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El Obispo Brown leyó con cuidado cada palabra de la carta, hizo una pequeña sonrisa al final, sabía que eso alguna vez sucedería, lo supo desde el principio

Lo había presentido cuando vio a su sobrino, algo había cambiado en el cuándo lo miró por última vez.

[Flashback]

-Diez años atrás-

Un joven de ojos verdes lo miró un poco desconfiado cuando entro a su casa, aun así, educado lo dejo pasar.

—Hola Tío—Saludo un Robby de dieciséis años viéndolo en su traje sacerdotal, admirándolo por la ropa que llevaba puesta

—Hola Robby, ¿Cómo estás hijo? —Saludo amable recibiendo en sus manos una taza de café tibia, se da cuenta que hay una tercera taza, pero no dice nada, talvez no debería preguntar

—Papá dijo que soy una aberración... ¿Lo soy tío? —Fueron las palabras del muchacho, lo mira secarse algunas lágrimas traicioneras, el mira consternado al hijo de su amigo no creyendo lo que sale de su boca

Sabía que a veces Johnny no era el mejor padre, pero esa sola palabra cruzo el límite de lo que le permitía a su amigo.

—Robby, no lo eres, eres un jovencito muy bueno, tienes un alma noble y un corazón de oro, no te creas las cosas malas que Johnny dice, no puede ver lo excepcional que eres—Exclama queriendo ver una sonrisa pequeña en el rostro del chico, y lo cumple.

—No es mi culpa haberme presentado como Omega, Tío Bobby, me lo recalcó muchas veces, el esperaba que fuera un Alfa—Se queja Robby de su padre—Me dijo que probablemente sirva solo para abrir las piernas para algún Alfa...

El Sacerdote escucha con atención la aberración de palabras que salen de la boca de su sobrino y no puede creer todo lo que Johnny le ha dicho a su propio hijo.

—... Estuvo a punto de pegarme porque le llevé la contra al decirle que no era mi culpa que odiara a los Omegas hombres solo porque Daniel LaRusso lo rechazó por ser un Alfa violento, mi madre se metió en ese instante y ella recibió el golpe—Narra el Omega con la mirada gacha, su pierna de mueve de arriba a abajo dando a notar su nerviosismo—No quise que le pegará, hubiera preferido que el golpe fuera para mí.

—No Robby, nadie merece ejercer violencia sobre ti, ni siquiera tu padre, yo hablaré con él—Se aseguro de que Johnny tendría una reprimenda por ese acto tan deplorable

—Quiero ser Sacerdote Tío, como usted. Usted es mi modelo a seguir—Exclamo Robby seguro de sí mismo—Lo he pensado mucho y creo que es el camino que elijo para mi vida.

"Creo" esa palabra le dijo a Bobby que sería el declive en el futuro de su sobrino.

[...]

Aun así, lo apoyo, aunque su madre no estuvo de acuerdo y Johnny desapareció del mapa cuando vio a Robby con su traje sacerdotal el cielo dejo caer pequeñas gotas de agua

Sabía lo que vendría, un interrogatorio demasiado estresante para su sobrino.

Empezó a escribir en un papel en blanco

[✉️]

Querido Robby : No estoy decepcionado de ti, nunca podría estarlo, eres el joven más bueno que han visto mis ojos a lo largo de mi vieja vida

Eres como el hijo que nunca tendré, recuérdalo siempre.

Y te seré sincero, supe que algo había cambiado en ti cuando te ví, no hace falta que me digas de quién te has enamorado, tu cara me dijo todo cuando mencioné a dónde irías en el momento que llamaron al frente.

Si hijo mío, el miedo nos hace actuar de maneras extrañas, aunque ahora te has quitado ese temor y puedes redimirte en tu vida, hacer cosas que un joven podría estar haciendo.

Tienes un gran futuro Robby, y haces bien dejar este camino, tu mereces felicidad hijo.

Atte : Tu Tío Favorito.

[✉️]

Desesperado abrió el sobre buscando una caligrafía conocida, pero no fue la letra que el buscaba.

Le había mandado muchas cartas, y Miguel no contesto ninguna.

En la radio reproducía muchas canciones y el quería escuchar solo una.

Nada parecía alegrarlo, se acercó a la ventana, otra vez estaba lloviendo.

Ahora todo parecía tan confuso en su mente, una lágrima rodó por su mejilla, con enojo la quito de la cara, contuvo el sollozo y tocó la ventana fría.

Mañana sería un buen día, debía parar de tener sentimientos por Miguel, pero no quería, se sentía como una llama ardiente en su pecho, tan cálido, fue a su cama y se arrodilló.

Oró cómo muchas otras veces queriendo tener guía en sus decisiones que cambiarían su futuro.

Rezo como de costumbre y se recostó sobre su cama, miró el techo blanco de su habitación como miles de veces lo había hecho y pensó en una sola palabra.

Amor; esa palabra de cuatro letras lo traía vuelto loco, arriesgando todo por alguien, todavía recuerda bien cuando lo conoció un...

Día de octubre, en medio de lluvia con esa sonrisa de lado y ojos pizpiretos marrones cautivadores que lo hicieron observarlo

Oh Dios, esos ojos tan oscuros y a la vez tan claros cuando demostraba sus sentimientos, dos orbes que lo hacían temblar de los nervios.

Era imposible dejar de lado sus sentimientos por ese hombre, talvez, solo talvez estaba destinado a conocer a Miguel Díaz de alguna u otra manera.

[...]

Cierto Teniente apenas podía concentrarse con el recuerdo del sueño que había tenido esa noche

Aún lo recuerda con detalle en su mente, cuando aquel delgado hilo blanco se desató de la bata del sacerdote, como lo tuvo en su regazo y sus hipnotizantes ojos verdes con sus pupilas dilatadas mirándolo en la penumbra de la noche, negó de un lado a otro no queriendo pensar así del Padre Keene, a pesar de haber confesado su amor y no recibir respuesta, No era correcto.

—¡¿Acaso está negando nuestra propuesta de ataque, Teniente?! —La fastidiosa voz de su General lo interrumpió

—No General, lo siento, estaba pensando en otras cosas—Estaba un poco avergonzado, los ojos azules de Johnny lo escanearon como si quisiera leer atreves de su alma

—Espero que no sea en un Omega, Mantenga la cabeza aquí—La voz dura del Alfa lo hizo mirarlo y curvar una leve sonrisa

"Pienso en el mismo Omega que usted piensa, General"—Pensó viendo al rubio, sin saber que el hombre frustraba sus planes de comunicarse con el Clérigo.

[...]

El interrogatorio que le hicieron lo dejo algo avergonzado, pero respondió todas las preguntas sin titubear.

Se miró por última vez en su traje sacerdotal y se contempló en el espejo, una lágrima surco por su mejilla y sonrió al mirarse

—Gracias Dios, por permitirme servirte—Susurro recordando con nostalgia el pararse en el púlpito de la iglesia y dar el último sermón

Si Dios lo quería, podría permitirse hacer su vida feliz, esperando encontrarse con Miguel pronto, en algún momento de su vida, no hoy, no mañana, talvez nunca, pero algún momento se encontrarían

Su vida como Sacerdote había terminado... Iniciaba un capítulo nuevo.


[Nota de Autora]

¿Encontraron el mensaje de las letras negras?

¿Odian a Johnny tanto como yo? 

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