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El receso es corto, pero lo ayuda a relajarse un poco de las incesantes preguntas que pueden llegar a hacer los alumnos, agarra una hoja de papel y una pluma, tiene que escribirle.

Querida Hermana Luna: Estoy en Estados Unidos de América, Espero le alegre la noticia, realmente la extraño Hermana Luna, vivir sin usted es como si perdiera a mi maestra de la vida, y esta etapa en la que estoy es tan extraña casi de manera alucinante.

He aprendido a dejar mis temores, Le amo mucho Hermana Luna, estoy infinitamente agradecido por los consejos que me dio, me ha permitido afrontar esta nueva realidad en la que vivo

No mentiré...Estoy relajado, me he permitido conocer personas muy amables y empáticas, la relación con mi padre ha mejorado de manera considerable, hemos arreglado nuestras diferencias y todo parece marchar bien, sigue siendo sobreprotector, pero es normal en uno de su casta.

¿Recuerda que le dije que gracias al consejo del Obispo Brown estudié una carrera aparte? Bueno, déjeme informarle que soy maestro en una escuela, y ¡no puedo estar más feliz de serlo!

Me agradan estos niños, me hacen tener otra perspectiva de mi vida que no cambiaría por nada.

Estoy feliz Hermana Luna, esta es la vida con la que tanto soñé, pero sé que usted quiere saber del teniente Diaz, le doy la buena noticia de que me está cortejando, nos encontramos por casualidad una tarde lluviosa, de manera tan romántica, es el hombre con el que quiero pasar todo lo que me resta de vida. A veces extraño ser Sacerdote, pero, confió en Dios de que el pondrá todos los medios si soy obediente a sus mandamientos, Le extraño y esperare su respuesta con ansias.

Con amor, Robert Keene.

Guarda la carta dentro de una libreta que tenía, y piensa en lo que usara para la fiesta, esta tan entretenido viendo su libreta que no ve que Miguel entra al aula.

—Robby ¿Qué usaras mañana? — El Alfa mira como el castaño esta tan distraído mirando la libreta que se acerca y mira el papel

—Le enviare una carta a la Hermana Luna, seguramente quiere saber de mí. — Comento mirando a Miguel mirarlo con amor

—¿La extrañas mucho? — Pregunta Miguel viendo como los ojitos del omega tiene un destello de nostalgia

—Si— Robby no lo puede evitar, esa mujer fue parte de su vida dos años, fue la monja con la que más tuvo confianza y puede decir que se convirtió en su amiga.

Miguel observa esa pequeña sonrisa, casi imperceptible cuando habla de la monja, el casi nunca la trato y parecía que lo veía mal cada que cruzaban miradas, pero, tenía la certeza que Robert y ella tenían plena confianza, recordó cuando fue a curar al antiguo sacerdote de su espalda.

—Algún día la volveremos a ver— Comenta compartiéndole de su emparedado que el castaño acepta gustoso

Hablan un poco más hasta que termina el receso, Miguel caminando rumbo a su salón recuerda que Robby no le dijo si ya tenía ropa para al día siguiente, si no es así, lo acompañara a elegir algún atuendo.

Las horas restantes pasan tan rápido que cuando ve los jóvenes salir del aula hace que suelte un suspiro de alivio, mira que Robby está afuera esperándolo, lo que hace que salga inmediatamente y sonría.

Ese Omega lo tenía tan mal que no puede evitar tomar su mano y dirigirse al auto, dentro del solo alcanza a tomar la mano del hombre y besar con suavidad su dorso, sintiendo la suavidad de su blanquecina piel.

—Quisiera llevarte a comprar algo para mañana— Menciona captando la atención del omega que solo le da una pequeña sonrisa

—Miguel...Gracias, pero siento como si me aprovechara de ti— Susurra apenado.

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