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La sonrisa que Sarah le proporciono en la última hora de su jornada laboral lo dejo confundido, fue inesperado, el realmente pensó que ella asimilaría las cosas y una manera de hacerlo sería ignorándolo por un tiempo, pero no, ella simplemente le sonrió como sin nada.

Perplejo apenas pudo responder el saludo y prosiguió a dar su clase de nueva cuenta.

Vio el reloj pegado en la pared del salón de tamaño mediano y observo como los últimos segundos del minuto que finalizaba todo avanzaban.

—Muy bien jóvenes, eso sería todo por hoy, no olviden traer su relato para mañana— Apenas menciono la última palabra cuando la campaña empezó a retumbar, los preadolescentes salieron, quedando el cómo último en el aula

Unos pasos fuertes hicieron que alzara la mirada de una hoja de papel que tenía entre sus manos, dejo la hoja y toco con suavidad un rostro que había sido rasurado.

—Tengo pensado llevarte a un lugar que sé que te gustara— Le comento Miguel sonriéndole con dulzura

El Alfa le ayudo a recoger sus cosas y acomodarlas en su bolso, caminaron hacia el auto, antes Miguel le abrió la puerta como todo un caballero y partieron hacia un rumbo que era desconocido para Robby.

Estacionaron el auto a una cuadra del lugar, caminaban tomados de la mano, una total pareja de enamorados a los ojos de los que los veían, entraron al lugar observando a lo lejos una mesa apartada de todo.

—¿Te gusta el lugar? — Pregunta el exteniente viendo que su pareja hace un asentimiento aprobatorio

Cuando la amable mesera Alfa se acercó a atenderles, Miguel vio como miraba atentamente a su amado, se quedó callado esperando a haber si la mujer le tomaba la orden, y cuando estuvo a punto de dar la media vuelta la dulce voz de Robby se escucho

—Disculpa, te falto tomar la orden de mi novio— Exclamo el omega con inocencia ante las intenciones de la mesera, a lo que la mujer no tuvo más opción de regresar de nuevo y tomar la orden del Alfa que la miraba sin expresión alguna

—Debe tener otras mesas que atender— Expresa Robby después de que la mesera se retira, y Miguel solo puede pensar que definitivamente todavía quedaba algo de sacerdote en las conductas de su pareja, siempre viendo el lado bueno de la gente

Conversaron un poco sobre las cosas que habían enseñado con una u otra broma de por medio, y Miguel había aprendido en esas últimas dos semanas cuando se trataba de hablar con Robby es que nunca se podría cansar de su conocimiento tan amplio sobre muchas cosas, lo que le hizo recordar a ese librero lleno de libros en la habitación de invitados donde durmió por casi dos meses en la casita de Londres o incluso el que estaba en el cuarto del exsacerdote, lo que le hizo preguntarse una sola cosa

—¿Qué sucedió con todos tus libros en Londres?

—Algunos los done al orfanato, otros a la escuela y unos los regale a la hermana Luna.

—Te prometo que algún día tendrás una biblioteca en tu propio hogar— No quiso decir ''Nuestro hogar'' no sabía si Robby quería pasar una vida a su lado

Si Robby leyera ese pensamiento que acababa de tener, lo hubiera corregido

—Seria realmente encantador tener una biblioteca en nuestro hogar— Corrigió el omega como si hubiese leído su pensamiento

Cuando las malteadas con unos Sándwiches llegaron acompañados de dos rebanadas de pastel se pusieron sobre la mesa el rostro de Robby pareció iluminarse cuando vio el postre, el lobo del Alfa estaba que inflaba su pecho de orgullo por poder demostrar que era capaz de satisfacer a su omega en las necesidades básicas como el alimento

EfimeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora