Sᴇɴᴛɪᴍɪᴇɴᴛᴏs Iɴᴇxᴘʟɪᴄᴀʙʟᴇs

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-Seis días después-

Marceline Abadeer:
Mis heridas estaban mejor, Bonnibel me había obligado a descansar por dos días enteros pero finalmente otra vez regresamos a nuestro viaje. Habíamos entrado en otro aldea y descansaríamos hoy aquí. Paseábamos por la aldea hasta qué escuchamos a alguien llamar a Bonnibel, era un chico de cabello color café oscuro y un poco largo, venía corriendo hacía nosotras con una sonrisa. Bruno...¿qué haces aquí? -Preguntó ella. Ambos sé abrazaron. Te estuve buscando. Supe lo que les pasó a tus papás, lo siento -Dijo él chico. En ese momento sentí que sobraba pero no quise dejar sola a Bonnibel con él. ¿Ustedes se conocen? -Pregunte fríamente cortando su conversación. Si, Bruno fue mí novio en él pasado. Además nuestras familias se conocen desde hace mucho tiempo...bueno, se conocían -Explico Bonnibel. ¿Quién es ella? -Preguntó amablemente. Ella es Marceline Abadeer, una cazadora de demonios. Viajo con ella -Respondió. Un placer conocerte -Estiro su manó, la miré por un momento pero la acepté y nos dimos un apretón de manos. Igualmente -Dije. Seguí caminando, ellos venían detrás de mí y hablaban animadamente, sonreían, se reían y al parecer había cierta química entre ellos. Eso me hizo sentir impotente y un poco molesta. Esperaba qué esté chico no se quedará por mucho tiempo con nosotras.

Y de repente una señora se acercó a mí. Solicitó sus servicios cazadora -Dijo. ¿Qué puedo hacer por usted? -Pregunté. Toda las noches un demonio ataca mi mansión y se ha comido a varios de mis sirvientes, quiero qué extermine al demonio. Le pagaré muy bien además de qué tendrá hospedaje y comida -Explico. Aceptó señora -Dije. Pero no me digas señora por favor, llámame Lucia -Dijo con una voz seductora y me guiño él ojo. Seguimos a la señora hasta la mansión, cada uno tuvo su propia habitación y luego de un rato nos llamaron para cenar. Bonnibel y Bruno se sentaron uno al lado del otro, ellos seguían riéndose y sentía qué perdía a Bonnibel. Tal vez ella ama a esté hombre pensé y aquello me hizo sentir una punzada en mí corazón. La señora Lucia se sentó a mí lado, empezamos a comer pero no podía parar de ver a Bonnibel y Bruno y lo cariñosos qué estaban uno con él otro. Tienes una mancha aquí...permíteme -El tomó una servilleta y limpió la comisura de su labio. Ellos se sonrieron mutuamente, y casi estuve a punto de matar a Bruno con mí katana. Él pasó su mano por sus hombros y le dió un pequeño abrazó mientras yo los miraba seriamente.

Bonnibel Bubblegum:
Nos habíamos encontrado con Bruno, me dio mucho gusto verlo, él y yo cuándo terminamos nuestra relación no quedamos en malos términos, a pesar de todos es un buen amigo para mí. Durante la cena la señora estuvo coqueteando con Marceline y aquello no me gustó. Tienes unos brazos muy fuertes, ¿hace ejercicio muy seguido? -Preguntó haciendo una voz muy coqueta, puso su manó alrededor de su bícep y apretó. No, aveces es difícil hacer ejercicio cuándo tengo qué estar viajando para matar demonios pero trato de mantenerme en forma -Explico. Tengo un gimnasio, lo puedes usar si quieres -Ella ofreció. Seguía tocándola, apreté los alrededores de mí silla hasta qué mis nudillos se volvieron blancos, moría de celos, no me gustaba cómo la miraba, no me gustaba cómo la tocaba y no me gustaba cómo trataba de seducirla. Podía apostar lo qué fuera a qué la señora quería llevarse a la cama a Marceline. Me vendría bien hacer algo de ejercicio -Dijo Marceline aceptando su ofrecimiento de usar su gimnasio, ambas sé levantaron y las perdí de vista.

Hice qué Bruno me acompañará para ver a Marceline entrenar, ella estaba en la caminadora, se habían quitado su cárdigan y su camisa de mangan larga, sólo estaba usando su camisa blanca. Se veía muy sexy. La señora Lucia la miraba, ella se la comía con la mirada. Estuvimos un rato, yo estaba ahí para asegurarme qué la señora no hiciera nada extraño a Marceline, además no quería dejarlas a solas. Finalmente Marceline fue a su habitación a bañarse. Bruno y yo fuimos a mi habitación para hablar un rato más. Hablamos de todas las cosas qué hicimos durante esté tiempo qué no nos vimos.

Marceline Abadeer:
Mientras me bañaba estaba pensando. Pensaba en lo qué sentí durante la cena, ver a alguien más con Bonnibel, tratar de conquistarla causó otros sentimientos inexplicables para mí y rápidamente caí en cuenta qué me puse celosa. Eso fue cómo si me cayera un balde de agua fría. No estaba segura de qué hacer pero no quería darme por vencida antes dé tiempo, si al menos tenía una mínima oportunidad de estar con ella la aprovecharía. ¡Está noche le confesaría lo que siento!.

Después dé vestirme, salí de la mansión tomé una rosa y regresé a la habitación de Bonnibel, tomé un respiró para calmar mis nervios, levanté mi manó para tocar la puerta pero escuché algunas voces, acerqué mi oído a la puerta y reconocí la voz de Bonnibel y Bruno, ellos estaban solos en su habitación. Sentí los celos invadirme, abrí la puerta lentamente para qué no notarán mi presencia. Yo aún siento cosas por ti Bonnibel. Te estuve buscando todo esté tiempo para decírtelo...Quiero casarme contigo -Pude observar cómo él se inclinó y la besó. En ese momento quedé en shock, supe qué ya no debía de estar ahí, salí corriendo a mí habitación y cerré la puerta con llave, mis lágrimas empezaron a salir, me deslicé hasta él suelo. Mi corazón se había roto y era mucho peor qué las heridas en mí cuerpo o qué te cortarán un brazo. No pude dormir en toda la noche, me la pasé haciendo ejercicio para sacar todos estos sentimientos pero aquellas palabras no salían de mí menté, la voz de Bruno hacía eco en mí menté. "Quiero casarme contigo..." se repetía una y otra vez junto a la escena de ellos besándose. Y era muy horrible qué mí propia mente me torturara de esa manera.

Bᴇᴀᴜᴛʏ ʙᴇʜɪɴᴅ ᴛʜᴇ ᴍᴀᴅɴᴇss [Bᴜʙʙʟɪɴᴇ] (AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora