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El regreso a casa fue tranquilo y pausado, no hablaron mucho, sentían que no había algo de que hablar, sin prisa el Clérigo empujó la silla de ruedas en la que iba el Sargento Díaz sentado con sus manos sobre la manta que cubría sus piernas del frio de la noche.

La luna parece que brilla más esa noche, al igual que las estrellas que son como adornos de ese lienzo azul marino, Miguel miró hacia arriba admirando el brillo de aquella bola que daba luz en la oscuridad; la calle estaba completamente solitaria ningún pueblerino rondaba por el lugar, las casas en su mayoría ya estaban a oscuras a excepción de unas cuantas que podía notar unos cuantos focos encendidos

El Sacerdote se detuvo a media calle con el servidor al ejército, las farolas prendidas iluminan tenuemente el concreto y a ellos, poniéndose a su lado y ambos observaron la Luna iluminarse como solamente ella sabia hacerlo.

—Es hermosa, ¿No lo creé? —Soltó la pregunta el Clérigo mirando el cielo estrellado.

Miguel sentado no veía la Luna miraba al Sacerdote, se veía tan...

—Sí, lo es, es hermoso—Comento mirando el perfil del hombre a su lado parado que ignoraba que el comentario no era directamente a la Luna.

Aparto la vista mirando la calle, no debe de mirar al Sacerdote con otros ojos se recordó a si mismo auto regañándose.

Siguieron caminando hasta llegar a la casa, poco después la lluvia empezó a caer y suspiraron por haber llegado antes de tiempo, no querían mojarse.

—Empezó a llover—Murmuro el Teniente Díaz mirando por la ventana viendo las gotitas de lluvia

—Sí, octubre es un mes lluvioso, pero es lindo, más en este pueblo—Exclamo sacando un pequeño ropero un pijama de algodón de cuadros café claro con color crema para el Alfa

—¿Cuánto tiempo lleva en este lugar Padre? —Está muy interesado en saber, porque parecía que conocía a todos y los pueblerinos le tenían mucho respeto

—Llevo aquí dos años, los habitantes son muy amables, y no me discriminan por ser un Sacerdote con una casta diferente—El Omega lo miró y vaya que estaba realmente encantado con esos ojos verdes intimidantes y cálidos

—Dos años, Vaya es un tiempo algo largo—El llevaba más tiempo siendo un soldado, casi unos meses después de que iniciara todo el embrollo de la guerra, pero constantemente cambiaba de lugar así que dos años en un mismo lugar para él podría ser aburrido a menos que formará una familia y regresara a su trabajo estable.

—Lo sé, Es cómodo estar aquí, pero bueno Teniente, Es hora de acostarse a dormir, ¿Quiere que lo ayude a ponerse el pijama? —El Alfa asintió y se dirigieron a la habitación de esté.

El Sacerdote de nuevo lo cargo y lo sentó en la cama, después de eso él se quitó la camisa que había llevado y se puso el pijama de algodón

El Omega se agachó y le quitó los zapatos cuando estuvo a punto de agarrar la parte inferior del pijama la mano del Alfa lo detuvo de su acción.

—Y-Yo me encargo de eso, Padre—Tartamudeo ante la idea de que el Omega lo viera semidesnudo, no lo sentía moralmente bien que el Clérigo lo viera de esa forma

Así que Robby simplemente asintió y lo dejo solo, soltó un suspiro y el mismo se quitó el pantalón para ponerse el pijama.

Cuando Robby entro a su habitación soltó un suspiro y se regaño internamente por ese atrevimiento por parte suyo, ¿Por qué hizo eso?, no podía tener confianza en un par de horas con el Alfa. Se repitió muchas veces en su cabeza que no estaba bien lo que había hecho.

Se quitó la sotana y lo demás, dejándose en ropa interior y se puso su camisón de seda color dorado y se fue a dormir esperando tener una noche pacifica...Claramente no fue así.

Seguramente era de madrugada cuando escucho un grito asustado en el cuarto de alado, alarmado salió corriendo descalzo de la habitación y camino tan rápido como pudo abrir la puerta viendo al Alfa sentado en la cama mirando la puerta, su pecho subía y bajaba a causa de su fuerte respiración

Se acercó al hombre y se miraron directamente a los ojos; Miguel acababa de sufrir una pesadilla, tenía todas las señales de una.

—¡Miguel! ¿Estás bien? ¿Que sucede? —Pregunto preocupó el Clérigo al hombre que estaba mirándolo fijamente a los ojos, no hizo más que asentir

Lo siento, tuve una pesadilla—Murmura sonrojándose, la oscuridad de la habitación hace que no se vea tanto su reacción

Pero Miguel solo puede ver la piel blanca del Clérigo cubierta solo de ese camisón de seda dorado con adorno en la parte del pecho que llevaba un escote en V, cayendo y delineándose por cada curva del hombre, como un santo pecado...

Y al parecer el Omega se dio cuenta de su escasez de ropa ya que se paró y se iba alejando para salir de la habitación en completo silencio.

—Padre por favor quédese...—Pidió el Alfa agarrándolo de la muñeca impidiéndole que se fuera

—No es correcto que yo me quedé Teniente, Discúlpeme...—Susurro Keene viendo la mirada del Alfa sentado en la cama

—Discúlpeme Padre, no quise ofenderlo—Exclama viendo los ojos verdes del Omega fijar sus ojos en donde aún seguía su mano sobre su propia muñeca, inmediatamente quito su mano liberando el brazo del Sacerdote

A Robby le gustó el respeto y que el Alfa se lo demostrará hacia que algo se emocionará dentro de él.

—Descansa Miguel—Susurro con voz suave y pausada el Omega dirigiéndose a su habitación dejando al Alfa con el recuerdo de su figura envuelta en tela de seda

—"Que Dios me perdone por pecar en el pensamiento"— Pensó Miguel para sí mismo quedándose unos segundos mirando la puerta por la que había salido el Clérigo

Si tan solo no fuera uno...

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