30: ¡Necesitamos refuerzos!

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Capítulo 30: ¡Necesitamos refuerzos!

—¡Unidad A, respondan! ¡Unidad A!

¿Qué sucede? Siento un pitido en mis oídos. Veo muchas figuras borrosas corriendo a mi alrededor.

—Paul, maldición, responde, ¡dime qué sucede!

¿De quién es esa voz? ¿De qué habla? ¿Henry?

¡Mierda! ¡Henry!

Me levanto rápidamente volviendo a mi estado cuerdo y comienzo a disparar también logrando asesinar a varios de ellos. Pero cada vez caen más de mis hombres, son demasiados contra nosotros.

Presiono el botón del comunicador que se encuentra en mi hombro y con desespero pronuncio las siguientes palabras. —¡Necesitamos refuerzos! ¡Repito, necesitamos refuerzos!

—Unidad C dirigiéndose a la zona. —Respondió Henry.

Sólo debíamos esperar, le hice una seña a mis hombres con las manos para que entendieran la situación y aguantaran un poco más.

No había pasado más de un minuto cuando ya había entrado el grupo C eficazmente.

Sentí calma en esos momentos, pero sin embargo esto no había terminado. Debía mantenerme firme y alerta. No podía dejar que ninguna bala me diera, tenía a mi familia esperándome e inocente de lo que sucedía en estos momentos.

La Unidad A y C se unieron, y yo quedé a su cargo junto con el oficial Ramírez.

Logramos acabar con todos los que se encontraban allí, pero con sacrificio.

No podía creer que habíamos podido acabar con esos hombres y que ya nos faltaba poco para terminar esto.

Sólo quedaba abrir la puerta que se encontraba en frente de nosotros y donde pensamos que tenían a Ezra secuestrado. Y digo que pensamos porque no estábamos tan seguros, pudieron habérselo llevado a otro lugar, y sinceramente si esto hubiera sucedido las cosas se nos complicarían más de lo que ya estaban.

Ramírez hizo una seña indicando que a la cuenta de tres irrumpiríamos en el lugar, por lo que debíamos estar alertas.

Uno...

Tragué saliva, estaba cagado hasta los cojones, de verdad esperaba que el muchacho estuviera allí, a salvo.

Dos...

Mi corazón latía tan fuerte que sentía que se iba a salir de mi pecho.

Tres...

Ramírez pateó la puerta y entramos al lugar apuntando a todas las direcciones, y en un micro segundo los hombres que se encontraban dentro soltaron ráfagas de disparos, al mismo tiempo que nosotros.

Me preocupaba que alguna bala perdida le diera a Ezra, pero por algún motivo mantuve la fe y esperanza de que estaría a salvo.

Como cosa del cielo, sólo habían tres hombres que se encontraban en esa habitación y pudimos acabar rápido con ellos. Varios de nuestros compañeros quedaron heridos, pero ya podíamos bajar la guardia porque todo había terminado.

Luego vi a Ezra tendido en el piso, con los ojos y los labios vendados. Sus muñecas y tobillos estaban atados y tenía muchos moretones y rasguños.

Pobre muchacho, no me imagino por el infierno que tuvo que pasar.

Le ordené a las unidades que se retiraran, tenían que atender rápidamente a los heridos, a pesar de que varios insistieron en quedarse para socorrer a Ezra, pero se los negué. Ezra no estaba grave, en cambio aquellos soldados valientes sí. Yo mismo me encargaría de ayudar a Ezra, por lo que ellos entendieron la situación y se retiraron.

Tan cerca pero tan lejosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora