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Despertó con el estridente sonido del despertador, con un gruñido lo apagó, acurrucándose contra el suave pecho de Eddie.  

—Oye, no quiero ser aguafiestas, pero debes ir a trabajar. 

—No quiero —gruño, hundiendo su rostro entre la almohada y el pecho del pelilargo. 

—Lo sé, pero si te sirve de consuelo, puedo ir contigo.

Levantó la cabeza de su perfecto escondite, resoplando, e incorporándose en la cama. 

—Además, hoy tienes que pedirle a Robin que sea tu novia, y definitivamente no voy a perderme ese espectáculo. 

—Tu lo que quieres es presenciar mi lenta y agónica muerte. 

Se levanto de la cama, dirigiéndose a su baño a darse una ducha, volteando a ver a Eddie.

—¿Te duchas conmigo? 

El pelilargo enarco una ceja —¿Estas invitándome o me lo estas ordenando?

 —Si quieres verlo de ese modo... Es una invitación.

Se metió en el baño, quitándose su camiseta, la única prenda de ropa que tenía puesta y que había sobrevivido al arrebato del Eddie. 

Abrió el agua y se metió en la ducha, cerrando los ojos cuando el agua caliente golpeo su espalda, relajando todos sus músculos. Al abrirlos se encontró frente a frente con el pelilargo. 

—Nunca te dije que no. 

Sonrió, besándolo en los labios mientras el agua caliente los empapaba. 

—Sería prudente que únicamente nos duchemos, tienes que ir al trabajo —puntualizo Eddie. 

Suspiro, resignado —Está bien, pero lávame la espalda. 

Dejo la esponja y el jabón en las manos del pelilargo, volteándose y sintiéndose como lentamente Eddie comenzaba a lavar su espalda. 

—Listo, creo que está lo suficientemente limpia ¿Me lavas el cabello? 

Volteo, encarando al pelilargo quien le entregaba la botella de shampoo, colocó un poco en sus manos y comenzó a lavar la larga cabellera del vampiro, quien con un ronroneo placentero echo la cabeza hacia atrás. 

—Dios, como amo esto. 

—¿Qué cosa?

—Tus dedos en mi pelo. 

Sonrió, besando suavemente uno de sus hombros y apreciando las cicatrices que salpicaban la piel de Eddie. 

Con su dedo recorrió una de ellas, en su hombro derecho. 

—Son cool ¿Verdad? Lo bueno es que ninguna de ellas fue en mis tatuajes. 

—No lo sé, no me parecen cool si pienso en lo que significan. 

Eddie volteó a verlo, rodeando su cintura con sus brazos y besando su frente —Lo sé, pero no pienses en eso. Estoy aquí, contigo, y eso es lo único que importa en este momento y que vas a llegar tarde al trabajo si no te apresuras. 

Se enjuagaron los restos de jabón y salieron de la ducha, secándose con rapidez y vistiéndose. 

—A esta hora mis padres ya han de estar despiertos, sal por la ventana, te veré en mi auto. Ten las llaves, espérame dentro y que nadie te vea —beso sus labios, dejando sus llaves en las manos del pelilargo y salió de su cuarto. 

Bajo las escaleras y efectivamente sus padres lo esperaban en la mesa con el desayuno servido.

—Buenos días cariño, ven a desayunar —invito su madre. 

Bite MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora