Pov Abril.
Dos semanas habían pasado desde que Samantha me pidió que me casara con ella y las cosas no podrían estar mejor entre nosotras. Leah cada día jugaba con Samantha mientras yo iba a trabajar y, cuando regresaba, las conseguía con un desastre, pero ver la cara de felicidad de Leah no solo me quitaba el enojo si no también, me hacía amar más a Samantha. Esta mañana me levanté y mi ojimarrón me había dejado una nota diciendo que iría a la terapia y tomaría un taxi, para no despertarme. Apenas vi la nota, la llamé preocupada por como había hecho todo sola y ella, riendo, me dijo que todo estaba bien.
-Hola, mi cielo. Buenos días. -dije entrando al cuarto de Leah, ella apretaba sus ojitos con el revés de sus manos.
-Mami. -extendió sus brazos.
-¿Quieres que mamá se acueste contigo?
Ella asintió y así lo hice.
-¿Y mamá? -se acurrucó en mi pecho y yo la abracé.
-Mamá está con el doctor que te regala caramelos ¿recuerdas? -asintió- Vendrá en unas horas. ¿Tienes hambre?
-Shi. -sonreí por lo tierna que era- ¿Me da celeal, po favol?
Leah era una niña que, aparte de tierna, era muy educada y eso me encantaba de ella.
-Claro que si, ven. -me levanté y la cargué.
Caminamos hasta la cocina y la senté en una silla que habíamos comprado para que Leah estuviera a la altura de la mesa. Puse su plato lleno de cereal y me serví uno a mi también, es realmente sabroso. El timbre sonó y yo bufé.
Miré mi vestimenta y, sea quien sea, me verá bastante mal. Abrí la puerta y sentí unos brazos rodearme de golpe, me tensé por un momento pero apenas su perfume se coló por mi nariz solté un pequeño grito de emoción, le devolví el abrazo y mis piernas se engancharon a su cintura.
-Oh Dios mío. -murmuré.
-¡Mamá! -escuché a lo lejos.
Sentí su pecho vibrar y su risa se escuchó.
-Hola, mi amor.
-Estas ca... -me besó y yo sujeté sus mejillas- Oh por Dios, Samy ¡Lo lograste!
Ella asintió y vi su sonrisa formarse. No sé cómo se bajó de la silla, pero Leah estaba en el piso jalando la pierna de Samantha en busca de atención. Samantha me dejó cuidadosamente en el piso y la cargó a ella. Yo las abracé como pude.
-Debes contarme toda la historia. Ven.
La tome de la mano e hice que se sentara en el sofá, Leah en sus piernas.
-Pues, tenía días sintiendo más las piernas pero ayer, cuando estabas trabajando, intenté levantarme y lo hice. No me caí. Me sostuve y comencé a dar pasos muy cortos y lentos. Hoy cuando desperté las sentía por completo así que fui al médico y, efectivamente, estoy bien, -sonrió- el doctor me dijo que todo había funcionado rápidamente porque yo me exigía mucho a mi misma y, las ganas de querer caminar, me ayudó mucho igual que el tratamiento claro.
Yo estaba perdida en sus ojos que a este punto estaban más brillantes que nunca. Eran hermosos y, acompañados de aquella sonrisa, mi vista se volvía perfecta. Ella acercó su pulgar a mi mejilla y limpió una lágrima y yo ni siquiera noté que estaba llorando.
-¿Eso es de felicidad? -asenti y luego sentí unos pequeños labios impactar en mi mejilla.
-¿Mami ta triste?
-No, cariño, -le tomé la mejilla y acaricié- todo lo contrario, estoy muy feliz. A veces las personas lloran de la felicidad.
-Bueno, ¿qué dicen si vamos al centro comercial?
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Kilometraje | Rivari
FanfictionAbril Garza ha entrado muy rápido en los negocios de su padre. A sus 22 años maneja algunas de las Empresas Garza, y se ha encargado de ganarse el respeto de todos los que trabajan para ella. Se había convertido en una persona dura en los negocios...