Koi Ruangroj miró una vez más a su esposo dividida entre revelar la verdad o seguir teniendo un poco de fe en su hijo. Había pasado una hora desde que encerraron a su hijo con Khaofang.
Ella no estaba convencida por completo, pero consciente de que tenía que velar por su manada antes de la diversión de su hijo aceptó el plan a regañadientes. Se sentía mal de ver a Khaofang a la cara y mentirle, enviarla a conseguir algunos artículos a otras manadas para tener tiempo de "arreglar" su casa.
El mismo día en que estaban asegurando puertas y ventanas había logrado convencer a uno de los chicos que trabajaba en el asunto para que no colocara la seguridad de una de las ventanas que daba a la parte trasera de la casa. Su esposo, Pong Prachaya, probablemente estaría furioso con ambos; sin embargo ella esperaba que así como él tenía sus razones, entendiera las suyas.
No estaba forzando nada, solo se aseguraba que su hijo, que su único hijo vivo tuviera opción. Si Singto no quería enlazarse bastaría con que buscara en cada salida y podría salir. Así que había pasado suficiente tiempo, si Singto hubiera buscado, probablemente estaría ahora afuera de esa casa, si no lo hubiera hecho, probablemente ahora se estaría acoplando con la omega.
Tomando toda su valentía, llevó la charola con té a la oficina de su esposo dispuesta a decir la verdad.
– Tengo algo que decirte Pong – quizá la mirada sería en su rostro le dijo algo a su esposo, pues de inmediato dejó a un lado el papeleo que manejaba y la miró atento, esperando como siempre a que ella dirigiera el rumbo de la conversación. – Probablemente estarás enojado conmigo, pero quiero que sepas que no importa en lo más mínimo, porque lo que hice fue lo correcto.
– ¿Por qué parece que cometiste uno de los crímenes más graves del mundo? – preguntó Pong. Esperando pacientemente a la revelación de su esposa.
– Yo... – hizo una pausa tratando de reacomodar sus palabras antes de soltarlas y continuo. – Yo ordené que no se sellara una de las ventanas de la casa de Khaofang.
– ¿Qué? – vio a su normalmente calmado esposo ponerse de pie ante la noticia soltada. – ¿Por qué diablos harías algo como eso?, Singto no debe salir de ahí hasta que no se acople con ella.
– No me importa, te lo dije, quiero que mi hijo sea libre de elegir si quiere o no a Khaofang – respiro tratando de recomponerse, pues Pong como su pareja nunca le había hablado así.
Pong ni siquiera le dijo algo más antes de salir y comenzar a ladrar órdenes a los guardias que estaban fuera de la casa.
Koi no se arrepentía de nada, al menos no mientras veía una ventana rota y las huellas de algunas pisadas de lobo.
**~**
Singto la había encontrado, una salida, la salida de su enlace forzado. Así que no lo dudo, saltó por la ventana sin importar nada.
Su lobo estaba arañando por tomar el control y esta vez Singto no lo detendría, deseoso por sacar su ira lo más probable es que fuera de caza, ni siquiera se molestó en quitarse la ropa, está salió volando cuando el cambio llegó a él. Su lobo era mucho más grande que el del promedio de alfas, no sabía si era por su "linaje" o simplemente era así; sitio su pelaje negro liberse y corrio hacia el bosque territorio de la manada.
Corrió y corrió con solo una imagen en su mente, Krist. Pero ni siquiera la imagen de su querido Krist pudo hacer nada por esfumar la rabia que lo consumía.
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NOTRE DESTIN
FanficTRILOGÍA: SEGUNDO LIBRO ¿Crees en las parejas destinadas? Personas que nacieron para conocerse y amarse incondicionalmente. ¿Un hilo rojo irrompible, que une los corazones? ¿Un grito ahogado de dos almas deseosas de unirse? Completa basura, una...