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El Sacerdote miraba la pequeña habitación dónde se estaba alojando, como cuando estaba en celo, incluso su olor aun esta tenue sobre las sábanas lisas, Ese mañana justo después de prepararle el desayuno a Miguel se despidió de él revolviendo su cabello en un gesto amistoso

Justo en ese instante estaba sentado en su cama tomando una taza de té caliente, con el frío que empieza a hacer sería lo mejor para su organismo

Esperaba que Miguel estuviera bien y no sufriera mucho, pensó con preocupación.

Siguió haciendo sus deberes matutinos hasta que llegó la hora del almuerzo, decidió que era mejor ir a comer a la fonda donde había comido anteriormente con Miguel, la comida era sabrosa y el servicio muy bueno.

Si era sincero, no se podía sacar de la cabeza al Teniente, y aún no encontraba alguna explicación coherente.

Detuvo sus pensamientos y se dedicó a comer de manera tranquila, pago y se fue de ahí. En el camino se encontró con Kenny, el chico sonriente se acercó con el libro que le había prestado.

—¡Padre Keene! Gracias por el libro, ¡me gustó mucho! — Exclamo el ahora pequeño Alfa mirándolo sonriente

— Eso es bueno Kenny, Hay que fomentar la lectura para obtener más conocimiento, Aunque quiero que me respondas una pregunta con toda sinceridad

—Si Padre, Dígame

—¿Los chicos de la vez pasada no te han molestado?

—No Padre Keene, al contrario Anthony y yo nos hemos llevado bien.

—Me alegro mucho.

El chico salió corriendo ante el llamado de Anthony a lo lejos, se quedó con un buen sabor de boca al saber que ahora todo estaba bien.

Después de eso camino al pequeño orfanato del pueblo, no había muchos niños, la última vez que fue no pasaron de doce niños

Así está vez lo visito y jugo un rato con los niños hasta el atardecer, volvió a la iglesia dónde en la capilla solo con su Biblia en mano sentado en uno de los bancos se sentó y puso el libro de pasta dura sobre su regazo y lo abrió

Sin embargo no leyó nada porque automáticamente cerró la Biblia concentrándose del hermoso vitral lleno de bellos colores que capturaron su atención de una manera que nunca antes lo había hecho.

Se quedó ahí un buen rato hasta que decidió que era hora de ir a dormir, realmente esperaba que Miguel estuviera bien.

***

Se fue al día siguiente, camino hasta su casa, abrió con cuidado la cerradura y lo que encontró fue algo que lo dejo casi sin aliento

Era el Teniente Díaz envuelto solamente con una toalla en su cintura, trago saliva nervioso y sus miradas se encontraron

El Alfa prácticamente corrió a su habitación demasiado avergonzado que no lo vio por el resto de la tarde solo hasta en la noche cuando toco la puerta del habitación

—Miguel, la cena está lista

—Salgo ahorita mismo— Exclamo el hombre con voz fuerte que por un momento lo hizo estremecer

La puerta se abrió revelando al Alfa con una camisa blanca perfectamente planchada arremangada por encima de los codos, su pantalón de vestir negro agregado con sus tirantes cafés luciendo pulcro

—Padre Keene, perdóneme por lo de hace rato— Se disculpo avergonzado el hombre mirándolo a los ojos, el solo le dió una pequeña sonrisa

—No se preocupe, Pasemos a cenar—Lo invito para luego sentarse ambos en la mesa para disfrutar, que era huevos revueltos con tomates en rodajas acompañado con pan tostado

Cenaron en silencio, lo cual era extraño porque casi siempre hablaban cuando comían.

Miguel ni siquiera quería mirar al Sacerdote, no se sentía digno de poder hacerlo, había pecado en pensamiento y que haya estado en celo no tenía justificación

El tan solo recordar su rostro hundido en el plano pecho del Omega hizo que su sistema se acelerará de manera des controlable

Agachó la cabeza mirando directamente a su plato concentrado en no querer posar su mirada en la del Omega.

— ¿Su celo no fue muy incómodo estando aislado?— Pregunto totalmente inocente a los pensamientos impuros que había tenido el Alfa con él, exactamente la fantasía con besarlo

— No, estoy acostumbrado— Respondió tratando de sonar lo más normal posible

Volvieron a quedar en silencio por un rato hasta que Robby decidió volver a hablar.

— Teniente, ¿A usted le gustaría ir mañana temprano a Misa?— Pregunto un poco tímido

—Me encantaría Padre.

Se quedaron mirando durante un momento hasta que apartan la mirada nerviosa

Robby no sabe lo que significa

Y

Miguel lo niega sí mismo. 

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