Las cosas no habían mejorado, por supuesto que no. Depresión, esa era la verdadera razón para no querer salir de su cama cada día, para querer llorar en todo momento, vivía fingiendo muy bien, después de todo llevaba toda su vida haciéndolo, le habían recetado algunas pastillas, mismas que no podía llevar a su casa, por lo que las guardaba celosamente en su locker. New como su contacto de apoyo sabía de aquellas pastillas.
Por otro lado estaba Mike, colmandolo de atenciones que solo lo hacían sentirse un aprovechado, no podía corresponderle, llevaban casi un mes saliendo, era el novio perfecto por el que muchas chicas matarían, sin embargo, ahí estaba él, sentado a su lado, entre sus brazos solo pensando en ver a alguien más.
Aunque trató de ignorar el creciente sentimiento que lo carcomía por estar con Prachaya, no se iba, seguía sintiendo esa maldita atracción, como si fuera un imán que lo atraía a él con una intensidad inmensa. Se sentía culpable por pensar en otro, mientras Mike planificaba su próxima cita y lo llenaba de halagos y frases de amor, mismas que no calentaban su corazón, sino que por el contrario, cada una dejaba una pequeña punzada en su corazón.
No podía seguir de esa manera, su vida le asustaba de formas que nadie podría comprender, su padre había estado muy serio, en todo este tiempo no tocó el tema de Good ni de su próximo matrimonio, al parecer lo estaba dejando juguetear mientras él solucionaba el mayor problema.
No estaba en su radar y era mejor pasar desapercibido que causarle algún problema, por lo que seguía intentando evitarlo lo más posible.
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Era diciembre, solo faltaban dos semanas para terminar el semestre, estaba aún peor que antes, la presión de los exámenes no ayudaban y sus doctoras habían recetado unas pastillas más fuertes para mantenerlo estable.
Caminaba muy triste hacía la entrada de la universidad, donde siempre encontraba a su amigo, un cachorro que había nombrado Max, siempre lo esperaba terminada su primera clase para que Krist le compartiera un poco de comida, no siempre podía llevarse los perritos a casa de New, éste en particular, pues tenía un dueño que no lo alimentaba, pero que al notar el interés de Krist por él, había salido furioso a reclamar.
Así de podrida y egoísta era la humanidad, perdido en sus pensamientos lo buscaba, pero se sorprendió al encontrarlo comiendo en un plato desechable, al parecer alguien más lo había alimentado ese día. Era extraño, pues casi nadie se paraba a ver las necesidades de un ser indefenso como él.
– Aquí está el agua, pequeñín – Krist giro para ver a una mujer muy hermosa colocando una charola con agua para Max.
Nunca la había visto, pero era normal, él no conocía a casi nadie, en la universidad – ¿Es tuyo? – preguntó la mujer
– No P', yo solo lo alimento a veces – respondió el menor
– No me llames P', me haces sentir vieja, mejor llamame Khaofang – La mujer le extendió su mano, misma que tomó para saludar tímidamente – Está muy descuidado, es una lastima que solo haya venido a una visita rápida. Quiza la proxima vez.
Hubo una pausa, Krist sabía que ella esperaba su nombre, pero él era demasiado tímido para decirlo sin una pregunta directa – Entonces ... ¿Tu nombre es...?
– Krist – susurro tan bajo esperando a ver terminado la conversación, mientras se comenzaba a alejar – Espera Krist, ¿podrías llevarme a la facultad de derecho?
– Se que es un poco molesto, pero por favor – dijo mientras le daba una sonrisa sincera, a lo que Krist asintió, después de todo iba para ese lugar– Lamento importunarte, pero nunca he estado aquí, la verdad vine a ver a mi prometido, pero solo me dijo que llegará a la facultad sin decirme más.
Aquella mujer era muy bonita, con un cuerpo de ensueño, pero un defecto debía tener, hablaba hasta por los codos, para un introvertido como él, esto era una verdadera tortura. Cuando al fin llegaron a la facultad intentó alejarse una vez más, pero una vez más fue detenido. No por la mujer, si no por Prachaya, quien lo llamaba a su oficina.
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– ¿Necesita algo, profesor? – preguntó mientras este le abría la puerta y lo hacía pasar a su oficina.
– En realidad si, necesito salir temprano hoy y no podré asistir a la clase, necesito que por favor repartas estas copias con tus compañeros y les indiques esta guía para su próximo examen – dijo mientras le entregaba un montón de hojas – también tomales asistencia y por favor que no olviden sus firmas para la siguiente clase.
– Claro profesor, ¿Algo más? – contestó Krist, suprimiendo la sensación de picor en sus manos por acercarse a Prachaya y tocarlo.
– Creo que sería todo, gracias Krist – soltó Singto en lo que pareció un gruñido. – Bueno entonces me retiro profesor, que tenga un buen día.
Krist se disponía a salir de la oficina de su profesor, abrió la puerta y casi choca con la mujer, Khaofang. Estaba parada en la puerta a punto de tocarla. Estaba en shock, entonces era ella, la prometida de Prachaya, no había otra explicación; vaya que era hermosa, entendía perfectamente porque Singto pensaba casarse con ella y no perder el tiempo con alguien como él.
– Vaya que sorpresa Krist, de haber sabido que vendrías a la oficina de Singto hubiera venido contigo – La voz de la mujer solo hacía eco en su mente, su cerebro no lo procesaba lo suficientemente rápido, para obtener una reacción.
Singto salió entonces de su oficina y saludó con un beso muy corto a la mujer que estaba delante de él. – No pensé que llegarías tan pronto, espérame unos momentos para acabar de acomodar algunas cosas y nos vamos.
Vio a su profesor volver a entrar a su oficina y después fijó su mirada en el dedo anular de Khaofang, en su mano brillaba un fino anillo de oro, sencillo pero hermoso al mismo tiempo. Ni siquiera una palabra salió de su boca, y sin perder tiempo, caminó lo más rápido posible hacia su aula para dar el informe.
No salía de su mente la hermosa mujer que acompañaba a Singto, eran la pareja perfecta. Se veían tan correctos uno al lado del otro que le hacía doler no solo su pecho, sino también la boca del estomago. Una vez terminada la última clase del día, salió corriendo al baño y dejó su bilis completa en el retrete, se sentía mal, quizá estaba a punto de entrar en una crisis, por más que intento sus ejercicios de respiración no lo pudo evitar, volvió a vomitar.
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Estoy muy feliz de anunciarles que salí de vacaciones y por lo tanto actualizaré en estas semanas, los días lunes, miércoles y sábados. 🙌🥺
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NOTRE DESTIN
Fiksi PenggemarTRILOGÍA: SEGUNDO LIBRO ¿Crees en las parejas destinadas? Personas que nacieron para conocerse y amarse incondicionalmente. ¿Un hilo rojo irrompible, que une los corazones? ¿Un grito ahogado de dos almas deseosas de unirse? Completa basura, una...