Capítulo 19 🖇

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Echado en su cama miraba el blanco techo de su habitación buscando calma. Luego de su plática con Beomgyu sintió sus emociones ser sacudidas. Cuando pensó que había cerrado ese episodio se encontró con algunos cabos sueltos.

La idea de que su menor se sintiese aterrado a dar el siguiente paso por su culpa lo había matado por completo. Se dio cuenta de que había hecho más cosas mal de las que contaba. Incluso con sus amigos, reflexionó, nunca se preguntó el grado de incomodidad que pudieron haber sentido todo el tiempo en que Yeonjun y él vivían en tensión. Ellos estuvieron ahí y se vieron obligados a ser testigos de incluso las más infantiles acciones.

Incluso sus antiguos suegros, los señores Choi que siempre lo trataban como un hijo más, ¿Qué explicación le había dado su hijo mayor? Lo que claro estaba es que no quedó como el villano, porque ambos seguían tratándolo con tanto afecto e invitándolo a los eventos más privados que tenían como familia. Sin embargo, él nunca dio la cara, simplemente dejó el agua pasar y se conformó con que el trato no había cambiado.

Y a Yeonjun, a él le había dado un fin sin segunda oportunidad, lo limitó a encuentros casuales donde tenían relaciones sin ningún tipo de compromiso por el medio. ¿En algún momento se preocupó por lo que sentía el mayor?

Incluso con él mismo, ignoró tantas veces su corazón. En primer lugar actuó por impulso ante una explosión de emociones que pudieron contra él. Luego, se obligó a sí mismo a hacer caso omiso a lo que sentía. Y después, fingió que no le provocaba nada cuando lo tenía en su departamento, cuando curó sus heridas descuidadas, cuando calmó sus ataques de ansiedad, cuando se aparecía con la cena en su puerta, cuando sus labios se tocaban y cuando se sentía lleno de él.

Él sí había actuado como un verdadero egoísta haciendo que todos a su al rededor se las arreglaran como pudiesen mientras él fingía estar bien.

Y de momento Soobin sintió ganas de ser abrazado otra vez. Llamó al doctor Lee con la idea de calmar sus ansias de afecto aunque en su cabeza se pintara otro nombre y otras manos. Dongyul y Soobin se encontraron una hora después, en un pequeño restaurante cerca del vecindario del psicólogo.

— Soobin, fue una sorpresa que llamaras— expresó sonriente Lee.

— Te llamé porque lo pensé— respondió  devolviéndole la sonrisa.

— ¿El qué?— preguntó impaciente.

— Comamos primero, o se van a enfriar las pastas.

Acompañados de la guitarra y la voz del músico que ambientaba el pequeño restaurante comieron a gusto. Soobin se permitió engullir despacio lo que había en su plato. Pudo haber sido una estrategia para alargar lo que estaba a punto de hacer. Sin embargo, en un momento se acabó y no pudo proponerlo más.

— Ahora sí, me has puesto ansioso— bromeó Dongyul cuando el mesero hubo retirado los platos.

Soobin lo observó. Claramente era un hombre apuesto, alto, profesional, con un trabajo estable, simpático, inteligente y responsable. Lee Dongyul era el hombre perfecto y estaba interesado en él. No iba a menospreciarse, pero sabiendo de primera mano la vida que estuvo llevando hasta el año anterior no se sentía tan limpio después de todo.

Darle una oportunidad al doctor Lee era una decisión sabia y una que no estaba llena de las ideas de su madre ni de los tontos sentimientos de un adolescente enamorado. Este era el primer hombre con el que quizás iba a salir luego de su única relación anterior. Aunque no era al que había proyectado su yo más joven e inexperto, sabía que este hombre podía darle lo que él estaba buscando y que él podía hacer lo mismo, ¿verdad?

— Yo creo que puedo acceder a tu propuesta, si es que sigue en pie— soltó sin más ganándose la mirada sorprendida del aludido.

— Sí, sigue en pie, yo...— observó la sonrisa ensanchada de Dongyul y eso causó mucha ternura dentro de sí.

Sin pensarlo dos veces se sentó en la silla al lado de Lee y estampó sus labios contra los suyos en un pausado beso. Sintió los dejos ajenos acariciando sus mejillas y llevó sus manos al hombro contrario y la hizo descender hasta el pecho. Se separaron cuando pensaron que era demasiado para una muestra pública y sonriendo se levantaron.

Dongyul pagó la cuenta con la excusa de que estaba muy feliz y que ya Soobin le había dado un regalo. Tomados de la mano se dirigieron al auto del oncólogo y recostados de este volvieron a unir sus labios.

— ¿Quieres ir a mi departamento?— propuso tímido el menor.

— Claro, sube.

Y al llegar ni siquiera se preocuparon por prender las luces. Usando como iluminación la luz de la luna siguieron su paso por el lugar probándose los labios y acariciando el cuerpo ajeno. En un momento ya estaban en la cama, con Soobin encima de Dongyul, besándose sin parar todas las partes accesibles de su cuerpo.

Soobin le suplicó a su memoria que no lo traicionara, porque era la primera vez en su vida que se dejaba tocar por un hombre diferente. Su cuerpo solo había conocido unos labios y un solo cuerpo y de a momentos era una imagen equivocada la que se reflejaba en su mente cuando sentía labios en su pecho y manos en sus glúteos. Intentó mantenerse consciente para murmurar el nombre correcto, sin embargo, tocó todos aquellos puntos sensibles del único cuerpo que conocía a la perfección sin preguntarse si su nuevo amante tenía las mismas reacciones ante dichas caricias. 

Bañado de sudor y ahogado entre gemidos terminó entre los brazos de la persona con la que ahora salía, que no era él, no era el chico de las sonrisas coquetas ni el de los detalles pequeños; no era el que le hacía cosquillas para luego besar sus hoyuelos, no era el que le había prometido tantas veces que era la última vez y a la siguiente noche estaba en su cama.

Agotado se paró para darse una ducha antes de dormir, vio a Dongyul dormido y decidió despertarlo cuando él saliera. Dejó que el agua cayera para distraer sus pensamientos, pero el agua sólo le recordaba todas esas veces que aquel hombre entraba al baño alegando que debían ahorrar agua. Era traicionero hasta el olor del gel que usaba para bañarse porque él le había dicho lo mucho que adoraba ese olor en su piel. Incluso, fueron traicioneros sus propios pensamientos cuando sin pudor atacó su propio cuerpo con la mente llena de imágenes del primer hombre al que amó y no era capaz de dejar ir.

🧸

No fui yo, fue mi hermana gemela malvada.

Sin nada más que agregar y rogando que no me manden a la hoguera.

¡Moatori se despide! ♡

Ese Alguien | YeonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora