7

3.5K 471 145
                                    

Observó el ático, no había quedado tan mal. El sofá había sido movido hacia una esquina, y del otro lado estaba el colchón de aire. La televisión estaba en el centro y junto al sofá estaba la lámpara, iluminando todo el lugar. 

—Bien, creo que por ahora esto es todo. Yo bajare a comer algo ¿Tú...? —no sabía cómo formular la pregunta ¿Eddie tendría hambre o sed? ¿Bebería únicamente sangre? ¿O también ingeriría alimentos "de humano"?  

—No te estreses tanto Harrington, iré a cazar al bosque.

—Pero ¿También comes alimentos sólidos?

—A decir verdad, no lo he intentado aún, en todo este tiempo únicamente bebí sangre de animales y con eso estoy bien. 

—Bien, entonces yo estaré en la cocina, tú haz lo que te plazca. 

Bajo a la cocina, abrió el refrigerador, sacó un filete y un par de vegetales.

Se dio la vuelta para agarrar las especias, encontrándose frente a frente con Eddie. 

—¡Carajo Eddie! Casi me matas del susto, no vuelvas a aparecerte así de esa manera, por favor.

—Lo siento.

—La próxima vez toca la puerta o lo que sea ¿Necesitas algo? 

—Yo... Nada, es solo que olí el filete desde el ático y, carajo, huele delicioso. 

Tomó la charola y se la ofreció al pelilargo, quien se lo quedó observando, sorprendido.

Eddie tomó la charola y bebió la sangre que el filete crudo había emanado. 

—Muérdelo si quieres, así sabremos sí solo puedes beber sangre o también ingerir otras cosas.

Eddie corto un pedazo del filete, y se lo llevo a la boca, masticándolo lentamente. 

Por un momento toda la concentración que tenía en el pelilargo se centró en la pequeña gota de sangre que se había deslizado desde la comisura de su labio hasta su barbilla y no pudo evitar tragar saliva al verlo. 

—¿Y bien? 

—Nada, es como si no hubiera comido absolutamente nada, no tiene sabor, solo huele. Joder, no voy a poder volver a comer una hamburguesa jamás. Carajo. 

Su vista aún estaba pegada al pequeño rastro que había dejado la sangre en la barbilla de Eddie. 

—¿Pasa algo que me miras tanto? —la pregunta lo devolvió a la realidad. 

—Tienes... Tienes algo de sangre aquí —señalo en su propia barbilla el lugar donde Eddie tenía la mancha.

El pelilargo intentó limpiarse, fallando en el intento.

—A ver, déjame a mí —se estiró, limpiando con su pulgar la mancha, removiéndola suavemente. 

Podía sentir la mirada de Eddie siguiendo atentamente todos y cada uno de sus movimientos.

—Listo.

Retiró su mano lentamente, cerrándola fuertemente en un puño. 

—Gracias. 

Ninguno de los dos se movió de su lugar, la mirada de Eddie era intensa, era tan intensa que sentía que podría quemarlo desde el interior hacia el exterior, trago saliva, su piel comenzaba a picar debido al intenso escrutinio al cual estaba siendo sometido y su corazón iba acelerándose poco a poco.  

Y convenientemente el maldito perro de su vecina comenzó a ladrar, sobresaltándolo y devolviéndolo a la realidad, apartó la mirada de inmediato, centrándose en los vegetales que había dejado sobre la encimera. 

Bite MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora