Resaca.
Era una de las cosas que jamás he vivido en carne propia. Nunca tuve una resaca y jamás me he quedado tan borracho como para caerme muerto en el jardín del vecino. Y era increíble. Realmente lo era.
Por fin a la mañana siguiente, pude saludar a la abuela con un beso en la coronilla de la cabeza. Le ayudé a preparar el desayuno para que pudiésemos comer juntos. Nos quedamos hasta las 12 de la tarde conversando sentados en la mesa del comedor. Le conté sobre la pequeña reunión de la tarde anterior, y también del pequeño olvido de la ventana abierta, que graciosamente dejó un charco de agua en el piso. Y siquiera me di cuenta cuando me fui a acostar con el calcetín empapado.
Esa mañana hacía un sol radiante. Nadie podría adivinar jamás que sólo hace unas cuantas horas, el clima estaba hecho un desastre.
Ya se podía sentir que la primavera se acercaba. Y a pesar de que mis peores pesadillas fueran en un lecho lleno de tormentas, seguía adorando el invierno como si fuera parte de mi.
Contemplando el arroz blanco de la mañana, fue inevitable no pensar en el chico que había dejado tirado en su primer día de trabajo. Me preguntaba si lo estaría haciendo bien.
Y es que al parecer el único sentido de mi vida era creerme un superhéroe. Pero realmente no podía vivir con la angustia de haber arruinado la vida de alguien siendo que fácilmente podría haberlo ayudado.
Pero mi abuela parecía leerme los pensamientos y ni siquiera logré esforzarme para esbozar una sonrisa.
— Ese chico, ¿Es el que sale en la televisión?
Dejé los platos en el fregadero, bajo la atenta mirada de mi abuela que al parecer se había interesado demasiado en el invitado que recibimos días atrás.
— Si. — contesté sin girar a mirarla.
— ¿Es el chico que has intentado ayudar?
Era vidente.
— Eres una vidente, abuela. — decidí hablar en voz alta para que no pensara que estuviera loco al murmurar cosas ininteligibles. — Lamento no habértelo dicho.
— Has cometido un gran error. Pensé que te había enseñado mejor.
Espero que los platos que se me han resbalado de las manos, no se hayan quebrado.
— Al no decírmelo, Jaemin, relájate. — sentí que el aire había regresado a mis pulmones. — No soy quien para decir si es un buen chico o no, pero me agrada.
— ¿Y la razón es...?
— Me ayudó con mi tobillo.
— Claro, tu tobillo. Lo había olvidado. — rodeé los ojos con sorna.
— Hablo en serio, Jaemin. — me agarró de la muñeca para que la mirara, impidiendo seguir con el lavado que había dejado a la mitad al comenzar la conversación. — El peor dolor de un ser humano, es perder a un ser querido.
Mi abuela lo sabía bien. Lo había vivido en carne propia.
Cuando mi mamá murió, la abuela me contó que las únicas personas al ir a su funeral, habían sido ella, yo y la compañera de preparatoria que vendía pan dulce en la tienda de al lado.
También sé que no estuve presente, ya que mi madre había muerto cuando era pequeño y yo había tenido un accidente que me dejó en cama por un mes. Al parecer me rompí la pierna jugando en el parque junto a unos niños.
No puedo entender su dolor, ya que el único recuerdo que tengo de ella, es el de saber que nací de una mujer embarazada de nueve meses de gestación.
ESTÁS LEYENDO
Black - Nomin
FanfictionNomin Jeno vive perturbado luego del asesinato de su hermano menor, buscando por sí solo, algunas pruebas contundentes que pudiesen dejarlo libre de ser el primer y único sospechoso del caso. Pero conoce a Jaemin, quien con sus secretos decide ayuda...