Capítulo 50

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Narrador Omnisciente.

"La corredora y modelo, Samantha Rivera, ha sufrido un lamentable accidente mientras se encontraba en una de las carreras en las que, desde un principio, se había desenvuelto muy bien. Extraoficialmente se conoce que está siendo transladada a una clínica cercana, no se sabe con exactitud que pudo ocasionar éste trágico accidente. Información con más detalle en las noticias de esta noche".

Pov Abril.

Mi teléfono sonó pero lo ignoré, hoy era sábado, no iba a estar contestando llamadas de la oficina. Segui jugando con Leah pero mi teléfono no paraba de sonar, me levanté, frustrada, y lo cogí.

-¿Diga?

-¡Abril, por fin! -el grito de Molly me asustó- Dime dónde estás, dónde tienen a Samantha, iré ahora mismo...

-¿De que hablas? -la interrumpí al no saber de que hablaba.

-¿Como que...? -silencio- espera... ¿No estabas con Samantha?

-No, ella tenía una carrera, yo no fui. ¿qué pasa?

-¿No has visto las noticias?

-No... ¿Que sucede, Molly?

-¿Donde estás?

-En mi casa. -respondi con obviedad

-Siéntate...

-¿Qué ocurre Molly? Me estas asustando ¿Qué le paso a Samantha?

-Samantha... Ella... Pues...

-¡HABLA! -comencé a desesperarme y mi corazón se aceleró.

-Tuvo un accidente.

Mi mundo se desmoronó. El teléfono cayó de mis manos y comenzaba a sentirme mareada. Me vestí lo más rápido que pude, y vestía Leah. Sin darme cuenta, estaba llorando y Leah me preguntaba porqué lo hacía, pero yo no podía hablar, el timbre de mi casa sonó y, desee con todas mis fuerzas que fuera ella, pero no. Era mi madre.

-Abril... Pensé que estarías aquí.. ve, yo me quedo con Leah.

-¿Como te...

-Las noticias, ahora vete. Pero toma un taxi, no manejes así.

Besé a Leah en la frente y le pedi que se portara bien. Ella me dijo que me quería y comencé a llorar más fuerte aún. Salí del departamento y agarré un taxi, tomé mi teléfono y le marqué a Steven, el me dijo donde estaban y le di la dirección al taxista. Miré por la ventana pero las lágrimas mantenía todo borroso. Me maldije por pelear con ella antes de irse y por no ir a apoyarla. Le pedí a Dios con todas mis fuerzas que nada le pasara, que no se la llevara, no a ella.

-Llegamos, señorita.

Pagué y me bajé corriendo lo más rápido que mis piernas me lo permitieron. De entrada, choqué con un hombre.

-Lo siento -le dije.

Llegué al puesto de enfermera y le pedí me dijera donde tenían a Samantha Rivera.

-Lo siento pero solo familia cercana puede entrar. -me dijo sin mirarme.

-No entiende tengo que verla ahora mismo.

-¿Qué lazo comparte con la paciente? -pregunto levantando la vista.

-Es mi novia.

-Lo siento ya han venido varias chicas y dicen lo mismo.

Kilometraje | RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora