Q U E C A I G A L A C O R O N A
Las cosas no siempre han resultado en desastres. Las situaciones hasta hoy día no me han llevado a despedidas, por lo menos no las tengo en cuenta si han quedado incompletas. En ocasiones, ha resultado ser un nos veremos hasta pronto. Uno que muere bella y silenciosamente; yéndose sin darle tantas vueltas al dolor en el pecho.
«¿A dónde iré?»
Cuestionamiento que se dedica a merodear, entonces le digo—: De nuevo con eso, sabes que al cielo.Fares se encuentra conmigo. El sonido de las calles es gris y frío, pero a su lado siento que estoy despertando en un primer día de primavera.
La paleta entre sus labios la saborea con el mentón en alto y la mirada, más profunda que oscilante, fija en su enfrente.
Ha sido amable al ofrecer un caramelito hace un rato, pero como es costumbre en nuestras pláticas, terminé por negarme; sin embargo, no pensé que justo ahora, y que no es propio de mí pensar esto, se me antoje.
De manera sigilosa, como si no llevará rato viéndolo, vuelvo la vista a la otra calle.
No hay semáforo, así que cruzamos rápido después de esperar bastante. Fares dijo que era mejor ser pacientes y hacer tiempo hasta que ni un solo vehículo estuviera cerca.
Es demasiado precavido, tanto que no se ha fijado que su insisto ha querido traicionarlo al tomar mi mano.
Qué traicioneros instintos.
—¿Sabes dónde pu-edo... —tartamudea un limitado segundo. En medio del bullicio a sido complicado identificarlo. Lo veo renegar con la cabeza, intentado despejar la garganta —, comprar una?
¡No!
¿En todo este tiempo no sabía a dónde nos dirigía?
—Explícame, —desconcertada le digo—¿como se supone que quieres comprar una biblia sin saber dónde las venden? —al concluir, una corta risita histérica se apodera de mi boca. Declarando confusión.
Él también ríe. De manera formal y tierna.
—Es que tú conoces bien este punto de la gran ciudad. —Dice con una especial seguridad.
—¿O sea que caminábamos sin saber a dónde ir?
—Eso creo —alza un poco su labio superior.
—¿Ibas a perdernos?
—No. Por eso hay señales.
—Ese argumento es muy poco válido y triste.
—No para mí. Por alguna razón están allí.
Retorno la atención a nuestro "camino".
Doblamos la esquina llegando a una avenida menos tumultuosa. Tenemos a primera vista la biblioteca nacional. Ese alto edificio que sobresale; una manzana más adelante y listo, encontraremos todo tipo de librerías a nuestra disposición. Puedo contar con los dedos de la mano las que son cristianas.
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RUTA 27 | ✓
Fiksi RemajaPude contar la estrellas en el infinito. La melancolía de dejarte, se desvaneció. El majestuoso atardecer abriría una ruta para recordarte que "fuimos uno". Él fue la lluvia que se esparció sobre la sequedad de nuestros corazones; jamás te dejará, e...