Capítulo 61

1.7K 127 71
                                    

Pov Abril.

Mi corazón latía fuerte en mi pecho mientras Samantha intentaba calmarme y arrastrarme de nuevo hacia la sala. Pero yo me incliné aún más y, con algo de torpeza, entré al escondite que Amairani y yo compartíamos como nuestro lugar secreto. Una vez dentro podías ponerte de pie sin ningún problema, era grande y espacioso. Miré alrededor y vi las frazadas en el suelo, en una esquina había un pequeño estante con comida y noté que la envoltura de un chocolate estaba en el suelo. Mi mirada viajaba por el lugar y las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos nuevamente. Sentí los brazos de Samantha rodearme y escondí mi rostro en el espacio libre de su cuello.

-Tranquila mi amor. Las vamos a encontrar, te lo prometo. -un sollozo se escapó de mis labios y el miedo se apoderó otra vez de mi cuerpo, desplazando la esperanza que había creado por un segundo.

-¿Ari?

De golpe, miré a donde venía la voz, detrás del estante de libros, el rostro de mi hermanita se asomaba por la esquina. Sin pensarlo dos veces me impulse hacia ella, abrazándola contra mi cuerpo.

-Me estas ahogando, Ari.

Yo sonreí y la solté, agachandome a su altura, acaricié sus mejillas. Volteé a mirar a Samantha y ella buscaba más con sus ojos chocolates.

-Samantha... Leah está dormida. -dijo Amairani en un susurro.

Sonreí y comencé a llorar, volviendo a abrazar a mi pequeña hermana. Samantha se unió a mi y nos abrazó a ambas. Amairani se salió de nuestro agarre y dió unos pasos hacia atrás, debajo de la frazada, estaba Leah boca abajo plácidamente dormida, como si nada hubiese ocurrido. Samantha se recostó junto a ella y comenzó a acariciar su pequeña espalda mientras besaba su pelo. La escuché llorar sobre nuestra bebé, creo que de felicidad. El miedo se había ido y ellas estaban ahí. Samantha lloraba y Leah se despertó, movió su rostro para mirar quien le ponía peso encima, sonreí al ver su rostro de confusión pero rápidamente cambió.

-¡Mamá!

Sonreí y solté un gran sollozo, pero esta vez era de alegría.

-Hola pequeña. -susurró.

"Estoy enamorada" pensé.

-¿Ya se fueron los malos?

Su voz sonaba con tanto miedo que podía llegar a romperte el corazón. Yo asentí y la abracé.

-Nadie te hará daño. Jamás. Vamos abajo, todos están esperándote.

-Vamos.

Yo tomé la mano de Amairani y Samantha cargó a Leah, yo le di un beso en la mejilla a mi bebé y ella tomó uno de mis dedos entre su manita. Bajamos las escaleras así y todos nos miraban sin poder creerlo. La primera en lanzarse sobre Amairani fue mi mamá.

-¿Puedo cargarla? -le pregunté a Samantha.

-Claro que sí, mi amor. No debes preguntarme eso.

Sin más, Leah estuvo entre mis brazos.

-Mami.

-Hola, mi cielo.

Las lágrimas corrían por mis mejillas pero eran de alivio. Y me sentí completa cuando sentí que Samantha nos envolvía entre sus brazos.

-Las amo tanto. -susurró.

Le sonreí y besé cortamente sus labios. Me concentré en Leah y comencé a jugar con su pelo mientras ella tenía agarrado el collar de Samantha entre sus manitos. Minutos después, Amairani estaba sentada en las piernas de mi papá y Leah brincaba en las piernas de Camila mientras Molly la alentaba. Natalia estaba abrazando a Samantha y yo miraba todo fascinada, mi papá recibió una llamada, y ahí todo fue mucho más claro.

Kilometraje | RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora