LUKE
Yo solía ser un animal de costumbre, así me gustaba referirme a mí mismo cuando mi madre no escuchaba porque le enojaba que me dijera animal. Siempre me bañaba a la misma hora, mi rutina para salir de casa no variaba desde hace veinte años, mi semana solía consistir en las mismas actividades dispersas en los mismos horarios durante los mismos días y siempre me gustaba celebrar mi cumpleaños igual.
Solía iniciar con mi despertar, comía un desayuno inglés bien potente con una taza de té con leche y de postre una rebanada de pastel. Luego me gustaba almorzar en mi restaurante favorito del momento con mis amigos de la banda y dedicaba mi tarde a recibir regalos, descansar un rato viendo algún deporte, serie o película y terminaba conmigo comiendo pastel con las personas que amaba.
Otra cosa que nunca cambiaba es que jamás despertaba solo en mi cumpleaños. Durante veinticuatro años desperté en casa de mis padres ese día, luego empezó la banda y pasé dos años celebrando mi nuevo año de vida en gira, luego cumplí veintisiete y convivía en la misma casa que mi ex. Lo que nos lleva a este año, sin novia, sin giras pero siempre teniendo la casa de mis padres como algo seguro.
Así que dormí la noche anterior allí, desperté con mis papás dándome besos de felicitaciones, desayunamos entre todos y recibí mi primer pastel junto al primer regalo de mi día. Luego almorcé con los chicos en Salsa, nuestro actual restaurante favorito, y ahora me encuentro acomodando mi chaqueta de jean negra antes de recibir a mis invitados.
- ¿Te parecen que son suficientes botanas para tus amiguitos? – inquiere mamá desde la cocina, terminando de acomodar todos los platos sobre la barra.
- Solo seremos quince personas, creo que exageraste un poco.
- ¿Por qué quieres que las personas pasen hambre, Luke? – susurra horrorizada la mujer, guardando uno de los cinco postres que hizo en la nevera.
No miento cuando admito que no hay mucha gente con quien quiera pasar mi cumpleaños. Con mi familia y la banda, contando al novio de una de mis hermanas y a Nathalie éramos diez, a eso se le suma a Sammy y Camille (ya que Lizzie fue muy amable al decirme que le agradaba pero no lo suficiente como para aguantarse a Sebastian y Thomas, admito que le di un poco la razón. Además, publicó una foto mía en las historias de su Instagram y para mí fue un gran gesto y no tendré que luchar con la vergüenza que me causa cada unos de sus comentarios indiscretos sobre mi enamoramiento en Sammy) Y tres amigos personales. No es como si no tuviese más personas en mi lista, si esto fuera una fiesta podría escribir el nombre de doscientas personas tranquilamente pero es algo más íntimo, solo estarán las personas que me interesan.
- ¿Estás seguro que es buena idea unir a Sam y Seb? – inquiere Martin desde su puesto en el sofá, junto a mi padre.
- Sí, tengo entendido que terminaron mal – asiente el hombre que me dio la vida, sin despegar su vista del partido de futbol.
- ¿Desde cuando eres un chismoso, papá?
- Desde que tú mamá me obliga a leer las tendencias de Twitter.
- Si hoy hay pelea, no prometo ingresar a ningún bando – advierte mi amigo, viéndome seriamente.
- No habrá pelea – anuncia mamá -. Samantha es una buena chica y Seb sabe comportarse, ahora vengan a la cocina y ayúdenme a terminar la piña colada.
Poco a poco llegan las personas a la casa de mis padres, todos traen regalos acompañados de felicitaciones extrañas y divertidas. Martin me había dado el suyo temprano, un cupón de muchos ceros para comprar en una tienda de instrumentos nueva que quería visitar desde hacía mucho tiempo, algo sencillo pero cumple su cometido.
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Hands in the dark ( #1 Trilogía Heatstroke)
RomanceSamantha solo quiere amar las cosas sencillas de la vida: reírse en el trabajo con sus amigos, tener citas espontáneas con su novio y compartir historias con alguien antes de dormir El problema radica en que su trabajo es una mierda, su novio un imb...