Capítulo 33.

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El roce de sus manos intentando afirmarse de los bolsillos de mi sudadera. El acercamiento de nuestros labios y la humedad que dejamos en ellos. Jeno no era solo negro como muchos creían, él era una pequeña Andromeda. Si su cabello estaba colorado de ese color, sabía muy en el fondo que no era lo único cálido de él. Quería conocer su corazón y guardarlo en un frasco de cristal. Mantenerlo en exhibición en el museo de Louvre. Que todos hicieran fila para conocerlo y que la Mona Lisa fuera simplemente una partícula frente a él.

Y juraría que si me llegase a soltar, escribiría cartas en de noche estrellada y dedicaría cada verso de las estrofas.

Cuando me alejé de él, el frío atacó mis labios como una corriente de aire. Quiero estar aquí para siempre. Esta vez me acercó de los bolsillos para besarme nuevamente. Ahora siendo un beso tierno y nada desesperado, aunque entre nosotros nunca lo fue. No supe en qué momento había dejado de llorar, pero tenía la certeza de que si me quedara así por horas, podrían sepultarme junto a él en esta misma posición.

Se alejó de mi como si temiera a que me fuese a quebrar. Me trataba como un anillo de cristal. Entonces cuando se queda quieto en su lugar, bajo la luz del nublado en el cielo, la belleza de las flores y la suavidad del viento... él me mira... él me mira y me mira.

— ¿Vas a llorar de nuevo? — me preguntó divertido. Negué rápidamente con la cabeza y una gran sonrisa en mi rostro.

— Estoy muy feliz.

— ¿Lo estás? — asentí miles de veces. — Gracias, Jaemin.

— ¿Por qué?

Se tardó un poco antes de decirme:

— No podría haberlo hecho sin ti cerca de mí. — dijo finalmente.

Tenía la sensación de que volveríamos juntos a este lugar muy seguido.

Cuando llegamos a casa, Jeno parecía no tener ninguna intención de irse. Pero es que la verdad, yo tampoco. Y cuando me miró a los ojos nuevamente como solo él sabía hacer, algo dentro de mi se removió. Pero esta vez no fue por las mariposas que danzaban en mi estómago, estaba asustado. Con miedo por lo que fuera a decir si yo le contara mi historia. ¿Me tendría miedo? ¿Confiaría en mi? A pesar de que me mirase con tanta delicadeza, si no quisiera sostenerme más, lo dejaría ser.

— Jeno — mencioné su nombre y esperé acaparar su atención. Y cuando lo hice, la tormenta en mi interior desapareció. — Yo aún no estoy seguro de nada. Y aunque fuera así, me gustaría que pudieras estar conmigo. En estos momentos.

Cuando pensé que algo cambiaría, no lo hizo. Volviéndome locamente feliz.

— Hay mucho sobre mi que aún no he descubierto. Y mentiría si dijera que no tengo miedo. Pero creo que si estás a mi lado... no tendría ninguna otra preocupación. — aseguré.

Si. No estaba siendo irracional en estos momentos, hablaba con la verdad y con el corazón. Jeno no parecía entender nada, pero a la misma vez parecía entenderlo todo. Sin embargo, aún nos encontrábamos frente a mi casa.

— Quiero encontrar las respuestas para poder estar tranquilo. No estoy cómodo en casa pero quiero creer que lo estaré muy pronto. — le dije. — Extraño tu casa, y todo lo que conlleva estar cerca tuyo, pero... no quiero hacer promesas contigo. Porque sé que aunque no las hiciera, lo haría todo y más. Porque me importas.

— También me importas, Jaemin.

Y por si fuera poco, la emoción no había regresado a mi. El miedo tampoco se había desvanecido. Y a pesar de haber disfrutado de sus palabras, no era suficiente.

Black - NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora