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Se encontraba una vez más en el Upside Down. Robin y Nancy se encontraban atadas de pies y manos por la enorme enredadera, sujetas firmemente a las paredes de la casa Creel. 

Y él estaba exactamente igual que ellas, sujeto de pies y manos, siendo asfixiando.

—¡Nancy! ¡Robin! —las llamo, pero sus amigas no parecían estar escuchando, era como si hubiera una enorme pared de cristal separándolos. 

Ambas chicas estaban siendo brutalmente asfixiadas y él no podía hacer nada. Se sentía impotente. 

—Steve. Steve. Steve —una voz resonó en su cabeza, viniendo de ningún lugar en específico. 

¿Sería Vecna intentando meterse en su cabeza? Si lo era, si era 001, si era Henry Creel, él no tendría escapatoria alguna, en primer lugar, porque estaba restringido de hacer cualquier tipo de movimiento, en segundo lugar, porque nadie conocía su canción favorita y nadie sabía que ahora era él la nueva víctima. 

Nancy y Robin simplemente lo miraban, en silencio, mientras seguían siendo asfixiadas. 

—Steve, no. No soy Vecna ¿Acaso no me reconoces Steve? 

En ese instante en su campo visual se hizo presente una figura conocida para él. Muy conocida.

Eddie.

—Eddie. Se supone... Se supone que estás muerto. Los Demobats te mataron. 

Y en efecto, quien estaba frente a él no era Eddie. Estaba vestido a igual a Eddie, se veía como Eddie, incluso usaba el mismo collar que Eddie, pero no lo era. 

Su rostro estaba destrozado, a su mejilla izquierda le faltaba un pedazo de carne, dejando expuestos sus dientes, su ojo derecho estaba completamente blanco, cegado. Su camisa estaba hecha pedazos, dando una imagen en primer plano de su pecho en carne viva, de sus costillas completamente desprovistas de piel y su mano derecha no existía, solamente eran huesos corroídos y podridos. 

—¿En serio Steve? ¿En serio estoy muerto? ¿Los Demobats me mataron? ¿O fuiste tú quien lo hizo?

—No. Yo no hice nada Eddie. 

—Exactamente. No hiciste nada. No hiciste nada por salvarme Steve —Eddie se acercó a su rostro, lamiendo su mejilla. 

Sus ojos picaban y cada vez les costaba respirar. 

—¡No hiciste nada! ¡Nada! Dijiste que todo estaría bien Steve, que nada malo pasaría ¡Y mira como termine! Muerto. Comido por una bandada de murciélagos. Mientras tu jugabas a ser el héroe. Mientras tu salvabas el día. Yo moría Steve.  Me moría. Gracias a ti estoy así Steve. 

—Eddie... Por favor —suplico. 

—Por favor ¿Qué? Yo pedía por favor Steve. Pedía que por favor me salvaras y no lo hiciste. Y así como no me salvaste a mí, tampoco vas a poder salvarlas a ellas.

—¡No! No, no, no. No les hagas nada, por favor, te lo suplico, mátame a mí, pero no les hagas nada a ellas. Ellas no tienen la culpa. Yo la tengo. 

—Exacto, tú tienes la culpa Steve. Y ahora por tu culpa, ellas morirán —Eddie sonrió sardónicamente, mientras que observaba como Robin y Nancy comenzaban a arder en llamas, quemándose vivas, tal y como había ocurrido con aquel Demogorgon y Vecna. 

—No. Por favor, Eddie, no. Detente.

—Ya es muy tarde Steve. Y ahora prepárate, es tu turno. 

Despertó emitiendo un grito ahogado, estaba en su habitación, la ventana abierta y como todas las noches, la silueta de Eddie a los pies de su cama. Prendió la luz, y como todas las noches, ya no había nadie. 

Bite MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora