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Entraron en su casa solo para ser recibidos por su manada de mocosos y Robin, quién al parecer estaba cuidándolos.  O tal vez ellos estaban cuidando a la rubia, dependiendo como se analizará la situación.

—¿Y bien? ¿Qué ocurrió? ¿Qué dijo la policía? —Robin los ametrallo a preguntas.

Eddie sonrió, abriendo sus brazos de par en par, vanagloriándose —Soy oficialmente libre de cualquier culpa y cargo. Mañana por la mañana darán un comunicado para todo el pueblo, declarándome inocente, aunque probablemente a la gente le importe una mierda e igual quieran asesinarme dolorosamente en una turba furiosa. 

—Vaya eso es genial excepto por la parte de la turba furiosa, pero ¿Cómo lo consiguieron? —Robin lucia realmente sorprendida. 

—Bueno, todo es gracias a Harrington, sin él, mi vampírico trasero ahora estaría tras las rejas.

—Pero cuenten que ocurrió allí, no nos dejen con la intriga —insistió la rubia. 

Suspiró —Le mentí a la policía diciéndoles que Eddie estuvo conmigo esa noche. 

—¡¿Le mentiste a la policía?! —Dustin se veía realmente sorprendido por sus acciones. 

—Era eso o dejar a Eddie tras las rejas. Y debo admitir que fue mi culpa el que acabara detenido. 

—¿Y por qué fue tu culpa? —Robin era curiosa por naturaleza.

—Yo lo lleve al hospital a ver a Max, lo vieron, lo reconocieron y llamaron a la policía. 

—Entonces sí fue tu culpa.

—Bueno, pero eso ya no importa porque soy libre —intervino Eddie.

—Y ahora que eres libre ¿Qué piensas hacer?  —pregunto Lucas, quién hasta el momento no había emitido sonido alguno. 

—Primeramente, me cambiaré de ropa, sin ofender Harrington, pero tu ropa no es para nada mi estilo. Y luego jugaremos Calabozos y Dragones para celebrar ¿Qué les parece? 

Todos comenzaron a vitorear a Eddie en respuesta. De todos los presentes, los únicos que no jugaban C&D eran Robin y él. 

La rubia lo observó, conocía perfectamente aquella mirada —¿Qué tal si tú y yo pasamos la tarde juntos? Tú sabes Harrington, revistas Cosmopolitan, faciales y hablamos sobre la última moda en Paris. 

No pudo evitar reír a carcajadas y sin pensarlo mucho tomo la mano de la rubia, siguiéndola hacia la puerta de salida. 

—Niños ustedes quedan a cargo, cuiden a Eddie, que no salga y que no se coma al perro de la vecina —Robin lo empujó fuera de casa y cerró la puerta. 

 —Ahora Harrington, tú y yo iremos a mi casa y hablaremos. 

—¿Sobre qué? 

—Sobre lo que le dijiste a la policía.

Se dirigieron a la casa de la rubia, para su fortuna su padre estaba trabajando y llegaría al anochecer. 

Se acomodaron en la cama de Robin y ella lo observo expectante, a la espera de que dijera algo.

—¿Vas a decir algo o te lo tengo que sacar a la fuerza? Porque sí hay algo que me quedo de aquellos malditos rusos fueron los métodos de tortura. 

—Bien, bien, le dije al Comisario Powell que Eddie paso conmigo la noche del 21 de marzo. 

—¿Y qué más? 

—Y tal vez insinué que tuvimos sexo. O bueno, Eddie dijo eso. 

—Bien, y dime ¿Qué pasa con Eddie?

Bite MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora