Kindergarten I

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—Muy bien

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—Muy bien... —Se ató bien el delantal y acomodó su cabello hacia atrás para que no le estorbara.

—¡'Teeb! —Lo llamaban los niños más pequeños.

—Un segundo, chicos. Solo déjenme abrir las cortinas. —Rio un poco al ver que lo seguían.

Steve había conseguido un trabajo de medio tiempo en la guardería cerca de su casa. La dueña vio el potencial y la dulzura que tenía el chico con los niños y no dudó en ofrecerle algo de dinero a cambio de cuidarlos en la tarde. Teniendo dieciséis no se encontraba emocionado en gastar mucho de su tiempo en un empleo de paga completa, entonces decidió empezar con algo pequeño mientras entraba a la universidad. Cuidaba a los más pequeños en el cuarto de juegos mientras los más grandes, quienes esperaban a sus padres mientras trabajaban, jugaban libres en el patio.

—Tranquilo, tranquilo, no entres en pánico, pequeño. —Se acercó a un bebé, quien lloraba porque su torre de bloques se había caído. Se sentó a su lado, reconstruyéndola— ¿Ves? Nada pasa, todo en orden. —El niño asintió y continuó jugando. Steve sonrió y miró hacia la ventana, pero notó como dos se peleaban afuera— Ah, diablos... Nat, ¿los vigilas un momento?

—¿Hm? Está bien... —Murmuró limpiando a una niña que jugaba con pinturas. El rubio suspiró y caminó hacia ambos, que ya se agarraban a golpes.

—Hey, ¡hey! —Los separó y levantó al que estaba en el suelo— ¿Estás bien?

—¡Bucky me estaba golpeando! ¡Castíguelo! —El pequeño castaño de siete años cruzó sus brazos, revirando sus ojos.

—A ver, ya, tranquilo. Ve con Natasha para que te ayude a limpiarte, yo hablaré con Bucky, ¿de acuerdo? —El chico asintió y caminó hacia dentro, sacándole la lengua victorioso a James y este sintió la rabia subirle por el cuerpo.

—¡Tú, tonto! —En cuanto iba a correr tras él, Steve se agachó y puso un brazo para detener al menor.

—Ok, vamos a calmarnos. —Bucky respiraba agitado del enojo mientras Steve le quitaba el polvo de los hombros de su camisa— ¿Me dirás qué sucedió?

—Nada. Es un tonto.

—Bucky. ¿Acaso quieres quedarte sentado en la esquina de los castigados hasta que llegue tu mamá?

—No...

—Habla, entonces.

—Es que... ya vamos a entrar de nuevo y yo quería tomar una de las flores rojas. Él también quería una flor roja y casi no hay, entonces no lo dejé y lo golpeé porque seguía de necio.

—Pero... —Miró el pequeño campo de flores, notando que había dos rojas— hay dos, podías tener una y él una, ¿no?

—No, yo quería las dos. —Murmuró con leve molestia y Steve suspiró.

Stucky Trash.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora