CAPÍTULO 22

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LUKE

Samantha está extraña conmigo. Tan extraña que es incómodo y me hace dudar de si hice algo mal o no. Lo único que me tranquiliza y me deja dormir un poco en las noches es el hecho que Camille y Lizzie siguen comportándose de la misma manera que siempre, no me han cerrado la puerta en la cara ni me han vetado de su hogar.

Aunque de verdad he tratado de fingir que todo ha vuelto a la normalidad, pues si finjo que no noto sus extrañas miradas ni como se pierde en sus pensamientos mientras me ve fijamente ella parece relajarse un poco, no creo que aguante mucho más en esta dura tarea de no poder hablar libremente con la Sammy de antes.

Hoy es día de cambio de guardián para Darcy, así que salgo del estudio luego de la hora de almuerzo despidiéndome de los chicos y me dirijo al departamento de las Polo-Sutton- Khatoon. Llamo a la puerta esperando que Camille me abra, como ocurre todos los miércoles en la mañana pues ese día tiene guardia de noche y es la única en la casa, sin embargo una Samantha en pijama y con el cabello revuelto es la que me devuelve el saludo.

- Hola.

- Oh, hola – no paso por alto como se sonroja un poco y hace el amago de irse para luego volver a su puesto y fingir que no ha pasado nada -. ¿Qué haces aquí?

- Vengo por Darcy, ya es miércoles.

- Claro, si es cierto... - asiente, sacando cuentas mentales -. Pensé que vendrías después de mediodía.

- Son las dos, guapa – respondo con una pequeña sonrisa, ella se vuelve a sonrojar pero me da la espalda rápidamente, caminando hacía un reloj. Entro en el apartamento, cerrando la puerta a mi espalda y quitándome los zapatos para seguirla

- ¡Joder, pensaba que eran las onces! – se queja desde el cuarto de lavado, yo cruzo mis brazos con una pequeña sonrisa.

- ¿Puedo saber por qué no estás trabajando? – pregunto cuando sale al pasillo, luchando por mirarla a la cara cuando lleva una camisa blanca de pijama sin brasier y por supuesto que no deseo comérmela con los ojos, pero sus magníficas tetas me están saludando.

- Porque me reporte enferma.

- ¿Qué tienes? – inquiero preocupado, pegándome mentalmente por estar pensando en sus tetas cuando está pasando por un mal momento.

- Nada, Luke – se burla la chica, girando los ojos -. Mentí, ¿conoces el concepto?

- Si pero no lo disfruto.

- Yo tampoco – admite con un suspiro -. Pero no tenía más opciones, era eso o suicidarme. Preferí la mentira blanca por esta vez.

- ¿Y qué estuviste haciendo todo el día que no te diste cuenta de la hora? – pregunto curioso, queriendo desviar la atención de lo que sea que la pone tan triste.

- Jugando Mario Kart – explica con una gran sonrisa.

- ¿Estabas jugando Mario Kart? ¿Toda la mañana?

- Así es – asiente, viéndose un poco infantil pero definitivamente hermosa. Duda un poco antes de preguntar -. ¿Quieres jugar una partida?

- Bueno, prometí estar a las cinco en casa de Seb – explico viendo en mi muñeca como la manija larga se detiene en el número seis mientras la pequeña está entre el dos y el tres -. Tenemos un rato, me encantaría jugar una partida.

Caminamos hasta la sala de estar seguidos por un aire de felicidad, yo me dejo caer en el sofá gris claro mientras Samantha se agacha frente al televisor para buscar otro control del play en el mueble del mismo. Mis ojos se desvían instantáneamente a la parte baja de su espalda y aunque sé que sus tetas tienen más crédito no puedo evitar pensar que toda ella se ve fantástica. Mi pene opina lo mismo. Rápidamente deseo golpearme de nuevo, gracias al cielo logro recomponerme antes que voltee y cuando lo hace simplemente le sonrío.

Hands in the dark ( #1 Trilogía Heatstroke)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora