Capítulo 51

1.7K 149 76
                                    

Pov Abril.

Limpié las lágrimas de mis ojos y tire el vaso de café en el bote de basura. Caminé lentamente hasta llegar nuevamente al piso donde estaba Samantha. Me sorprendió ver a mi padre ahí, hablando con Rosario.

-¿Qué haces aquí?

El volteó a mirarme y sonrió débilmente. Extendió sus brazos y me rodeó, me sentí confundida pero luego de reaccionar, le devolví el abrazo y algunas lágrimas volvían a bajar por mis mejillas. En sus brazos me sentía protegida, como cuando era niña y el me abrazaba y sentía que todo estaba bien. Después que crecí, pocas veces me abrazaba pero cuando lo hacía, me sentía segura. Luego de unos minutos me soltó y limpió mis lágrimas.

-Vine a ver como estaba Samantha.

-Gracias por venir papá. -el negó con la cabeza y beso mi mejilla.

-Creo que deberíamos trasladarla a la mejor clínica de Miami. Quizás así sea mejor. -yo asentí y miré a Rosario.

-Es una clínica muy costosa. -sollozo.

-No se preocupe. -acarició su brazo- Todo estará a mi nombre y no me va a deber nada. -el me miró- Su hija me ayudó una vez, y eso no se olvida. -le sonreí débilmente.

-Gracias, señor Garza.

-Haré los trámites, tu quédate aquí. -me dijo y yo asentí.

Los amigos de Samantha llegaron y pude ver a Vicky bastante afectada por la situación. Rocio no dejaba de caminar de un lado a otro.

Suspiré y tomé mi teléfono.

-Mamá

-Hija. ¿Cómo esta?

-Estable. ¿Y Leah?

-Está bien, se quedó dormida.

-Gracias por cuidarla.

-No te preocupes. Para eso estoy hija.

-Gracias, te amo mamá, adiós.

-¿Quieres comer algo? -me pregunto Molly.

-No, gracias.

Ella asintió y no insistió más porque sabía que no lograría que yo comiera. Las horas pasaban, lentamente y la gente iba y venía, pero yo no iba a irme.

-Todo está listo, Ari.

Me levanté y le agradecí. Vi como sacaban la camilla de Samantha junto con dos aparatos conectados a ella, bajaron por el ascensor y la subieron a una ambulancia cuidadosamente. Noté varios reporteros en la entrada y la prensa lista para dar la noticia. Se acercaron a mi padre y él, muy sutilmente, los mandó a la mierda.

-Vero, pueden ir con mi padre yo iré con Molly.

-Gracias, Abril.

Se subieron a la camioneta y esta se puso en marcha igual que nosotras, íbamos detrás de la ambulancia. Molly no dijo nada durante todo el camino y mentalmente le agradecí. Al llegar todo fue con más atención y precaución. Pusieron a Samantha en una habitación aunque las visitas eran restringidas aún.

Un chico se me acercó.

-Señorita Garza, ¿quiere algo de comer?

-No, gracias. Pero ofrecele a ellos. -dijo señalando a la familia Rivera.

El asintió y se retiró.

-Hija, yo me iré. Pero todo está listo. Tendrán a alguien que los atienda por si quieren algo de comer. Samantha tiene una enfermera privada, estará pendiente las veinticuatro horas del día de ella.

Kilometraje | RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora