Sixty Two

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Una mesera se acercó lentamente a mí, era una señora de unos 65 años, lucía cansada.

-¿Te molesta si te hago compañía?- preguntó suavemente, yo negué con la cabeza aún sollozando un poco.- sé que mi pregunta quizá sea un poco tonta, pero, ¿estás bien?

-No del todo-comenté para después sorber por la nariz y jalar un poco la manga de mi abrigo para poder limpiar las pocas lágrimas que aún tenía sobre mi rostro.

-¿Qué te pasó? No, déjame adivinar, ¿mal de amores?- la miré, ¿acaso los jóvenes éramos tan predecibles?

-Algo así...- dije para después tomar un trago de mi bebida que se supone tendría que haber bebido caliente, pero que ahora se encontraba helada.

-Hmm, no sé quién sea que te haya causado este dolor, pero te aseguro que es algo pasajero...- todas las personas mayores te aconsejaban eso, como si este fuera un dolor que se iba a quitar de la noche a la mañana, pero yo sabía que no era así. Aunque una pequeña parte de mí, también sabía que ella debe haber vivido esto antes, tener esta sensación de frustración e impotencia.

-Gracias... créame que eso espero...- fingí una leve sonrisa.

-Mi nieto acaba de pasar por lo mismo hace unas semanas, su novio de 5 años terminó con él sin explicación alguna y eso lo dejó devastado.- el rostro de la mujer se llenó de pesar y tristeza- y cuando le dije las palabras que acabo de decirte a ti, también me miró con esa expresión- mis mejillas se sonrojaron, había podido leer mi rostro de molestia y eso me dio vergüenza- pero tranquila, no te preocupes, yo no lo veo como una grosería, porque sé que cuando alguien intenta darte palabras de aliento mientras tú sufres como nunca, es algo muy molesto.

-Créame, aunque no lo parezca sus palabras sí me otorgaron cierto consuelo...- volví a tomar mi taza para tomar mi bebida, pero antes de llevarla a mi boca ella me detuvo y lentamente me la arrebató.

-Las palabras sí sirven de consuelo, pero debo admitir que una bebida caliente también se siente como un apapacho al corazón- la miré confundida- déjame calentarla para ti, y te traeré también un trozo de mi tarta especial, la preparo con mucho cariño para los clientes, pero por desgracia hoy nadie la ha probado, serás la primera-sonrío alegre, y yo asentí emocionada, era como si mi abuela estuviera conmigo.

Después de un rato terminé mi bebida y mi tarta, que efectivamente levantó mi ánimo; y cuando menos lo noté, el sol comenzaba a asomarse por la ventana del lugar, estaba amaneciendo. Sabía que debía volver a casa de los Holland, pero no quería ver a Tom y actuar como si nada, sabía que sería algo muy difícil para mí, así que antes de encaminarme tomé mi teléfono y le marqué a alguien de confianza para que viniera a recogerme.

Me asomé por la ventana y noté que habían llegado por mí, me levanté no sin antes despedirme de Ruth (la mesera amable que hizo más amena mi terrible noche).

-Gracias por todo, espero que esté muy bien, y por favor siga preparando esa tarta, necesito volver por más- comenté risueña. Ella rió conmigo y me abrazó.

-Ya verás que todo se resuelve, y aunque a veces el resultado no nos guste mucho al principio, finalmente todo sucede por una razón- me guiñó un ojo y me entrego una cajita, la abrí y noté que tenía 2 rebanadas de tarta, lo cual hizo que mis ojos se aguaran un poco, ella sonrió y yo volví a abrazarla.

Una vez afuera del lugar, subí al auto de mi amigo.

-No sé por qué quieres que te recoja de una cafetería en plena navidad a las 6 de la mañana, pero tienes suerte de que estoy tan enfiestado que ni siquiera reprocharé nada...- dijo Jeremy para después ponerse unos lentes negros para cubrirse del sol que comenzaba a asomarse.

Intertwined-Tom HollandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora