Capítulo 22.

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La textura de sus labios era tan delicada como un chocolate derretido. La manera en la que había olvidado por completo que aún nos encontrábamos bajo el agua, logró que en ningún momento la respiración se transformara en un problema para mí. Pero el sentirlo tan cerca y a la vez de una forma tan malditamente incoherente, mis sentidos se habían disparado hacia direcciones que no podía lograr controlar. Había imaginado este momento de mil formas diferentes, pero en ningún espacio de mi mente se encontraban sus labios sobre los míos de manera demandante.

Supuse que Jeno no lo había pensado por tanto tiempo como yo estuve haciéndolo toda la semana, pero había algo diferente en el sabor salado de nuestras bocas o el tacto desenfrenado y tierno de sus labios que se sentían como pequeñas pero lindas caricias. Sin embargo nuestras bocas no se movían. Tampoco sus labios o algún que otro tacto en lugares que odiaría mencionar, solo nos manteníamos pegados los unos a los otros como imanes. Pero yo era el único que mantenía los ojos abiertos.

Salí a la deriva, deteniendo el contacto y alejándome de él para poder por fin tomar un poco de aire que había estado perdiendo en todo el tiempo que me había estado creyendo prácticamente  una sirena.

Inhalé profundamente, quitando algunos restos de agua de mi rostro que no me dejaban ver con claridad. Jeno salió luego de unos segundos, pero antes de poder verlo a los ojos, me giré de inmediato, intentando patalear hasta llegar a tierra firme. Cuando por fin la arena se encontraba debajo de mis pies, tomé mi bolso y mis zapatos, y huí como siempre hacía por la vergüenza que sentía en esos momentos. Había oscurecido por completo y comencé a sentir miedo también. Pude sentir la presencia de Jeno detrás de mi, y por alguna extraña razón, me asusté aún más.

— Jaemin — podía escuchar como me llamaba por mi nombre, sintiéndose como navajas clavándose directo en mi espalda. — Jaemin.

No quería detener mis pasos, e ignoré por completo el hecho de que me estaba congelando hasta las patas. No tenía intenciones de mirarlo a los ojos por el simple hecho de no querer afrontar la situación después de este fatídico momento. Me le había insinuado a Jeno este mismo día, pero no tenía ni idea de que se sentiría tan...

Bien.

— Jaemin, — se me resbaló un zapato de las manos, pero no me detuve a recogerlo. — espera.

Pude sentir como su mano se cerraba en mi brazo derecho pero no tenía intenciones de girarme. Pero el movimiento al removerme fue tan brusco, que incluso Jeno resbaló con el zapato que se me había caído de las manos, cayendo directo sobre mi. Caí de estómago hacia el suelo, sintiendo como la arena se comenzaba a adherir en el interior de mi ropa. Pataleé un poco al sentir el peso de Jeno sobre mi espalda, solté un quejido.

Intenté levantarme pero el su mano aún se mantenía cerrada en mi brazo.

— Jaemin.

— ¡Si! Te escucho, Jeno. — le respondí con frustración. No tenía ganas de afrontarlo.

Dejé de sentir su tacto de inmediato después de eso. No pude evitar sentir culpabilidad.

— Tú... — comenzó. — ¿No querías...?

Mi respiración se detuvo por un momento. No era para nada eso lo que quería hacerle entender. Tampoco quería acostumbrarme a estar acostado sobre la arena y sentir mi piel mojada y tocada por ella.

Sin embargo de mi boca no pude dejar salir ni una palabra.

Nos levantamos después de eso, caminamos hacia los baños públicos y comencé a vestirme con ropa seca, supuse que Jeno estaría haciendo lo mismo. Pero no podía dejar de pensar en la expresión sobre sus ojos y la forma que utilizó para mirarme. Era como un cachorrito mojado y mi corazón se encogió.

Black - NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora