One

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Empecemos, día normal, una mañana más en mi vida. Con la única excepción, de que ya estoy en la universidad. No más preparatoria para mí, y aunque mi última etapa escolar no fue particularmente desagradable, me emociona más mi primer día de clases en la universidad que cualquier otro día normal en la preparatoria. Decidí estudiar fotografía... ¿por qué? Bueno debo admitir que una gran parte de mi decisión fue por influencia de mi padre, quién desde que tengo uso de memoria la ha amado siempre con todo su ser, y supongo que me heredo dicho cariño. Además siempre me ha gustado la fotografía, siento que es algo muy bonito.

En fin, mi primer día de clases sería hoy (bueno algo así, digo viajaría hasta Londres, así que en teoría no es hoy, pero ah no sé ni que decir), y debía prepararme porque esto no era un juego... el haber conseguido entrar a una de las más prestigiadas escuelas de Londres era algo con lo que no se podía jugar. Aunque debo admitir que me costaría algo de trabajo dejar a mi familia. Oh olvidé mencionar que vivo en Los Ángeles, actualmente... Yo, junto con mi padre y mi hermano menor. Mi familia es latina (a excepción de mi padre), pero nos mudamos aquí desde hace ya 15 años(por su trabajo), osea que básicamente toda mi infancia la pasé aquí (al igual que mi hermano menor). Mi madre se la pasa viajando todo el tiempo, pues su trabajo lo amerita... y es algo muy triste no tenerla alrededor cuando la necesito, pero mi padre es un gran modelo a seguir, e intenta ver a mi madre lo más seguido que puede, además de que nos llamamos todos los días. Mi hermano es un poco inquieto, pero es algo comprensible, digo tiene 5 años, no podemos pedirle que se comporte como un soldado. Además, el no tener a mamá aquí tan seguido quizá lo inquieta un poco.

-¿Papá tenemos todo listo para irnos?-pregunté desde mi habitación mientras comenzaba a cerrar mi última maleta. Me di una última checada en mi espejo, lentes: listo, pasaporte: listo, maquillaje: no fabuloso, pero listo.

-¿Ehmm...?-mi padre entró a mi habitación y comenzó a analizar meticulosamente cada rincón. Se agachó, entrecerró sus ojos, miró al techo, sintió sus bolsillos hasta que finalmente contestó- Sip, ¡todo listo!- sonreí y bajé mi maleta de mi cama, ya me había colgado un bolso pequeño con lo necesario. Mis demás pertenencias las tendría conforme fueran pasando los días, mamá y papá me las mandarían.

Bajamos las escaleras y llamamos a mi hermanito (oh olvidé decir que tanto mi hermano como mi padre se llaman Jack, lo cual lo vuelve gracioso, por que al gritar ese nombre ambos voltean), me irían a dejar al aeropuerto (a pesar de que me había negado múltiples veces a ello, puesto que no quería despedirme y llorar enfrente de todos). Subimos al auto y durante el camino recibí una llamada de mi madre. Lo positivo fue que solté tantas lágrimas que probablemente al llegar al aeropuerto estaré muy seca. Conducimos alrededor de 30 minutos hasta el aeropuerto, la llamada de mi madre duró al menos 15 de ellos. Llegamos por fin, y estaba todo repleto de gente, lo cual me puso algo nerviosa, ya que jamás en mi vida había pisado un aeropuerto, lo cual es irónico considerando que mi madre viaja tan a menudo. Papá me miró cuando escuchó que mi vuelo estaba por partir.

*Vuelo número 23 con destino a Londres, parte en 10 minutos...*

-Ok... Creo que me llaman...-dije mirándolos a ambos, y conteniendo con todas mis fuerzas las ganas de llorar.

-¿Llevas todas tus cosas?-dijo papá mientras me esculcaba de manera graciosa. Jack rió al verlo tan estresado.

-Papá deja a mi hermanita, parece que tiene pulgas...-dijo mi hermano, provocando que tanto mi padre como yo soltáramos una sonora carcajada. Todos a nuestro alrededor nos miraron extrañados por un rato.

-Llevo todo papá-dije por fin mientras tomaba su rostro con mis manos, él me miró sonriente y depositó un cálido beso en mi frente. Yo cerré mis ojos y dejé que unas cuantas lágrimas se me escaparan. Miré a Jack, quién sólo observaba la escena sin entender por qué estábamos tan sentimentales. Yo me agaché y lo tomé entre mis brazos, él respondió mi abrazo (lo cual nunca hacía), me miró y me sonrió. Yo claramente sentí como mi corazón se estrujaba, pero no dejé que ese sentimiento me detuviera, así que me levanté y caminé decidida hasta la puerta de abordaje. Una vez ahí no miré atrás, entregué mi boleto y subí al avión para emprender el viaje que cambiaría mi vida para siempre... 

*Horas después...*

Froté mis ojos que se encontraban aún adormilados, miré a mi alrededor y noté que todo estaba oscuro, a excepción de una pequeña lámpara que se encontraba a mi lado. Era de la mujer que estaba a lado mío, esta estaba leyendo un libro, parecía mayor ya que su cabello tenía tonos grisáceos y alrededor suyo tenía enrollada una frazada de lana, yo me acomodé en mi asiento y amablemente toqué su hombro, ella volteó su mirada hacía mí y sonrío.

-¿Se te ofrece algo linda?-dijo con un tono de voz suave.

-Si, disculpe la molestia, pero, quería ver sí sabe, ¿cuánto falta para llegar a Londres?

-Me parece que estamos a tan solo unos minutos-miró hacía mi lado y apuntó a la ventana. Yo me asomé y noté que efectivamente estábamos en Londres, quizá era cuestión de minutos para que aterrizáramos. Parecía que aquí era de madrugada, a juzgar por el cielo. Luego de un rato anunciaron que aterrizaríamos, así que nos indicaron que podíamos ir desabrochando el cinturón. Cuando por fin llegamos me dirigí a donde se encontraba mi equipaje lo tomé y en cuanto pude busqué un taxi. Papá me había recomendado llamarle a unos amigos suyos para que ellos pasaran por mí, pero no me parecía prudente sacar a nadie de su hogar en la madrugada. Me dirigí a los taxis, tomé uno y le di la dirección del dormitorio de la universidad(el cual aparentemente estaba muy lejos del aeropuerto). Al llegar le pagué y me adentré en este. Había un guardia en la entrada, le mostré mis papeles e identificación y me dejó entrar, no sin antes indicarme donde se encontraba mi edificio. Recorrí casi todo el campus hasta dar con mi dormitorio, pero me alegro saber que no debería compartirlo con nadie. Y no es que sea mala o que no quiera hacer amigos, pero siento que la privacidad es algo muy importante. 

Llamé a papá en cuanto pude, él contestó casi muerto del susto. Asumía que me había pasado algo malo por que no le marqué en el margen de tiempo que según él me tomaría llegar del aeropuerto a la escuela. Lo tranquilicé, le dije que ya me había instalado y él me dejó para que pudiera descansar. Debería dormir bien, por que mañana hay muchos trámites que hacer, además según mi horario mi primera clase sería en... ¿¡6 horas?! Diablos... dormiré lo más que pueda... Ah pero esta incertidumbre no me deja pelar ni un ojo. ¡Estoy tan emocionada por mañana que creo que llegaré bailando a la clase...! O quizá no, digo no quiero avergonzarme en mi primer día.

Intertwined-Tom HollandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora