Extra 3

1K 128 6
                                    

—¿Ya está todo preparado? 

—Sí cariño, las maletas ya están en el auto y la silla de Lizzie está correctamente instalada. La llave de gas cerrada y las ventanas aseguradas. De todos modos, esto es Canadá, nadie se meterá en casa y menos en una cabaña en la mitad del bosque. 

—Aun así, no quiero que nadie husmee por aquí o que se metan animales.

—Bien, tranquilo, todo irá bien. 

—Lo siento, es que quiero que todo salga perfecto y mis nervios no ayudan. 

Estaba nervioso. Volverían a Hawkins después de más de un año de haberse ido. 

Eddie se acercó, tomándolo suavemente por los hombros y mirándolo fijamente a los ojos con aquel par de bombones de chocolate que tenía en sus globos oculares 

—Todo irá bien cariño, tranquilízate, solo son los mocosos y mi tío. No tienes que ponerte mal o nervioso —Eddie lo beso en los labios, transmitiéndole un poco de su tranquilidad. 

Pasarían todo el verano en su casa, verían a los mocosos y a Wayne, además, presentarían a Elizabeth. 

Todos ya sabían de la existencia de su hija, pero aún no habían tenido la oportunidad de conocerla personalmente. 

Cuando se mudaron decidieron quedarse con la casa en Hawkins, no quería venderla, la usarían durante el verano y las vacaciones de Navidad. 

Suspirando se abrazó al pelilargo, dejando descansar su mejilla en su hombro y besando suavemente su cuello.

—Te amo y gracias.

—Yo también te amo y ¿Por qué?

—Por ser siempre mi paz en los momentos de tormento. Eres como una dosis de tranquilidad para mis nervios Eddie. 

—Bueno, dicen que mi segundo nombre es Xanax.

No pudo evitar reír y mirar a su esposo a los ojos. 

—Te amo.

—Yo también te amo Harrington y lamento aniquilar este delicioso momento, pero creo que es momento de irnos, no quiero que anochezca mientras estamos en la carretera. 

—Está bien, iré a buscar a Lizzie. 

Fue a la habitación de la niña, donde dormía su siesta apaciblemente. Hacía dos meses que Elizabeth había llegado a sus vidas y las había cambiado radicalmente al punto de que se habían mudado a una cabaña más grande con tres habitaciones y dos baños. 

Sonrió, observándola dormir, no quería levantarla, pero debían irse ya si no deseaban que el anochecer los sorprendiera en la carretera. 

Con cuidado tomo en brazos a la pequeña, colocándole su abrigo, aunque ya no hacia tanto frio en Minden debido a la llegada del verano, no podía descuidar a su pequeña duendecita. 

La acomodó entre sus brazos, al tiempo que la niña entreabría los ojos y lo observaba, somnolienta, para finalmente volver a cerrarlos y acurrucarse contra su pecho, volviendo a su pesado sueño. 

Sonrió, saliendo de la habitación con la niña durmiendo entre sus brazos. 

—Bien, creo que ya es hora de irnos. 

Acomodó a Lizzie en la silla para bebés, siendo lo más cuidadoso posible para evitar despertarla. 

Eddie se subió del lado del conductor y él se acomodó en el asiento del copiloto. 

—¿Listo para volver a Hawkins? 

—No, pero tu tío y los mocosos están encantados con la idea de conocer a Elizabeth y ciertamente los extraño bastante. 

Bite MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora