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La noche llegó, Y Alfa y Omega fueron a casa después de jugar un largo rato con los niños, se cambiaron de ropa, ahora Robby había optado por una bata verde lima de algodón con encaje adornando por la parte inferior de la prenda que llegaba por debajo de la rodilla, de mangas cortas, con una bata del mismo color, pero de manga larga cubriéndolo hasta los tobillos

—Le gustan mucho los niños, ¿Verdad? —Pregunto el Sacerdote viendo a Miguel servirse un tazón de cereal con leche y jalar el otro tazón

—¿Quiere uno? — Pregunta sin mirar

—¿Qué? —Exclamo Robby sonrojado por la pregunta

—¿Qué? —Contesto Miguel no entendiendo—¿Que si quiere un plato con cereal?

Robby estaba demasiado sonrojado, no podía creer que confundió la pregunta.

—Ah si, por favor

Ambos sentados en el comedor empezaron a Cenar, cuando Miguel con mucha curiosidad pregunto

—Padre Keene, ¿A usted le gusta algún deporte?

—Si, Me gusta el Boxeo, pero me inclino por el Karate, ¿A usted le gusta algún deporte? — Pregunto interesado en saber

—A mí también me gusta el Karate! ¡En el ejército nuestro General nos ha enseñado, Sería bueno que practiquemos!

—Me parece que declinaré a su generosa oferta, Me ha dolido un poco la espalda—Se excuso mirando al Alfa hacer una cara de preocupación

—¿Quiere que le talle la espalda? Mi abuela dice que mis manos son mágicas—Comento viendo como el Omega hacia una pequeña sonrisa por el ofrecimiento

—No Gracias, Pero espero conocer algún día a su Abuela, debe ser una buena mujer.

—Y lo es. Es una mujer muy divertida, seguro se llevarían muy bien, ¿Usted es originario de Londres? — La duda del origen del Padre Keene lo hace preguntar

—No, Nací en Los Ángeles, California. Pero, con Mi Madre y Mi Padre nos mudamos aquí hace unos años, Recuerdo tener Diecisiete cuando me mudé, ¿De dónde es usted originario? —Recordó a una versión más joven de sí mismo viajando por barco observando el extenso mar.

—De Ecuador, Mi Familia y yo emigramos de Ecuador hacia los Ángeles, California también, tenía dieciséis cuando llegué—Platico con algo de nostalgia recordando también como fue cuando llego al norte del continente

—Valla parece que tenemos historias similares—Una canción en la radio estaba sonando, muy suave que no presto atención cuando Miguel se paró de la mesa y extendió su mano a su dirección

—¿Bailaría está pieza de baile conmigo? —Pregunto el Alfa viendo los ojos verdes del Clérigo mirarle incrédulos, pero luego suavizarse

—Sería un gusto—Robby se permitió tener esa libertad de bailar una pieza, puso su mano sobre la mano del moreno dándose cuenta de que era un poco más pequeña que la del contrario

Su cuerpo se tensó cuando sintió una mano en su cintura, agachó la cabeza viendo la mano del Alfa sobre esa área de su cuerpo, no quería ponerse nervioso, pero el toque sobre su cuerpo lo estaba provocando

Empezaron a moverse al compás de la música perdiéndose en la melodía mientras se miraban entre tímidos y divertidos por el momento que compartían

—No sabía que podía bailar así—Comento Miguel levemente sorprendido

—Mi madre me enseñó a bailar, parece que lo que uno aprende bien nunca se olvida. — Las clases de baile con su madre al parecer habían funcionado, recordó las largas horas en la que su madre lo instruyo para que no hiciera el ridículo, aunque luego a su mente llego cuando su padre los observaba en uno de los sillones, con insistencia de su madre poco después se unía, uno de sus pocos recuerdos felices.

La canción seguía sonando, pero si era sincero él no la estaba escuchando bien, él estaba concentrado en los ojos marrones de Miguel y parecía que el también

—¿Recuerdas la pregunta que me hiciste cuando recién nos conocimos?

Miguel trato de hacer memoria y negó la cabeza.

—¿Que porque me convertí en Sacerdote? — Le recordó viendo las facciones de Miguel cambiar y asentir.

—Oh si, ya lo recuerdo

—Lo hice por miedo—Por fin iba a hablar ese tema con alguien más que fuera el mismo y Dios

—¿Miedo?

—Si, Miedo de tomar una mala decisión en mi vida y convertirme en algo que no me gustará, Por eso tome esa decisión

—¿Y se arrepiente?

Le dio una mirada triste y solo esbozo una sonrisa queriendo sonar seguro de su respuesta

—No, Estoy conforme con mi vida—Era todo lo contrario, pero no iba a decir, Miguel sabía que no decía la verdad, que había algo más oculto, no lo decía por las palabras del castaño, si no, porque, decían que las ventanas del alma eran los ojos, y las ventanas del clérigo no estaban empañadas, estaban limpias por partes, lo que le permitía ver que sus palabras no eran del todo sinceras

Estar conforme no era lo mismo que ser feliz.

La canción acabo y ellos se separaron.

Continuaron cenando hasta que Robby vio por su reloj, eran las 9:30 pm, La hermana Luna iba a curarle su espalda, Lavo los platos usados mientras el Alfa los secaba y los acomodaba en la alacena

—Me retiró a descansar Miguel, ¿Se quedará un rato más?

—Si, Estaré leyendo un poco en la sala— Contesta Miguel sentándose en la sala y agarrar el libro que había dejado pendiente

—Está bien, Descanse. — Dice simplemente dirigiéndose a su lugar seguro.

Camino a paso lento a su habitación, la abrió y se dirigió a su cama, Se acostó boca abajo tratando de calmar esa sensación de ansiedad y emoción que tuvo mientras bailaba con Miguel.

Se durmió por lo que pudo haber sido un rato, talvez fueron minutos, una hora o unos cuantos segundos, cuando escucho el golpeteo en la puerta de su cuarto, se paró no queriendo y abrió la puerta encontrándose con la Hermana Luna y Miguel, una con su rostro de preocupación y el Alfa confundido por la presencia de la monja a esa hora de la noche

—Padre Keene, Vine a-

—Pase Hermana—No quería que mencionara nada y al parecer ella capto su mensaje ya que se quedó callada

—¿Está todo bien Padre Keene? —Pregunto Miguel mirando de reojo el botiquín de primeros auxilios en la mano de la monja

—Si Teniente, No se preocupe—Dejo pasar a la monja y cerró la puerta

La Hermana Luna observo la interacción en silencio antes de entrar a la habitación del Omega

Miguel por otro lado cuando se cerró la puerta no le tomo tanta importancia hasta que noto que Robby no quiso mencionar lo que le sucedía.

Robby acostado en la cama dejaba que la Hermana Luna se hiciera cargo de las heridas de su espalda.

—¿Duele menos? —Pregunto ella echando sobre la piel lastimada un ungüento que aliviaría el dolor

—Mas o menos, ya no tanto como hace unas horas

—¿Porque no quiso decir a qué vine Padre Keene? —Pregunto con curiosidad la monja teniendo cierta idea del porqué, pero quería escucharlo de la boca del hombre frente a ella

—No quiero que el teniente se preocupe.

Ella solo asintió mientras seguía curándolo, cuando terminó su labor, se fue.

Mientras Robby volvía a ponerse su ropa pensó en lo buen bailarín que era el Teniente, parecía que el estereotipo de que los Latinos bailaban bien se cumplió. 

EfimeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora