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Se besaban con ansias, sus labios ardían a causa de los intensos besos que el pelilargo le proporcionaba, pero había algo que no andaba bien, había algo que estaba fuera de lugar. 

Rompió el beso, mirándolo a los ojos, había algo en su mirada que no encajaba. 

—¿Todo bien? 

—Sí, sí, es solo que... No quiero aprender a jugar C&D ¿No te molesta verdad?

—No, para nada, es tu decisión aprender a jugar o no. 

Se alejó, observando fijamente a quién estaba frente a él. No era Eddie, esa persona no era su Eddie. 

—¿Quién eres?

—¿Cómo que quién soy? Soy Edward cariño. 

—No, no lo eres... Eddie jamás diría algo así. 

La persona frente a él suspiró —Ay Steve, Steve, Steve ¿Acaso no me reconoces?

La voz comenzó a distorsionarse, al igual que la imagen que estaba frente a él, tomando la forma de un murciélago alto, con cuernos, orejas puntiagudas, garras en lugar de dedos y enormes alas que abarcaban la gran parte de la habitación. 

Era horrendo.

—No creí que fueras tan inteligente ¿Sabes? Todo este tiempo tomando la forma de tu novio cuando tú ya sabias que no era él.

—El Falso Kas, el demonio vampiro. 

—Debería aplaudirte por tan interesante deducción. Ahora, duerme bien Steve, ya nos volveremos a ver más pronto que tarde.

Kas estiro una de sus garras, tocando su frente. Sus ojos se nublaron y su mente se vio invadida por escalofriantes imágenes dónde sus amigos eran los protagonistas de funestas, tortuosas y agonizantes muertes. 

Despertó con un grito ahogado, agitado y temblando sin parar. 

—¡Steve! ¡Steve! ¡¿Estás bien?! ¡¿Qué paso?! —Eddie lo tomo por los hombros, observándolo a los ojos. 

La habitación estaba en penumbras, apenas podía distinguir formas gracias a la luz de la luna que se filtraba por la ventana. 

Prendió la luz, observando a Eddie fijamente.

—¡Dime que eres tú! ¡Dime que eres mí Eddie!

—Con un carajo Steve, soy yo, soy Eddie ¿Qué rayos te pasa?

—¿Me vas a enseñar a jugar C&D?

—¿Qué?

—¡Solo responde, maldición!

—Por supuesto que sí, ya te lo había dicho antes. Te enseñare a jugar, aunque no quieras.  

Suspiro, aliviado, dejándose caer contra su novio, pero también cayó en la cuenta que ese maldito psicópata se había metido en su cabeza.

Eddie lo rodeo con sus brazos, besándole el cabello y acariciando su espalda.

—Hey ¿Qué paso? 

—Ese maldito se metió en mi cabeza. Ese hijo de perra...

—¿Que? Por favor dime. 

—Mis pesadillas, todo este tiempo creí que era la culpa la que me hacia verte a ti, pero no, era ese hijo de perra metiéndose en mi cabeza y jugando con mi mente. 

No pudo evitar comenzar a llorar, todo ese tiempo había sido Kas El Falso atormentando su mente. 

—Tranquilo, todo irá bien ¿Sí? Yo me encargare de él. Te juro que voy a deshacerme de él así sea lo último que haga.

Bite MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora