Pude contar la estrellas en el infinito. La melancolía de dejarte, se desvaneció. El majestuoso atardecer abriría una ruta para recordarte que "fuimos uno". Él fue la lluvia que se esparció sobre la sequedad de nuestros corazones; jamás te dejará, e...
“En el cielo no existen guerras, en el cielo tendremos absoluta paz”.
H. Rodríguez
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C I E L O Y T E M P E S T A D
Durante este tiempo me he estado preguntando, y la insistencia a perdurado, ¿que es lo que falta? No me he sentido conforme con lo escrito. Es risible; faltó una sola mirada al cielo para saberlo.
Los tiempos y épocas cambiaron, Dios es el mismo y su palabra igual.
No como las estaciones. Frías, coloridas, una preciosa y otras tan calurosas que los sonrojos pasan desapercibidos. Se alcanzan a ver solo con frescura, la que es propia de sitios templados.
Lo que se aproxima es difícil. Pero Jehová es mi castillo, sin importar cuántas calles ensombrecidas deba cruzar. En los momentos de angustia. Él será siempre mi paz. La que sobrepasa todo entendimiento.
No temo por las bestias destructoras.
No le temo a esto.
Los tiempos y épocas irán cambiando, pero la perfección y pureza de Dios, nunca lo harán. Sus pensamientos son de bien para mi vida, y es que algunos cambios para mí los considero provechosos. Lo veo en las obras del artista y entiendo que la vida es mejor así.
Porque la falta de paz es la destructora de todo lo que es santo. Y es tiempo ya de olvidar lo que me hizo daño, incluso si mi cuerpo no lo quiere así. Dios sabe bien que esos detalles están siendo pulidos por sus manos.
Sí. Él lo sabe.
«Es tiempo ya de olvidar, Fares», me encuentro diciéndome. Pero, sucede que caigo en cuenta de que esto va mucho más allá y, que, si se escapa de mis manos... bueno, no lo harán de las de Dios.
Mi vida es transitoria, pero cuando el día esperado decline, sucederá. «Volamos». Él es la única consistencia segura.
Mi hermano, tamborileando los deditos, permanece junto a mí. Es mejor no tentarlo . Ya recuerdo lo que me costó resolver sus dudas.
El error fue pedirle al taxista que nos dejara en esta parada. A menos de cinco metros estaba el parque de diversiones.
No hay aglomeraciones, pero no es un lugar al que me gusta venir. Traigo mi cámara y para que desechar el potencial, ya estamos aquí. Colton retuerce mi mano, desesperado porque llegue su turno.