro regañado del hombre

—¿Qué puedo hacer para que me perdone? —Hizo la pregunta el Alfa acercándose, Robby de repente se sintió nervioso, el más alto solo vestía un pantalón de mezclilla y una camisa blanca de tirantes entallada que podía ver su cuerpo bien trabajado gracias al ejército, el Omega no era ciego, aquel hombre frente a él era atractivo, deshizo el pensamiento mundano sintiéndose mal por pensar así.

—Que coma conmigo estos dulces que traje! —Dijo inocente enseñándole la bolsa, Miguel sonrió enternecido

—Todo por usted—Comento de manera inconsciente para luego mirar hacia otro lado un poco avergonzado

Se sentó en el sofá, pero antes había guardado la escalera en el sótano de la casa, ya sentado se permitió relajarse mientras Robby le platicaba sobre lo que había hecho en misa y como el coro se escuchaba muy bonito

—Debería ir alguna vez—Comenta ilusionado de que en al menos en una ocasión Miguel vaya a misa

—Tiene tiempo que no voy a misa, la última vez que fui a una fue con mi mamá y mi abuela—Comento perdiéndose en el recuerdo de la sonrisa de su Madre mientras arreglaba su corbata para que fuera presentable a la Iglesia, se compromete de algo que debería pedirle a Robby

—Padre Robby, ¿podría hacerme un favor? —Dijo haciendo ojos de cachorro a los que Robby no pudo resistirse

—Dígame, ¿en qué puedo ayudar? —Pregunto atento viendo al Alfa agarrar una gomita y llevársela a la boca

—Me podría prestar una afeitadora, es que me quiero rasurar la barba—Comento tomando por sorpresa al Clérigo por la petición

—Oh bueno, justamente yo voy hoy a qué me recorten el cabello, hubo un tiempo que tuve largo pero es muy difícil mantenerlo y luego mi tiempo no me lo permite, podemos ir con el señor Florean que es barbero, podemos ir los dos—Propuso comiendo también de las gomitas viendo al Alfa asentir de acuerdo

Irían esa tarde, caminaron admirando a las personas hacer su vida diaria, algunos los saludaban, iban a una distancia considerable, a la gente le encantaba inventar chisme, no tenían respeto a veces por la vida ajena.

Cuando estaban frente a la barbería Miguel se sintió ansioso tocando su barba creciente, esas viejas inseguridades querían aparecer, Robby lo noto y puso su mano sobre el hombro del Alfa queriendo reconfortarlo

—Estoy seguro que usted es un hombre gallardo con o sin barba—Dio unas palabras de aliento en voz baja como si supiera lo que Pelinegro estaba pensando en ese momento, se sentía atrevido por decirlo

—Ojalá y yo también estaría seguro de eso, pero a ver qué sucede—Solo Exclamo abriendo la puerta para que el Omega pasará primero y después el, cerrando la puerta del establecimiento

El peluquero le dio una sonrisa al Padre Keene encantado por su presencia, Miguel miró la acción un poco molesto, pero se dedicó mejor a mirar los utensilios para cortar pelo como si fueran muy interesantes

—¿Acaso el hombre frente a mi es el Soldado que estaba herido? —Pregunta el Señor Florean, un beta de aproximadamente cuarenta años viendo un vistazo rápido al Alfa que estaba viendo curioso la crema para afeitarse

—Si Señor Florean, Está tarde me acompaña para poder rasurarse la barba—Hablo por el Robby viendo al beta dar un leve sentimiento de cabeza e invitándolos a sentarse para poder recortar el cabello del Sacerdote

—¿Y si mejor la recortó? Se vería más estilizado—Sugirió el Señor Florean viendo a Miguel asentir

—Sí, usted es el experto—Solo comento viendo por el espejo el reflejo del Omega sentado a punto de que le recortarán el cabello que había crecido un poco desde que llego a su casa

Aunque la curiosidad de Robby era mucho por saber cómo se vería Miguel sin barba, respeto la decisión que tomo, así se concentró en el sonido de las tijeras contra su pelo

Unos veinte minutos después estaba limpio de pequeños cabellos que lo podrían haber molestado y su cabello bien estilizado y peinado, Ahora era el turno de Miguel, Fue rápido, nada laborioso para el hombre experimentado en la rama de que las personas se vieran bien.

Cuando hubo acabado con sus clientes, Robby saco su billetera para pagar la cuenta

—¿Cuánto le debo? —Pregunto sacando unos billetes de su billetera

—¡Padre Keene! ¡No es nada! ¿Cómo podría cobrarle a usted? Yo estoy honrado de atenderlos—Dijo el beta rechazando el dinero rápidamente

—Para nada Señor Florean, usted hizo un trabajo y yo tengo el deber de pagarle, Por favor tenga, tómelo como un acto de Amor por parte mía—Agarro la mano del viejo hombre y puso los billetes sobre su palma y le cerró la mano

—Gracias Padre Keene, no se había molestado—Exclamo viendo que los billetes que tenía en la mano valían más que su servicio, intento devolver el cambio, pero la mirada del Sacerdote le impidió extender la mano

—Así déjelo, Tenga un buen día Señor Florean, le deseo muchas bendiciones, y me saluda a su familia—Exclamo por último Robby girándose para salir del lugar, Miguel miró la acción un poco asombrado por lo que había sucedido pero aun así con un movimiento de mano se despidió del barbero

Ambos caminaron por la banqueta de la calle, Miguel Miro de reojo a Robby, el corte le había asentado bien

Ambos caminaron por la banqueta de la calle, Miguel Miro de reojo a Robby, el corte le había asentado bien

—Sé que me está mirando Teniente, ¿Acaso quiere decirme algo? —Aquello tomo por sorpresa al Alfa ruborizándose por haber sido descubierto infraganti

—El corte de cabello...le favorece...—Murmuro apenado mirando hacia otro lado, ahora fue el turno de Robby que la sangre se les subiera a las mejillas

—Gracias Teniente—Susurro y siguió caminando hasta que paró en seco haciendo que su acompañante también—¿Quiere ir a mirar al parque?

─ ¿He? Oh sí claro, ya me falta algo de sol y aire por estar encerrado—Comento alegre siguiendo al hombre más bajo

El lugar era sencillo, había pocos niños jugando mientras sus papás los vigilaban, las miradas de algunos se sintieron más aliviadas cuando vieron al Sacerdote que ellos tanto querían estar ahí sentado en una banca junto con otro hombre que sabían que era el soldado que había sido herido y se alojaba en casa del primero, las noticias solían correr más rápido que el viento.

—Lamento mucho si casi no ha podido salir, las múltiples actividades que hago no he podido tener tiempo de que mire el pueblo—Se disculpó Robby mientras miraba a los niños jugar

—No pasa nada, lo entiendo, no es como que pudiera salir mucho, probablemente ahora sí—También miraba a un par de niños jugar a las escondidas

Todo en ese momento se sintió cómodo, Miguel tuvo la loca y fantasiosa idea de cómo sería tener un hijo propio...

EfimeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora