Capítulo 23 🖇

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Cuando el menor azotó la puerta tras su salida, Soobin no pudo contener más las lágrimas y tuvo que ser sostenido por su acompañante hasta el sofá.

Aunque se sentía terrible por llorar por esa situación delante de Dongyul, no podía retener todas las emociones que lo estaban abordando y sabía que tampoco era sano hacerlo.

Cuando habló con Felix sobre la cena le preguntó si podía llevar a alguien, porque ellos ya habían quedado en pasar esa noche juntos. Supo que su amigo lo dudó un rato, pero luego dio luz verde y supuso que no pasaba nada. Quizás era la noche perfecta para contarle a sus amigos que estaba saliendo con alguien nuevo, pero de nuevo no pensó en todo.

Vio el rostro estupefacto de Yeonjun al verlos, a él y Dongyul, tomados de la mano. Notó su incomodidad reflejada en el silencio que guardó toda la cena. Incluso sabía que estaba mintiendo con la excusa de ver a su padre.

No obstante, pensó que era una reacción normal si tu ex te presenta a alguien más. Incluso sopesó el tener una conversación privada con él en algún momento. Nada le dio indicios de lo que escuchó anteriormente de una boca que pensó que nunca le hablaría de esa forma.

Pero no podía sentirse enojado con Beomgyu. No cuando era quien más conocía a su pequeño amigo quien era casi como un hermano. Sabía que estaba levantando muros para protegerse de salir más herido y protegía a su hermano mayor de la misma manera.

Choi Beomgyu le había pedido que saliera de sus vidas. Pero él no sentía que pudiese porque ese par de caóticos hermanos, realmente, era la familia que él tenía. Sin embargo lo haría, si así protegía a Yeonjun.

Porque años atrás había recibido más de una vez desgarradoras noticias que ponían a flaquear sus rodillas y sentía que su alma abandonaba el cuerpo.

Recuerda perfectamente a Yeonjun despedirse de él con una bonita sonrisa y un beso en la frente. Ese día el mayor lo había dejado frente al edificio de apartamentos en el que vivía, luego de almorzar juntos. Ya no eran nada y habían quedado en hacerse amigos, aunque fallaron al enrollarse por primera vez un año después de su ruptura.

Habían hecho como que nada pasó y siguieron con su plan de seguir en aquella extraña amistad que habían planteado.

Se bajó del auto y fue a su lugar, feliz. Pero tres horas después recibió una llamada que lo descolocó por completo. Sin pensarlo tomó un taxi, porque no podía conducir en su situación, y fue llevado al hospital de la universidad donde había sido ingresado Choi Yeonjun tras un primer intento de suicidio.

Nunca iba a olvidar la mirada perdida del señor Choi, los llantos desgarradores de la señora y la desesperación en el rostro de Beomgyu.

Él también se encontraba al borde del colapso, pero nadie causaba más pena y tristeza que aquel joven muchacho gritando a su hermano que saliera de allí y que no lo dejara solo.

Soobin fue quien lo abrazó y lo retuvo de cometer una locura. A pesar de haber perdido las fuerzas, imploró al universo por un poco para cuidar de Beomgyu. Y esa fue la primera vez.

Pasó un total de tres veces un periodo de dos años. Tres veces en las que sintieron que lo perdían. Desde ese primer intento, Soobin se encargó de buscar al mejor equipo de salud mental que pudiese conocer en Corea y se encargó de agendar la primera cita. Sin embargo, y lo sabía por su propio trabajo, las terapias y los fármacos no eran milagros divinos así que tras cualquier descuido podía volver a caer.

Yeonjun, en silencio, había estado llevando ansiedad y depresión debido a un montón de factores y por eso no culpó a ninguna situación en específico.

Por su parte, Soobin le ayudaba olvidar esos pensamientos dañinos brindándole calor, afecto y un cuidado que no era forzado sino que sentía correcto.

La situación emocional de Yeonjun había mejorado considerablemente con el pasar de los años, tanto que dejó las terapias y los fármacos. Si volvía a sentirse ansioso solo llamaba a Soobin y su voz lo calmaba. Cuando sentía que la noche le traería pensamientos extraños, pasaba por el apartamento del menor con la cena en las manos. A veces mentía con esas razones cuando solamente extrañaba los brazos de Soobin o su compañía luego de pasar semanas sin verse por los trabajos de ambos.

Para Soobin, la vida de Yeonjun no era como la de sus tantos pacientes, que aunque también eran importantes, no tenían el mismo impacto en su vida. Por eso no culpaba a Beomgyu por irrumpir lo que estaba haciendo con Dongyul. Se culpó a sí mismo por olvidar lo que él sabía mejor que nadie, que debía tener cuidado, que era mejor hablarlo y preparar mentalmente a todos para la noticia, y luego, de manera voluntaria y consciente, presentar a su nuevo saliente sin sorpresas ni desconciertos.

Porque Yeonjun no era solo su ex, era una de las personas más importantes de su vida y no podía perderlo. Y en eso era lo único en lo que Beomgyu se había equivocado, en que sería capaz de seguir si él no estaba, porque era mentira. Soobin sabía que cuidar a Yeonjun también implicaba cuidarse a sí mismo porque al fin y al cabo era quien tenía su corazón y si se iba perdería la razón de vivir.

— Dongyul, yo creo que deberías irte por hoy— susurró apenado alejándose de los brazos que lo habían consolado.

— ¿Puedo preguntarte algo?— sugirió Lee sin levantarse del sofá.

Soobin asintió con la cabeza gacha, aun sin recuperarse por completo de su situación anterior.

— Tú y Choi Yeonjun, ¿hace cuánto?— logró formular.

— Comenzamos a salir cuando yo tenía dieciocho y lo dejamos cinco años después— escuchó a Dongyul bufar.— Pero por sobre eso, hemos sido amigos de toda la vida y seguimos siéndolo hasta hoy, supongo. Yeonjun es parte de mi vida y hoy...— No logró terminar porque su voz se había vuelto a quebrar.

Dongyul se removió incómodo, pero aún así pasó su mano por el brazo de Soobin para calmarlo un poco.

— Lo que ese chico estuvo diciendo...

— Su nombre es Beomgyu— le interrumpió Soobin.

— Sí, lo que Beomgyu estuvo diciendo, no lo entendí en su mayoría, pero parece que te afectó mucho así que quiero asegurarme de que estés bien antes de irme.

Soobin recostó su cabeza en el hombro ajeno buscando calor para sentirse reconfortado. Porque ese era el lenguaje del amor que estaba acostumbrado a recibir, cariño a través del tacto, consuelo con el calor ajeno. Ese era el lenguaje del amor del amor de su vida en quien no había dejado de pensar aún estado recostado en el hombro de quien era su pareja.

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¡Moatori solo se despide! ♡

Ese Alguien | YeonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora