Capitulo 9

2.3K 162 13
                                    

Pov Abril.

-¿Una fiesta? -pregunté, algo confundida.

-¿No te gusta divertirte? -elevó una ceja.

-Sí me gusta, pero no puedo irme ahora de esta fiesta. Debe ser después que acabe o mi padre me matará. -murmuré, mirando adentro donde se encontraban los demás invitados y prensa. Hice una mueca.

-La hija ejemplar... -casi lo susurró, recostada en su silla con media sonrisa.

-Pretendo serlo. -la miré y nos quedamos así durante lo que pareció una eternidad.

Sus ojos me encantaban. No podía negarlo, eran tan hermosos.

El carraspeo de una garganta me sacó de mis pensamientos.

-¿Ocupadas? -entró Molly, mirándonos a ambas con curiosidad.

-No. -Samantha me miró.

-Adivina quien acaba de llegar. -me dijo Molly, sonriendo contenta.

-¿Quién? -fruncí el ceño.

-Yo. -dijo alguien a nuestras espaldas.

Voltée rápidamente, reconocía esa voz.

-¡Natalia! -me levanté y la abracé fuerte.

-¿Cómo está todo, Ari? -preguntó, dándome suaves caricias en la espalda. La había extrañado tanto.

-Bien. Oh por dios, ¿cuándo llegaste? -me separé un poco para poder verla.

Natalia era otra de mis mejores amigas, ella era la dueña de una fundación que sus padres le heredaron al morir, ella se encargó de que la fundación fuera hoy en día una de las mejores del país. Mi papá claramente apoyaba la causa y mensualmente dejaba una cantidad de dinero para ellos. Natalia se había ido por cosas de trabajo a África, ayudando a los niños de allá. Si había algo que yo admiraba de ella era su gran corazón.

-Llegué esta mañana. Tu padre me comentó sobre la fiesta y decidí venir a darte una sorpresa. -me comentó al separarse por completo.

-Que gran sorpresa. Oh, por dios, te extrañé tanto. Luego quiero que me cuentes cosas de allá, pero primero quiero presentarte a alguien. -volteé a mirar a Samantha quien se había puesto de pie- Ella es Samantha Rivera, una buena corredora de autos. -señalé a la semirubia, que se acercó un poco a nosotras- Samantha, ella es Natalia García, una de mis mejores amigas. -señalé a la pequeña rubia, quien le sonreía enormemente a Samantha.

-¿Natalia García, la dueña de...?

-La misma. -me apresuré a decir.

-Un gusto conocerte, Samantha. -Natalia estrechó su mano.

-El gusto es mío. Juro que soy admiradora de lo que hace. Es un gran honor conocerla, su trabajo es.... increíble. -le dijo totalmente impresionada, sus ojos brillaban en admiración. No pude evitar sonreír.

-Oh, gracias. No me trates de usted. Me siento vieja y no lo soy. -dijo sonriente.

-Está bien. Lo siento. -dijo mirando al suelo. Puedo jurar se había ruborizado un poco. ¿Podría ser más tierna?

-Necesito una foto, ¿pueden colocarse las tres, por favor? -preguntó Molly, acomodando algunas cosas en su cámara.

-Claro, claro.

Natalia se colocó a un costado. Cuando Samantha puso su mano en mi cintura, mi piel se erizó, ¿por qué tenía este estúpido efecto en mi? Sonreía y traté de ignorar eso.

-Hermosas. -concluyó Molly, alejando la cámara de su rostro, para luego ver las fotos que hizo- Natalia, ¿me acompañas a buscar a Cami? -le preguntó a la pequeña rubia, quién rápidamente se acercó a ella.

Kilometraje | RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora