29. NADIE COMO TÚ...

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Estaba tocando la puerta de Prachaya, porque aun con toda la mierda que había pasado, esperaba poder tener un cierre. Esperaba con ansias que le dijera que era un error y así poder seguir con su vida.

Por eso no se resistió cuando fue jalado al interior de la oficina. Solo se quedó muy quieto, mirando todo y nada a la vez. Pero nada salió como lo esperaba.

– ¿Es verdad? – preguntó el mayor, después de escuchar la plática de los jóvenes no había podido calmar a su lobo que no dejaba de gruñir sintiéndose amenazado. No podía simplemente olfatear ahora. Las cosas no se pondrían más fáciles, si era verdad lo de Krist y Mike. Si había un bebé en su vientre, podría ser de Mike.

No confiaba en sí mismo para controlar a su lobo y que este no atacara la inocente vida que pudiera haber ahí, Krist y él mismo jamás se lo perdonarían. Necesitaba asegurarse que si había un bebé ahí, fuera su bebé.

– No sé de qué me habla profesor – respondió Krist mirándolo a los ojos por primera vez en el día. Aquellos ojos marrones que ocultaban toda la verdad.

– ¿Tú y Mike se acostaron? – no tenía la intención de decirlo de esa manera, pero en ese momento no sé sentía como el hombre más paciente del mundo.

– ¿Perdón? – Los ojos de Krist se ampliaron con inminente sorpresa, pero se recompuso casi al instante. – No es asunto suyo con quien me acuesto y con quien no, así que si me disculpa.

Vio cómo el joven se dio la vuelta decidido a salir de la oficina, pero fue detenido casi de inmediato. Su mano ahora había puesto llave y era imposible que el joven saliera antes de hablar con él.

– Déjeme ir profesor, no es adecuado que alguien note esto – murmuró el chico tratando de moverlo, aunque para su delgada figura era imposible quitarlo del medio.

– Necesito que me lo digas Krist, por favor – trato de sonar menos tosco que en el intento anterior. Pero al parecer Krist ni siquiera lo notó.

– No tengo por qué decirle nada sobre mi vida privada, profesor – dijo recalcando la última palabra para darle el énfasis que necesitaba. – Usted no tiene el más mínimo derecho de pedirme explicaciones, así que déjeme salir.

– No lo haré hasta que me respondas Krist – trataba de modular lo mejor posible su voz. Aunque el dolor y la ira se mezclaran alrededor de todo su cuerpo.

– Y yo le dije que no lo haré, no es asunto suyo – Krist no sabía de dónde había sacado tanta valentía, jamás se atrevió a hablarle así a alguien más.

– Claro que es asunto mío, Kitt – dijo Pachaya suavizando la voz. Pero ni eso lo haría retroceder.

– No lo es, y si le interesa saber sobre alguien más; puede preguntarle a su prometida – atacó tratando de dejar en claro su punto. – Si mi novio y yo follamos o no, no es algo que tenga derecho a saber.

– No tengo una prometida ahora Krist, por favor responde esa simple pregunta – insistió tomando ahora su mano y aunque ese pequeño contacto se sintió realmente bien, sabía que estaba mal. Necesitaba alejarse de ahí lo antes posible, antes de... ni siquiera quería pensarlo.

– Ese no es mi asunto profesor, yo solo soy su alumno. Lo que pasó entre nosotros no cambia nada, fue un terrible error; así que nuevamente le suplico que me deje ir – dijo mientras se soltaba del agarre de su mayor.

– Kitt, tu y yo podem... – Ni siquiera lo dejó terminar, no quería falsas esperanzas, no quería falsas ilusiones construyéndose en su interior así que dejo que la rabia invadiera en su sistema.

– Usted y yo no podemos hacer nada, ya le dije que fue un error. Usted se casará y yo tengo novio, un novio al que amo – No importaba si mentía, era más grande su sentido de auto preservación.

– De verdad eres importante para mí, más de lo que será nunca nadie Kitt – Vio a su imponente profesor arrodillarse ahí para él, tratando de tomar sus manos – Por favor, no me alejes.

– Yo no lo alejó profesor, usted mismo me alejo. Siempre insistiendo en que toda relación conmigo era un error, así que no veo porque seguir mintiendo – soltó más para convencerse a sí mismo que a su mayor.

– No son mentiras, de verdad nunca habrá nadie como tú para mi – Krist no entendía y no quería comprenderlo.

Lo único que quería era salir de ahí antes de aceptar las migajas que seguro Singto tiraría para él. Quería conservar la poca dignidad que le quedaba después de la humillante semana pasada. Se había sentido peor que una prostituta, simplemente lo usó para satisfacer su calentura y lo abandonó, solo y vulnerable; de solo recordarlo se volvió a revolver su estómago. También era verdad que él había accedido, pero la forma en la que fue abandonado, ni siquiera un gracias había recibido por entregarle su primera vez, entre más lo pensaba estaba más convencido de que no valía la pena seguir ahí.

Salió de su trance al darse cuenta que estaba riendo, no de una manera bonita. Su risa sonaba hueca y sin sentido, hasta que tuvo otra vez el control de sí mismo.

– Vaya forma de demostrarme lo importante que soy para usted. Cuando está comprometido y solo me usó para saciar su calentura, lamento informarle que si quiere un amante está buscando en el lugar equivocado – No estaba dispuesto a continuar con semejante escena.

– Joder, ¿Que quieres que haga para que me creas?

– Nada, estoy harto de usted y todas sus estúpidas señales contradictorias; pero sabe que, le responderé si con eso me deja ir– Más tarde podría culpar a toda la rabia que había acumulado por lo que dijo, pero ahora quería salir de ahí. – Sí, me acosté con Mike, después de todo él tiene todo el derecho de acostarse conmigo. No como otros que no les importa dañar a nadie.

– Krist...

– Krist nada, quería la verdad. Ahí está, ahora déjeme salir y regrese con su prometida que de mí no obtendrá nada más – Quería salir de ahí, se comenzaba a sentir asfixiado. Si vio un destello de dolor en los ojos de su profesor se obligó a ignorarlo, intentando alcanzar las llaves.

Ni siquiera tuvo que intentarlo nuevamente. Cualquier intento de Prachaya por decir algo, fue interrumpido por unos toquidos en la puerta. Primero uno y luego otro, pero Singto no parecía tener intención de abrir, así que tuvo que intervenir arrebatando las llaves y abriendo la puerta.

Antes de que la persona pudiera echar un vistazo dentro de la oficina, su profesor estaba de pie nuevamente. La conocía, formaba parte de la directiva y de seguro no se había llevado una gran impresión de él; sino todo lo contrario de seguro ahora sería vigilado. Era un gran alivio que de ahora en adelante no se acercaría más a Singto, todo quedó claro.

Al menos eso se repetía mientras caminaba por el pasillo y un dolor inmenso se extendía a lo largo de su cuerpo, naciendo de su estómago y esparciéndose a cada célula de su cuerpo. 

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Hola todas ...

Lamento mucho que no he podido actualizar como les dije, pero he tenido muchos problemas con mi servicio de electricidad, por lo que no he podido publicar. Pero en cuanto se reestablezca estaré de nuevo actualizado como siempre. 

Sin más, muchas gracias por todo el apoyo y la paciencia. 💚💚

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