4. ENFRENTAR EL DESTINO

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El día estaba muy soleado, por lo que Krist cogió un pants ligero y se arregló un poco, para después partir a la universidad con New. No les avisó a sus padres, pero sabía muy bien que ellos de alguna forma lo sabían, antes de entrar a clases solo envió un mensaje a su madre diciendo que no llegaría hasta tarde, pues ayudaría a un profesor.

Su madre contestó casi de inmediato diciendo que le avisaría a su padre, la dinámica era nefasta, él avisaba sus actividades, su madre se daba por enterada y solo pasaba los recados “importantes” a su padre, siempre simulando ser la familia perfecta.

Ese día no tenía clases con el profesor Prachaya, pero había quedado de esperarlo en su cubículo para después partir a su casa. New había bromeado un poco con él, diciendo que a ese paso solo faltaría que él consiguiera a un novio profesor, Krist lo había regañado y le había informado que solo le ayudaría con la mudanza, sería como un trabajo de medio tiempo.

Cuando llegó al cubículo, encontró al profesor saliendo de este y cerrando.
– Ohh Perawat, justo a tiempo – mencionó mientras miraba el reloj en su muñeca –. Será mejor que partamos ahora para avanzar lo más posible, ¿Le parece?

– Claro profesor – contestó Krist sonriente mientras seguía a Singto a su auto. Una vez ahí, le sostuvo la puerta abierta para que entrara y camino al otro lado para poder entrar.

– Espero que estés seguro de esto, porque serán semanas antes de incluso poder caminar libremente – informó Singto a su ahora asistente, mientras trataba de darle una sonrisa un tanto avergonzada.

– Será un placer para mi, como le dije tengo experiencia – trato de tranquilizar a su mayor, aunque comenzaba a imaginar el peor desorden en su mente.

– Bien, creo que llegamos – dijo Singto mientras abría su cochera y entraba. Eso había sido relativamente cerca de la universidad, no tardaron ni diez minutos, bien pudieron ir a pie y no sería la gran cosa.

– Vive muy cerca de la universidad profesor – exclamó Krist, al salir del auto.

– Ya sé que es muy cercano para ir en auto, pero antes de eso pase por las compras de la semana, mis reservas casi se terminaron – proclamó en su defensa Singto, quien abrió la cajuela de su auto repleta de comestibles. Tomó una gran parte, pero aunque pudiera cargar más si quisiera, no podría caminar por el reducido espacio de su casa. Así que dejo unas cuantas bolsas para una segunda vuelta. Se sorprendió al ver que Krist tomaba otra parte.

– Dejalas, ahora regreso por ellas, lo que pasa es que apenas y se puede caminar allá adentro – intentó sonar convincente, por alguna razón sintió unas ganas inmensas de abrazar al chico después de verlo sonrojarse, de acercarse y depositar un beso en su frente, sacudió su cabeza y eliminó ese absurdo pensamiento de su mente.

– Está bien, si lo hacemos entre los dos terminaremos más rápido P´– Por alguna extraña razón, cuando Krist lo llamo P´ se sintió un poco disgustado.

– Solo por que tu insistes, y no me llames “P ́” cuando estemos fuera de la universidad solo llamame Singto – y sin más camino esquivando todas las cosas esparcidas por su sala, sabía que el menor lo seguía por el sonido de sus pasos y de su respiración un poco acelerada.

– No podría tomarme semejante atrevimiento profesor – soltó el menor mientras examinaba cuidadosamente todo el lugar.

– Te lo estoy pidiendo como un favor, me sentiría más cómodo, así que tómalo en cuenta ¿okey? – explicó Singto mientras salía por las bolsas restantes.

– No sé si sea correcto, pero si usted se siente más cómodo, lo intentare – susurro resignado Krist cuando Singto regresó a la cocina.

– Bueno Krist, ¿qué te parece si primero comemos y después comenzamos? – preguntó el mayor, esperando una respuesta afirmativa del menor. Misma que no tardó en llegar.

– Si lo prefiere, claro que sí – contestó Krist, así que Singto se dispuso a sacar lo necesario para una comida sencilla.

Contra todo pronóstico Singto sabía lo que hacía en la cocina, la mayoría de los hombres que él conocía no sabían ni siquiera sostener los utensilios, incluso Off, el esposo de Gun, con todos sus pensamientos de libertad e igualdad. Lo cual era normal, después de todo era la costumbre, por eso él mismo había sido instruido desde muy joven para hacer cualquier tarea del hogar, pues su padre esperaba que solo se convirtiera en un esposo devoto, atendiendo el hogar y a su familia.

Dejando de lado los pensamientos pesimistas, se dedicó a ayudar a Singto, ambos ayudaron a cocinar y a recoger por igual, el sentimiento era extraño, pero acogedor. Platicaron un poco sobre sus preferencias y de la carrera; mientras Singto más bromeaba Krist se sentía más cómodo. 

El primer día resultó ser más fácil de lo que esperaba, se dedicaron a desempacar la despensa y algunas cajas más con los utensilios de cocina, que al parecer eran lo más urgentes, se llevaron casi toda la tarde mientras limpiaban y organizaban, pero no había ni un ápice de incomodidad. Al menos hasta que Krist recibió una llamada de su padre, estaba tan agusto que apenas habían visto la hora, eran cerca de las ocho de la noche, la cena “en familia” siempre era a las ocho con quince minutos. Nadie podía faltar sin el consentimiento de su padre. Oab como el hombre autoritario que era siempre necesitaba tener el control de todo para sentirse a gusto.

– Te quiero en diez minutos en la casa y no quiero excusas Krist, hay noticias importantes – soltó su padre antes de colgar.

– Bueno Singto – después de que todo el día Singto le repitiera ser llamado por su nombre se había acostumbrado un poco –. Tengo que irme, es casi la hora de la cena y mis padres me esperan.

– Sería lo mejor, bueno entonces ¿nos vemos mañana? – Singto espero pacientemente su respuesta.

– Si, nos vemos mañana, adios llego mi taxi – informó al mayor mientras salía apresuradamente, si no lograba llegar en diez minutos su padre lo mataría, odiaba esperar, por suerte su casa no estaba lejos y si le pedía al conductor rapidez llegaría.

– Buenas noches P´– saludo al conductor.
– Buenas noches joven, ¿a donde lo llevo nong? –
– A la zona residencial, por favor P´ – dijo acomodándose y mirando la hora en su teléfono –. ¿Podría ir rápido p´?, me urge llegar, le pagaré más si es necesario.

El conductor solo hizo un asentimiento y condujo a través de las calles, estaba a dos calles y estaba listo para abrir la puerta. Cuando llegaron solo soltó el pago más la propina extra que prometió y salió dando las gracias mientras se alejaba.

Nueve minutos, casi al límite pero lo había logrado. Entró a la casa lo más rápido posible, boto su mochila en la sala y corrió al baño a lavarse las manos. Su padre lo miraba fijamente mientras hacía una reverencia y esperaba permiso para tomar asiento en el comedor.

– Llegas tarde Krist – recalcó su padre mientras miraba su reloj –. Por esta ocasión lo dejaré pasar, toma asiento necesito hablar contigo.

Krist sabía que el hablar de su padre, significaba escuchar alguna decisión que había tomado sobre su futuro, así que esperó pacientemente mientras su padre le informaba.

– Good logró arreglar su pasaporte antes de lo esperado, llegará la semana siguiente, el jueves haremos una cena de caridad entre los socios del bufete y algunas personas importantes – hizo una pequeña pausa como si le importara verdaderamente darle la noticia con tacto –. Sus padres y nosotros cenaremos en la misma mesa, queremos que estén uno al lado del otro y actúen como si estuvieran interesados uno en el otro, es muy importante Krist, así que no lo arruines ¿Entiendes?

– Entiendo padre – aunque sintió algunas lágrimas acumularse en sus ojos no las dejo salir, resistió toda la cena y subió a su habitación a llorar, su horrible destino estaba por llegar, no podía escapar de él sin meter a alguien más en problemas. Además sabía que terminaría volviendo nunca había sido lo suficientemente fuerte para siquiera volver a intentar enfrentar a su padre. Era el momento de enfrentar el destino para el que fue hecho.

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