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Advertencia de posible contenido sexual.

Despertó con la luz del sol entrando por la ventana y dándole directamente en la cara. Suspirando abrió los ojos y no pudo evitar sonreír, recordando todo lo sucedido la noche anterior. 

Se incorporó lentamente, sintiendo una dulce puntada en la cadera, frunció el ceño al ver que Eddie no estaba a su lado en la cama, pero el ruido proveniente de la cocina fue la señal de que el pelilargo seguía en la casa. 

Salió de la cama, observando a su alrededor. Tirados en el suelo estaban los retazos de la que había sido su ropa, las sabanas estaban completamente revueltas, había plumas por todos lados y grande fue su impresión al ver el cabecero de la cama completamente destrozado. 

Un crujido proveniente de la cama lo puso alerta, las patas de la cama cedieron y de un momento a otro toda la estructura se desplomo.

La puerta de su habitación se abrió de inmediato, dando paso a un preocupado y asustado Eddie. 

—¿Qué paso? ¿Está todo bien?

—Sí, es solo que... Bueno, la cama —señalo la que había sido su cama por mucho tiempo. 

El pelilargo se tapó la cara con las manos, avergonzado —Lo siento, creo que use demasiada fuerza anoche... Y también mordí una almohada o dos, no lo sé. Dios, que vergüenza. 

—Descuida, solamente, es algo sorprendente. Quiero decir, rompimos la cama —no pudo evitar reír. 

—Sí, no lo sé. Buenos días. 

Sonriendo se acercó al pelilargo, rodeando su cintura con sus brazos y mirándolo a los ojos. 

—Buenos días —beso sus labios suavemente, ignorando el ardor y la hinchazón en sus propios labios. 

Se besaron lento, disfrutando de los labios ajenos. 

—¿Nos duchamos? Creo que tengo plumas por todo el cabello. 

—Es una gran idea. 

Se metieron en el baño y se detuvo un momento a mirarse en el espejo. 

Era extraño, se veía igual que siempre, pero se sentía distinto, acaricio suavemente sus labios, recordando los besos que habían compartido durante toda la noche, los chupetones salpicaban su pecho y su cuello formando extrañas constelaciones y en sus caderas tenia marcados los dedos del pelilargo. Por alguna extraña razón se sentía como una quinceañera luego de tener relaciones sexuales por primera vez. 

—¿Todo bien? —Eddie apareció detrás suyo, rodeando su cintura con sus brazos y besando suavemente su hombro desnudo. 

—Sí, es solo que se siente un poco extraño. 

—¿Qué cosa? 

—No sé cómo explicarlo. He tenido relaciones sexuales antes, pero se siente como la primera vez —confeso, sonrojado. 

—Bueno, técnicamente si tuviste relaciones sexuales por primera vez. 

Sonrió, mordiendo ligeramente su labio inferior —Cierto, tienes razón. Vamos a ducharnos. 

Se ducharon entre besos perezosos y caricias suaves, disfrutando del tacto del otro en su piel desnuda.

Salieron del baño y se quedó observando la que había sido su cama.

—Tendré que comprar una cama nueva —murmuro para sí mismo. 

—O podrías usar la habitación de tus padres —sugirió el pelilargo, vanagloriándose en su completa desnudez.

Bite MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora