CAPÍTULO 3

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LUKE

- ¡Maldita sea! – gruñe Sebastian, lanzando su teléfono sobre la superficie de madera frente a nosotros y pasando sus manos con frustración por su rostro.

No es de extrañar que Seb ande con un humor de mierda, desde hace muchos días que es su único estado de ánimo, sin embargo nunca suele mostrarse hostil o grosero cuando nos encontramos visitando a mi madre. Estoy a punto de reprenderlo por su actitud grosera cuando veo la figura pequeña de mamá saliendo de la cocina.

- Traje pie de manzana y de limón, quiero que ambos coman una buena porción de los dos – exige la mujer, viéndonos fijamente -. Con esa vida loca que llevan se están alimentando muy mal.

- No es como si comer dos kilos de azúcar fuera muy sano – me burlo, regalándole una pequeña sonrisa traviesa.

Mi madre es la típica matriarca de caricatura con cara redonda y una colección de delantales. Es dulce y tierna, con una voz suave pero con un carácter de hierro que puede hacerte cagar en los pantalones en dos minutos si es necesario. Ella y mi papá tienen un matrimonio hermoso que trajo al mundo a tres niños, me criaron junto a mis dos hermanas menores para que fuésemos una buenas personas y cumpliéramos todos nuestros sueños. Aunque a ninguno de los dos les encanta la idea de mi vida de "rockstar" nunca han dejado de apoyarme, así como yo nunca le diría que no a uno de sus postres ridículamente deliciosos y posiblemente creadores de una diabetes tipo 2.

- ¿Dónde están Tommy y Martin y por qué no vinieron a verme? – le pregunta mi mamá a Sebastian, y aunque estoy a unos cuantos segundos de romperle la cara por la expresión grosera en su rostro, su mirada se suaviza cuando se encuentra con la de la mujer.

- Están en la finca de su padre, su hermana está de cumpleaños.

- Oh bueno, supongo que puedo perdonarlos – admite la mujer, dejando un pequeño beso en la cima de la cabeza de mi amigo para luego peinar un poco su cabello - ¿Qué hay de Sammy? ¿Qué tal estuvo su promoción ayer?

- No pude ir – explica secamente Sebastian, llamando mi atención –. Tuvimos una entrevista temprano y estaba demasiado cansado.

- Que mal, Luke me dijo que estaba muy emocionada por su reconocimiento pero supongo que te entendió. Trabajan demasiado - Con un suspiro quejumbroso mi madre vuelve a entrar a la cocina, sin embargo mi atención ahora está totalmente en mi amigo.

- ¿Puedes prestarme tu teléfono?

- ¿Para qué? – pregunto confundido.

- Samantha no atiende mis llamadas, mis mensajes no le llegan y a menos que haya decidido borrar todas sus redes sociales, tengo la pequeña sospecha que me bloqueó.

- ¿Qué hiciste?

- Nada, no tengo idea sobre qué puede estar pasando por su cabeza.

- ¿De verdad no fuiste a su promoción ayer?

- Ya me escuchaste, estaba cansado.

- No me vengas con esas mierdas – niego, frunciendo el ceño-. ¿Por lo menos la llamaste?

- Me quedé dormido, no es la gran cosa.

Mi silencio sube por la habitación y puedo notar por la postura de sus hombros como lo incomoda, Samantha no ha hablado de otra cosa en días más que de su promoción y de cómo la emocionaba tener por primera vez en dos años el reconocimiento que se merece. Incluso Thomas, el pobre Thomas que Dios sabía tenía sus propios problemas, se había tomado el tiempo de enviarle un mensaje para felicitarla.

- No planeo darte mi teléfono, fuiste un idiota.

- ¿Y cómo se supone que me disculpe si no puedo hablar con ella?

- ¿Y vas a usar ese tono en tu disculpa?

- Eres un idiota – se queja el hombre, poniéndose de pie y caminando en dirección al pasillo que lo llevará a la puerta.

- No estaba bromeando, ¿y a dónde planeas ir? - inquiero, siguiendo su ejemplo y poniéndome de pie.

- Iré a su maldito apartamento para hablar con ella.

- Seb, tranquilízate – pido encarecidamente, viéndolo enfundarse en su chaqueta de cuero-. Estás enojado y ofendido, ella seguramente también lo está, nada bueno puede salir de una conversación donde ambos están susceptibles. Dale su tiempo, puedes hablarlo cuando te encuentres más tranquilo.

- ¡Maldita sea!

- ¿Qué ocurre?

- No traje mi auto – suspiro derrotado, conozco a Sebastian desde que tenemos cinco años y sé por su expresión facial que no planea rendirse -. Llévame a casa de Samantha.

- No haré eso, por favor trata de ser razonable.

- Si no me llevas en este instante te lo juro por mi vida que le diré a tu madre que tienes una tatuaje en la nalga izquierda bastante vulgar.

Por segunda vez en la mañana un silencio abraza nuestra conversación, solo que esta vez no es incomodidad lo que lo caracteriza sino el reto que se encuentra en el aire. Sebastian es más ágil que yo, así que solo le costará diez segundos aparecer frente a mi madre en la cocina y lo conozco lo suficiente para saber que jamás hace una amenaza en vano, no duraría ni un segundo en lanzarme bajo el tren que es mi mamá si eso representa una ventaja para él.

Por otro lado, sé que soy un hombre de casi veintiocho años independiente, que miles de personas saben mi nombre y corean las letras que escribo, sé que mido casi metro noventa y que soy libre de hacer lo que me dé la gana. Pero si Margaret Maxwell se entera de mi tatuaje para nada elegante en un lugar que nadie debería ver, su metro cincuenta y siete se transformara en tres y no habrá forma de salir libre de esta casa. Sé que mi amigo no dudará un segundo en delatarme y que mi mamá no lo pensará dos veces antes de darme una paliza en este mismo instante, y también sé que Sebastian disfrutará cada segundo.

- Te odio – le digo con ojos entrecerrados, tomando mi propia chaqueta de jean y despidiéndome de mi mamá a los gritos.

- Lo sabías cuando decidiste unir tu vida a mí, pastelito – responde sarcásticamente, saliendo con una velocidad impresionante y subiéndose al asiento de copiloto de mi mercedes. 

Hands in the dark ( #1 Trilogía Heatstroke)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora